Comunidad de vecinas
FelipaManuela abre un di¨¢logo transatl¨¢ntico fuera de las estructuras convencionales del arte. Una residencia convertida en resistencia
Pocos proyectos son tan escurridizos a las definiciones como FelipaManuela y, al mismo tiempo, son tan plurales en sus intenciones. En una primera lectura, es el antiguo piso de una mujer llamada Felipa Manuela Mart¨ªnez, quien vivi¨® y trabaj¨® all¨ª como costurera durante cincuenta a?os. Viuda a los pocos a?os de casarse, Felipa Manuela consigui¨® salir adelante en los a?os de la posguerra espa?ola gracias a su trabajo y la red de mujeres que cultiv¨® siempre a su alrededor. Un esp¨ªritu de colaboraci¨®n, basado en ancestrales redes de apoyo que han organizado a las mujeres a lo largo de la historia, que est¨¢ en la base de la nueva vida que tiene ahora este espacio en manos de Andrea Pacheco. Hay algo de esa comunidad afectiva que esta comisaria chilena afincada en Madrid cuida con mimo desde esta vivienda en la calle Ferrocarril, llena de econom¨ªa dom¨¦stica y una idea de producci¨®n art¨ªstica que crece a otro ritmo, como las plantas. Que tienen su propio curso.
FelipaManuela naci¨® en 2011 en medio del estado de shock econ¨®mico que afect¨® hasta al m¨¢s optimista de los proyectos art¨ªsticos en la ciudad. Aunque este proyecto ocup¨® una grieta: la de urdir sinton¨ªas entre el contexto espa?ol y el latinoamericano. La categor¨ªa de ¡°residencia¡± es lo que m¨¢s se acerca a lo que ocurre en este espacio, aunque se queda corta en esa intenci¨®n de construir una comunidad de afinidades. En su caso, la pr¨¢ctica va por delante del discurso y no al rev¨¦s, como suele suceder con las grandes instituciones. Andrea Pacheco profundiza ah¨ª: ¡°FelipaManuela es una organizaci¨®n queer, en el amplio sentido del t¨¦rmino. Nuestra actividad principal es la organizaci¨®n de residencias de investigaci¨®n para profesionales extranjeros, pero esto es lo que hacemos, no lo que somos. Tenemos m¨¢s bien un car¨¢cter ¡°posidentitario¡±, en palabras de Paul Preciado. No queremos ser clasificadas de forma un¨ªvoca, por ejemplo, bajo el g¨¦nero de ¡°residencia¡±. De hecho, creo que la categor¨ªa ¡°residencia¡± es una ficci¨®n, no construye esa red de afinidades que es algo que nos interesa mucho¡±.
Arranc¨® de forma precaria, sin pensar en ganar dinero, sino en funcionar a medio plazo. Pacheco ced¨ªa la casa por dos meses con la condici¨®n de que los artistas y pensadores alojados realizasen un proyecto in¨¦dito, del que realizaban una peque?a presentaci¨®n final. Por all¨ª han pasado artistas como David Mutiloa, N¨²ria G¨¹ell, Marcos Mota... La cosa dio un giro cuando Andrea Pacheco abri¨® el foco en prop¨®sitos e invitados, entrando tambi¨¦n en ¨¢reas de comisariado, investigaci¨®n y docencia. S¨®lo en el ¨²ltimo a?o pasaron por Madrid una buena representaci¨®n del pulso del arte en Latinoam¨¦rica: Claudia Segura (del NC-arte, Bogot¨¢), Edu Carrera (No Lugar, Quito), Rodolfo Andaur (Chile), Amanda de la Garza (M¨¦xico), M?nica Hoff (Brasil), Andr¨¦s Dur¨¢n (Chile), Joana Reposi Garibaldi (Chile) y Tom¨¢s Espinoza (Chile), Cristina Lleras (Colombia), Daniela Berger (Chile) y Jazm¨ªn L¨®pez (Argentina). Cultura de base, lo llaman. Tiramos de ese hilo para empezar esta charla y desgranar lo que ocurre m¨¢s all¨¢ de esta casa en Arganzuela.
?Qu¨¦ es la cultura de base? ?Para qui¨¦n es?
¡°Cultura de base¡± es un concepto que genera mucho debate en el aparato p¨²blico, porque es como el "quiero y no puedo", lo opuesto a la cultura del espect¨¢culo, a la industria cultural. Por ello, la cultura de base se relaciona con organizaciones peque?as. Pero f¨ªjate qu¨¦ interesante es hacer la analog¨ªa con un concepto similar: el de ¡®cristianos de base¡¯, este movimiento cat¨®lico que surge en Brasil en los a?os ¡®60, que promov¨ªa una pr¨¢ctica del cristianismo enfocada en la justicia social, confrontada con la estructura jer¨¢rquica de la iglesia cat¨®lica. Un cristianismo popular, una iglesia del pueblo. Es una analog¨ªa un poco extravagante, pero no pude evitarla. Nac¨ª durante la Unidad Popular de Salvador Allende y mi educaci¨®n ha transcurrido en un colegio de curas, con la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n muy de cerca. Y f¨ªjate qu¨¦ paralelo m¨¢s did¨¢ctico podemos hacer: el Museo Reina Sof¨ªa, el Prado, el Thyssen, incluso el CA2M, los museos, ser¨ªan como el Vaticano, la cultura oficial, el poder. Y luego estamos el resto, el pueblo, nosotras, las parroquias de barrio. ?A qui¨¦n le pertenece el evangelio? ?D¨®nde se manifiesta la fe realmente? Aunque no suscribo estas formas binarias de entender las cosas: independiente/dependiente, alternativo/institucional, alta/baja cultura, cultura de base y cultura oficial, me gusta pensar que FelipaManuela pueda operar desde la base en ese sentido.
?Por qu¨¦ unas residencias como FelipaManuela en Madrid?
Ten¨ªa una necesidad muy personal de abrir un di¨¢logo transatl¨¢ntico, que tuviese lugar fuera de estructuras hegem¨®nicas; un espacio de libertad, subversivo frente a los c¨¢nones acad¨¦micos e institucionales. Si revisas los artistas y actividades que organizamos desde 2011, la mayor¨ªa de nuestras residentes, son de origen latinoamericano. El pasado 2017, lo han sido todas. Podr¨ªas pensar que hac¨ªa falta un espacio ¡°decolonial¡± en Madrid y, aunque no me identifico con ese t¨¦rmino, ni ten¨ªamos un car¨¢cter activista en ese sentido, hac¨ªan faltan plataformas de visibilidad m¨¢s all¨¢ de los debates te¨®ricos que se estaban produciendo en ese momento. Aqu¨ª viv¨ªa una buena parte de lo que llamo ¡°sudacas ilustrados¡±, profesionales que hab¨ªan emigrado a Espa?a en los dos mil, buscando oportunidades de formaci¨®n o empleo y que se hab¨ªan dado de bruces con su condici¨®n de paria. Entonces, FelipaManuela surgi¨® como una reacci¨®n personal a ese contexto, que te colocaba en una situaci¨®n de desventaja exclusivamente por tu pasaporte. Ahora bien, nunca adoptamos una postura reivindicativa. Sucedi¨® de una forma m¨¢s bien intuitiva. Y Madrid, la capital del reino, era el mejor lugar para hacerlo
?Qu¨¦ supone ¡°comisariar¡± unas residencias art¨ªsticas? ?Qu¨¦ rol tiene el comisariado en su labor como directora de este proyecto?
Supone, en primer lugar, investigar; en segundo lugar, gestionar y en tercer lugar, performar, es decir, actuar. Nuestra performance sucede en cada encuentro ¡®cuerpo a cuerpo¡¯; en cada cita con un director de museo, en cada visita de estudio a una artista, en cada conversaci¨®n, en cada sobremesa larga con nuestras invitadas. Ese intercambio f¨ªsico, intelectual, afectivo, es el motor de nuestra actividad. La gesti¨®n es constante y va desde el asunto econ¨®mico (subvenciones, ayudas) a las alianzas estrat¨¦gicas y afectivas que establecemos con otros espacios y agentes locales. Pero indudablemente, el aporte m¨¢s importante que hago a FelipaManuela desde el comisariado, es la investigaci¨®n. Ese es el coraz¨®n de todo. Primero, la investigaci¨®n de campo. Es preciso conocer y entender el contexto al que invitamos a nuestros residentes, desde las instituciones a las organizaciones de base. En paralelo, investigamos a nuestros residentes. Por eso, no realizamos convocatorias p¨²blicas. Investigamos todo: de d¨®nde viene, qu¨¦ ha hecho, qu¨¦ ha escrito, cu¨¢l es su c¨ªrculo. Y evaluamos si su estancia puede ser un aporte para la escena. Tan importante como los hitos de su CV, son la generosidad y la humildad con la que trabaja. No somos una residencia para celebrities del mundo del arte. Nuestros programas de residencia ponen a convivir a dos personas que no se conocen durante un tiempo y no podemos arriesgarnos.
?C¨®mo se financia? ?Qu¨¦ nivel de precariedad impera en el mundo del arte?
En este momento tenemos varias v¨ªas de financiaci¨®n. Por un lado, est¨¢n las ayudas p¨²blicas que hemos recibido, de Acci¨®n Cultural Espa?ola y ahora, una subvenci¨®n que nos ha dado el Ayuntamiento de Madrid como espacio de creaci¨®n contempor¨¢nea, que espero se replique para los pr¨®ximos dos a?os. Al volver de Chile, me encontr¨¦ con una ciudad muy distinta a la que dej¨¦ en 2013. No s¨®lo por estas ayudas p¨²blicas que estuvieron paradas durante a?os, tambi¨¦n porque la disposici¨®n de la instituciones a generar co-producciones con organizaciones como nosotras, hab¨ªa cambiado. Por ejemplo, Matadero ten¨ªa la intenci¨®n de activar su Archivo de creadores, y le propusimos hacerlo a trav¨¦s de residencias curatoriales. En vez de generar ellos su propio programa de residencias de investigaci¨®n, lo que de alg¨²n modo nos habr¨ªa afectado, nos propusieron hacerlo en colaboraci¨®n. Esto no implica fagocitar proyectos peque?os, por el contrario, contribuye a la sostenibilidad de nuestras organizaciones en un di¨¢logo bastante horizontal. Este a?o vamos a continuar con ese modelo y colaboramos con otros programas de residencia, como el que organiz¨® Open Studio en febrero o el que tendremos en abril con la Fundaci¨®n Enaire. Ah¨ª, somos sede de residencias organizadas por otros y eso tambi¨¦n nos gusta. Hemos realizado una publicaci¨®n que era otro de nuestros grandes objetivos y la presentaremos pr¨®ximamente. Estamos empezando a desarrollar colaboraciones con instituciones internacionales y este 2018 tenemos un peque?o equipo trabajando para las residencias que estamos proyectando con agentes de ?frica, Am¨¦rica y El Caribe.
?Cu¨¢l es la relaci¨®n de FelipaManuela con la instituci¨®n? ?Sabemos qu¨¦ es la instituci¨®n ¡°arte"?
Todas las colaboraciones que hemos establecido hasta ahora parten de afinidades con algunas personas que est¨¢n promoviendo reflexiones que nos interesan. Por ejemplo, tenemos una relaci¨®n muy estrecha con la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Hemos realizado algunas actividades juntas y Javier P¨¦rez Iglesias, director de la Biblioteca, es parte de nuestro comit¨¦ asesor, lo consideramos un agente clave en el tejido art¨ªstico de Madrid. Podemos ser cr¨ªticas en muchos aspectos, pero estamos felices de los di¨¢logos que se est¨¢n produciendo con algunes agentes. Creo (quiero creer) que estamos entrando en otra etapa. Sin embargo, en este momento, la cr¨ªtica institucional me identifica poco y me parece m¨¢s oportuno hablar sobre c¨®mo nos estamos relacionando quienes no somos ¡°la instituci¨®n¡±. Creo que los espacios y organizaciones privadas tenemos un desaf¨ªo que no es menor. Desde la precariedad siempre es m¨¢s f¨¢cil ser solidarias y colaborativas, pero ?y si de pronto hay recursos? ?C¨®mo nos vamos a relacionar entre nosotros si nos ponen a competir por los recursos?. Ah¨ª pueden aparecer muchos demonios y tendremos que estar muy atentas para no reproducir jerarqu¨ªas y relaciones de poder mezquinas. Por eso estoy tan contenta con la colaboraci¨®n que tenemos con Open Studio, por ejemplo. En vez de opacar nuestros respectivos proyectos, decidimos trabajar juntas y ahora tenemos nuestra primera residencia en colaboraci¨®n, Abierto-Abierto, con artistas que vienen de M¨¦xico. Este creo que es el desaf¨ªo que viene: no la relaci¨®n con la instituci¨®n, si no entre nosotras, las parroquias, las de la base.
?Cree que el sistema del arte ha perdido credibilidad? ?Qu¨¦ papel tiene en ¨¦l el artista?
Creo que hay efectivamente una crisis de credibilidad, pero que no afecta ¨²nicamente al sistema del arte. Atraviesa como una lanza todos los ¨¢mbitos, desde la pol¨ªtica, a la econom¨ªa, los medios de comunicaci¨®n, las relaciones... Todo es hoy cuestionable. ?Es eso malo? Yo creo que, muy por el contrario, es una oportunidad. Y creo que el papel del artista no es m¨¢s importante que el del educador, del escritor o el del comisario dentro del ¨¢mbito del arte. Basta ya de protagonismos. Recuerdo la exposici¨®n que organiz¨® hace unos a?os Tania Pardo para el CA2M, Sin hero¨ªsmos por favor, que tomaba su t¨ªtulo de un texto p¨®stumo de Raymond Carver, que planteaba la idea de desmitificar la figura del creador. El t¨ªtulo de la pr¨®xima Bienal de Berl¨ªn, toma la letra de la canci¨®n de Tina Turner We don¡¯t need another hero, pues se planta desde el rechazo a la idea de un ¡°salvador¡± y de un sistema de conocimiento r¨ªgido como verdad ¨²nica. ?Es tremenda le letra de esa canci¨®n! Y coincido en que es hora de superar este delirio mesi¨¢nico que ha padecido el ¡°sistema del arte¡±. Quiz¨¢ por ah¨ª es posible recuperar la confianza perdida.
?Qu¨¦ lectura de ¡°lo latinoamericano¡± se hace desde el arte en Espa?a? ?Qu¨¦ valor se da a su pr¨¢ctica?
Es una pregunta compleja para alguien que cuestiona las identidades y los universalismos. Lo Latinoamericano se ha venido entendiendo como una categor¨ªa est¨¦tica, conceptual, sobre todo en este lado del mundo, pero yo no s¨¦ muy bien a qu¨¦ se refiere m¨¢s all¨¢ de la unidad territorial. Andrea Giunta, en el cat¨¢logo de la exposici¨®n Verboam¨¦rica del MALBA, dice que, para hablar del arte del continente, m¨¢s que sustantivos, se necesitan verbos: ¡°aquellas palabras que remiten al fluir de la vida de los hombres¡±. Creo que tiene mucho sentido, y que conecta con un relato que me resulta familiar. La pr¨¢ctica art¨ªstica de la regi¨®n, en el ¨²ltimo medio siglo, est¨¢ inevitablemente ligada a sus tragedias pol¨ªticas, por un lado, y por otro, al universo ind¨ªgena, es decir, a la memoria de las personas y de la tierra. Toda la obra del documentalista chileno Patricio Guzm¨¢n est¨¢ dedicada a este asunto. Pero, me temo, que pocas veces esto aparece en la lectura que se hace desde Europa. Por ejemplo, cuando una feria anuncia ¡°una gran presencia latinoamericana¡± o cuando un museo exhibe una importante colecci¨®n de origen latinoamericano, tengo la sensaci¨®n de que el mercado ha sido el m¨¢ximo promotor de la producci¨®n art¨ªstica del continente en las ¨²ltimas d¨¦cadas, eso s¨ª, siempre como objeto, como forma, como producto. Y me temo, siempre amn¨¦sico. En nuestro primer programa de investigaci¨®n curatorial, hace un a?o, invitamos a Daniela Berger, del Museo de la Solidaridad Salvador Allende, de Santiago, y Cristina Lleras, del futuro Museo Nacional de la Memoria Hist¨®rica de Bogot¨¢. La memoria y la construcci¨®n de narrativas hist¨®ricas, temas que no son parte de los trending topic curatoriales que, normalmente, impone el mundo anglosaj¨®n, son asuntos que nos interesa poner en valor aqu¨ª precisamente.
?De qu¨¦ m¨¢s es urgente hablar?
Creo que hoy aqu¨ª es urgente hablar de privilegios. Hay artistas, investigadores, colectivos, que lo est¨¢n haciendo, pero no ha sido f¨¢cil debatir estos asuntos. Resulta violento e inc¨®modo. Sucede que cuando no has experimentado la falta de privilegios, cuando nunca has estado en una situaci¨®n de desventaja social, por ejemplo, por tu color de piel o por el pasaporte con el que viajas, eres incapaz de comprender el resentimiento que provoca. Y aqu¨ª hay muchas personas privilegiadas hablando de lo que no conocen, de lo que no han vivido, de lo que no han experimentado, es decir, de la falta de privilegios. Tambi¨¦n se ha denunciado mucho extractivismo cultural. Y hay personas sin privilegios viviendo aqu¨ª, que est¨¢n muy enojadas con esto y que est¨¢n exigiendo ser escuchadas y validadas en sus discursos. Y yo entiendo esa rabia, esa impotencia de mis compa?eras latinas, sudacas, afros, caribe?as. Muchas veces no estoy de acuerdo con las formas, pero s¨¦ de d¨®nde vienen porque lo he vivido. A la herida colonial hay que sumar un sentimiento que parece reciente, pero no lo es: la ¡°ira colonial¡±. La rabia forma parte del gui¨®n de toda narrativa hist¨®rica de los oprimidos, ?por qu¨¦ nos sorprende tanto? Y cuando digo hablar de privilegios, digo que creo que es urgente hablar del norte como ¡°el otro¡±. A gritos si hace falta.
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