Hitler nunca pudo ganar la guerra
James Holland, autor de ¡®El auge de Alemania¡¯, sostiene que las carencias del ej¨¦rcito alem¨¢n jam¨¢s le hubieran permitido vencer en la Segunda Guerra Mundial
?De verdad piensa que el Tigre era un mal tanque? Ante la primera pregunta, lanzada de sopet¨®n con ¨¢nimo combativo y que conjura en este mediod¨ªa gris la mole del legendario y temido carro de combate alem¨¢n, James Holland sonr¨ªe y se arrellana en su asiento; est¨¢ en su terreno, su campo de batalla: el nivel operacional.
Holland (Salisbury, Gran Breta?a, 1970) es un popular¨ªsimo especialista en la Segunda Guerra Mundial, autor de numerosos libros sobre la contienda ¡ªentre ellos el fascinante Heroes (Harper, 2006), una apasionante galer¨ªa de combatientes en todos los frentes y armas¡ª, y del que ?tico de los Libros va a publicar ahora El auge de Alemania, el primer volumen de una trilog¨ªa que revisa, desde nuevas, "refrescantes" perspectivas, lo que sabemos o creemos saber de esa guerra. El estudioso afirma (y argumenta) que la Alemania de Hitler no pod¨ªa de ninguna manera haber ganado la Segunda Guerra Mundial, que su ej¨¦rcito era un gigante con los pies de barro, y ni siquiera tan gigante, y que la Blitzkrieg fue un espejismo. Lo hace investigando pormenorizadamente, con el punto de vista de la historia econ¨®mica y social y no solo la militar, los recursos y el armamento de ambos bandos, desde la producci¨®n de aviones hasta los detalles m¨¢s ¨ªnfimos de las ametralladoras -como la aclamada MG 34 alemana, muy buena, s¨ª, pero cuyo ca?¨®n hab¨ªa que ir cambiando porque se recalentaba-, incluyendo el an¨¢lisis de los uniformes: los de los alemanes eran, desde luego, m¨¢s chulos, pero se malgast¨® en ellos recursos que el pa¨ªs simplemente no ten¨ªa. El auge de Alemania no olvida sin embargo la dimensi¨®n humana del conflicto y sus p¨¢ginas est¨¢n llenas de testimonios de primera mano tanto de combatientes como de civiles, desde un comandante de submarino o un Fallschirmj?ger (paracaidista) alemanes a un empresario del acero estadounidense, pasando por un zapador australiano, un granjero brit¨¢nico o una actriz francesa .
Volvamos al Tigre. "Si lo pones en un campo de f¨²tbol con un Sherman aliado al otro lado, el Tigre va a ganar, evidentemente. Pero hay un gran pero: era un tanque incre¨ªblemente complejo. Su sistema de transmisi¨®n, la suspensi¨®n y la tracci¨®n eran muy complicados. Y solo se fabricaron 1.347 unidades (a los que habr¨ªa que sumar los 492 del modelo perfeccionado Tigre II o K?nigstiger, Rey Tigre). Del Sherman los aliados fabricaron 4.900 unidades y otros 17.000 chasis que sirvieron para diferentes prop¨®sitos militares. Adem¨¢s construyeron talleres m¨®viles y todo lo necesario para repararlos sobre el terreno. El Shermann dispon¨ªa asimismo de un sistema de reequilibrado que le permit¨ªa efectuar disparos certeros sobre cualquier terreno, una tecnolog¨ªa de la que los alemanes carec¨ªan. Tendemos a juzgar los tanques por el tama?o de su ca?¨®n y el grosor de su blindaje, pasando por alto aspectos m¨¢s sutiles pero muy relevantes. Si la prioridad para los alemanes era el ca?¨®n grande y el blindaje grueso, brit¨¢nicos y estadounidenses prefirieron la fiabilidad y la facilidad de mantenimiento. Si tienes que cambiar la suspensi¨®n de un Sherman el acceso es f¨¢cil, mientras que si va mal en un Tigre tienes que apartar enteras las orugas y las ruedas. Era todo muy sofisticado. Pero ?qu¨¦ pasa adem¨¢s cuando en un carro as¨ª metes a un recluta novato de 18 a?os? Es como darle un Ferrari a alguien que se acaba de sacar el carnet de conducir: a la primera se te carga la caja de cambios. Y la de un Tigre era algo complicad¨ªsimo de arreglar".
Holland se?ala que durante la Operaci¨®n Goodwood en Normand¨ªa en julio de 1944 los aliados perdieron 400 tanques a manos especialmente de los Tigre, s¨ª, pero hab¨ªan desembarcado ya 3.500 y a los tres d¨ªas, 300 de los 400 averiados ya estaban reparados y otra vez en acci¨®n. "Eso muestra la diferencia entre aliados y alemanes en la forma de entender la guerra. El mantenimiento de los alemanes era muy pobre. M¨¢s del 50 % de sus p¨¦rdidas de tanques en la Segunda Guerra Mundial se debi¨® a fallos mec¨¢nicos. A?ade que un Shermann gastaba dos galones de gasolina por milla. Mientras que el Tigre consum¨ªa cuatro galones por milla. ¡°?Y cu¨¢l era el recurso del que menos dispon¨ªan los alemanes?: gasolina. ?Qu¨¦ sentido tiene construir tanques de 56 toneladas entonces?".
"Los tanquistas no hablaban como en 'Fury'"
Una ¨²ltima pregunta, inevitable, sobre el Tigre: ?qu¨¦ le pareci¨® la pel¨ªcula Fury, Corazones de acero? "En general no me gust¨®, pero la escena del combate entre los Shermann y el Tigre es muy buena. El problema con el filme es que la terminolog¨ªa que usan los tanquistas estadounidenses no se corresponde con la aut¨¦ntica de la ¨¦poca, est¨¢ dise?ada para los jugadores de Call of Duty. Los soldados de los carros de 1945 no hablaban as¨ª. Y la pel¨ªcula se abona tambi¨¦n al falso mito de que el armamento aliado era peor que el de los alemanes, cuando hay la famosa an¨¦cdota del oficial de la divisi¨®n de ¨¦lite Panze-Lehr capturado que al ver lo que ten¨ªan sus enemigos casi se echa a llorar y dijo que si hubiera sabido de lo que diospon¨ªan no hubiera ido a la guerra. En Fury tambi¨¦n es absurda la manera en que entra en combate al final el batall¨®n de las SS contra el tanque de Brad Pitt".
El debate sobre el Tigre ejemplifica la forma de proceder de Holland. "Lo que trato de hacer es ver el nivel operacional, introducir ese punto de vista en la narrativa de la Segunda Guerra Mundial, en la que han predominado las perspectivas de la estrategia (los objetivos) y la t¨¢ctica (el combate y la forma de llevarlo a cabo). De alguna manera lo operacional, las tuercas, los tornillos, la munici¨®n, el equipo, los recursos, es lo que relaciona ambas. Ha sido dejado de lado y no puedes leer una campa?a como la de Normand¨ªa, por ejemplo, solo contando las decisiones de los generales o las experiencias de los soldados pero con poca o ninguna explicaci¨®n de c¨®mo se desarrollaban operacionalmente las batalla. Es como tratar de comparar el Tigre y el Sherman solo en el campo de f¨²tbol. Siempre nos centramos en la batalla en lugar de en c¨®mo funcionaban las armas¡±.
Y los uniformes. "Por eso tambi¨¦n les presto mucha atenci¨®n. Dan mucha informaci¨®n sobre la actitud de un pa¨ªs en guerra. La guerrera alemana llegaba hasta el muslo, mientras que la chaqueta de combate brit¨¢nica solo hasta la cintura. Los alemanes gastaban 30 cent¨ªmetros m¨¢s de lana que no serv¨ªa para nada, excepto para aparentar. Es la diferencia entre un Estado militarista, Alemania, y un Estado en guerra, Gran Breta?a. Para los alemanes el parecer, el look, lo era todo. Las botas altas de cuero son un engorro en combate y se desgastan, pero son aparentes, sin duda. Los brit¨¢nicos ten¨ªan una visi¨®n pr¨¢ctica. Los alemanes prefer¨ªan pavonearse, eso es muy nazi".
Holland afirma en El auge de Alemania que el ej¨¦rcito alem¨¢n no era la reoca (y no solo en el paso) que cre¨ªamos. Dice que estaba mal preparado para una guerra sin cuartel, poco equipado, escas¨ªsimamente mecanizado (depend¨ªa a¨²n de los caballos y los pies de los soldados), poco entrenado, que era inferior incluso al brit¨¢nico. Por no hablar de la carencia de recursos naturales de Alemania. Pero empezaron ganando, y mucho. ?Fue suerte? "No enteramente. Aunque fueron apuestas muy arriesgadas de Hitler. Pero esas victorias no fueron suficientes. Polonia era d¨¦bil. La ca¨ªda de Francia se debi¨® en un 50 % a la brillantez militar alemana y en otro 50 % a la incompetencia francesa". Parece ese un punto de vista muy brit¨¢nico. "Los brit¨¢nicos admiramos mucho a los alemanes", ironiza Holland, "y tambi¨¦n a los franceses, casi tanto".
En todo caso, "el Estado nazi, su constructo, era muy fr¨¢gil, y su ej¨¦rcito, a pesar de las apariencias, tambi¨¦n. Nada, excepto una victoria total, le serv¨ªa a Alemania. Ir a la guerra en 1939 fue un riesgo excesivo. Cuando miramos los ¨¦xitos de la Blitzkrieg adoptamos un punto de vista muy terrestre. Pero desde el principio, la lucha en el mar y la lucha en el aire no les fueron favorables. La Armada alemana ya fue destrozada por la Royal Navy desde la campa?a de Noruega y la Luftwaffe en la Batalla de Inglaterra. Tampoco los submarinos fueron todo lo exitosos que se hac¨ªa creer. Probablemente la Batalla del Atl¨¢ntico es la m¨¢s importante de la guerra".
En la ba?era de Goebbels
Le digo a Holland que mientras le¨ªa El auge de Alemania le vi por televisi¨®n. Sal¨ªa en un reportaje de Megaestructuras nazis,de National Geographic. "Estamos por la cuarta temporada, rodar esos documentales te permite acceder a sitios fabulosos". Como el tren privado de Goebbels. "Se conservan varios vagones, todav¨ªa con ¨¢guilas y esv¨¢sticas, entre ellos el del ba?o. La ba?era es lujosa pero muy peque?a e imaginar all¨ª sentado desnudo al ministro de Propaganda fue realmente horrible". El estudioso en cambio tiene una debilidad (relativa) por Goering. "Era brillante y maquiav¨¦lico. No se le puede negar que sab¨ªa disfrutar de la vida, a diferencia de los otros jerarcas que compart¨ªan en general la aburrida austeridad de Hitler. Si eres un nazi, se dir¨ªa, selo a lo grande". En el curso de los documentales Holland ha podido tambi¨¦n disparar un 88 alem¨¢n y ver sus devastadores efectos.
A diferencia de los historiadores militares de la generaci¨®n anterior a la suya como Antony Beevor o Max Hastings, a los que conoce personalmente y admira (aunque reprocha no tener suficiente punto de vista operacional), Holland no ha sido soldado. "No, pero he estado con una unidad de infanter¨ªa en Afganist¨¢n y he pasado mucho tiempo con gente que ha visto acci¨®n, es muy ¨²til para un historiador. Y he disparado muchas armas, he estado en tanques y Spitfires. Aunque nunca me han disparado, s¨¦ lo que ocurre en un combate".
Holland, que adem¨¢s de ensayos escribe novelas (como el thriller b¨¦lico a lo Alistar MacLean Misi¨®n Od¨ªn, ambientado en la invasi¨®n de Noruega y publicado por Militaria-Planeta), es el hermano dos a?os menor del c¨¦lebre autor Tom Holland (Rubic¨®n, Fuego Persa, Dinast¨ªa). ?Se han repartido la historia los dos hermanos? James Holland r¨ªe: "No, ha ido as¨ª, ¨¦l ama los cl¨¢sicos y est¨¢ a otro nivel, es un erudito y un intelectual".
James Holland se posicion¨® contra la independencia de Escocia. ¡°Siempre he considerado una locura que Escocia, que no es rica, quiera marcharse. Lo de Catalu?a me parece diferente. Creo que los catalanes tienen m¨¢s problemas reales a resolver con Madrid y heridas hist¨®ricas m¨¢s recientes. Dudo de todas formas que les fuera mejor fuera de Espa?a".
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Autor: James Holland.
Editorial: ?tico de los Libros (2018).
Formato: tapa dura ( 896 p¨¢ginas)
Babelia
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