Mataharis del nuevo milenio
Otro cine de esp¨ªas es posible
Otro tipo de cine de esp¨ªas es posible. Alejado de la mandanga de la espectacular secuencia de acci¨®n cada cuarto de hora, del montaje espasm¨®dico, de la sobrecarga de retru¨¦canos narrativos. Un cine de espionaje helado como un t¨¦mpano en su superficie y, sin embargo, ardiente en el interior de sus personajes, sufrientes bajo la m¨¢scara, en lo mental, en lo f¨ªsico, en lo emocional. Gorri¨®n rojo no es El esp¨ªa que surgi¨® del fr¨ªo, no puede serlo, aquello eran palabras mayores, pero est¨¢ m¨¢s cerca de la pel¨ªcula de Martin Ritt, y en algunos aspectos tambi¨¦n de El topo, que de cualquier castillo de fuegos artificiales sin concreci¨®n en la trama ni fundamentaci¨®n en sus roles, de los que tantas veces nos tragamos, y olvidamos en medio minuto.
GORRI?N ROJO
Direcci¨®n: Francis Lawrence.
Int¨¦rpretes: Jennifer Lawrence, Joel Edgerton, Jeremy Irons, Charlotte Rampling.
G¨¦nero: espionaje. EE UU, 2018.
Duraci¨®n: 139 minutos.
Francis Lawrence es un director decididamente extra?o. En orden cronol¨®gico descendente: acogotado en la saga Los juegos del hambre, acad¨¦micamente ?o?o en Agua para elefantes, y felizmente cl¨¢sico en dos pel¨ªculas minusvaloradas que parec¨ªan fuera de su tiempo, Soy leyenda y Constantine. Con Gorri¨®n rojo, basada en una novela de Jason Matthews, adaptada por Justin Haythe, con cr¨¦dito importante tras su traslaci¨®n de Revolutionary Road, Lawrence ofrece un curso de contenci¨®n. Su puesta en escena se fundamente en el valor del encuadre y, sin que apenas ninguna secuencia sea recordada por su espectacularidad (?no era eso la direcci¨®n invisible?), todo el engranaje de direcci¨®n y montaje de su pel¨ªcula se despliega con exactitud. Y, si se escuchan con atenci¨®n las notas de la banda sonora de James Newton Howard y el empaque que otorga a la pel¨ªcula, la referencia principal de Lawrence parece clara: el Alfred Hitchcock de Topaz.
Para convertir a su pel¨ªcula en algo alejado de los convencionalismos contempor¨¢neos, posee dos virtudes formidables. Un personaje de tomo y lomo, esp¨ªa a la fuerza, forjada en la brutalidad de los ensayos del ballet del Bolshoi, en sus brillos y en sus envidias. Y una int¨¦rprete may¨²scula, bell¨ªsima voz, con total dominio de su cuerpo y de su rostro: Jennifer Lawrence. Con secuencias de sexo de gran erotismo, presencias interpretativas de incuestionable carisma y una ins¨®lita perversidad en el dibujo de ciertos personajes, Gorri¨®n rojo se aleja, por la v¨ªa formal cl¨¢sica, y por el camino de fondo de lo malsano, de las habituales superproducciones de Hollywood, mucho m¨¢s indolentes que este notabil¨ªsimo relato de mataharis del nuevo milenio.
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