La justicia de las cosas en su sitio
El documental aporta una visi¨®n quiz¨¢ m¨¢s virgen y menos lastrada por el peso de la cercan¨ªa
¡°Callar y quemarse es el castigo m¨¢s grande que nos podemos echar encima¡±. Cuando Federico Garc¨ªa Lorca escribi¨® esta frase de Bodas de sangre poco sab¨ªa de su futuro, pero quiz¨¢ lo intu¨ªa interiormente, conocedor del alma humana y de la idiosincrasia espa?ola; de la vida y de la muerte, de la venganza y de la (des)memoria. Una cita lorquiana, junto a otras semejantes en poes¨ªa y clarividencia, a la que se ha agarrado la directora estadounidense Andrea Weiss para componer el interesante documental Pero que todos sepan que no he muerto, centrado en la represi¨®n franquista, fundamentalmente de gais y lesbianas, y en la muy particular aplicaci¨®n de la Ley de Memoria Hist¨®rica del a?o 2007.
PERO QUE TODOS SEPAN QUE NO HE MUERTO
Direcci¨®n: Andrea Weiss.
Narraci¨®n: Miguel ?ngel Mu?oz. Intervienen: Laura Garc¨ªa Lorca, Emilio Silva.
G¨¦nero: documental. EE UU, 2017.
Duraci¨®n: 75 minutos.
En principio m¨¢s dirigida al p¨²blico internacional, m¨¢s desconocedor del asunto, que al espectador espa?ol, la pel¨ªcula de Weiss se apoya en im¨¢genes documentales cinematogr¨¢ficos y televisivos de archivos estadounidenses y, parad¨®jicamente, aporta una visi¨®n quiz¨¢ m¨¢s virgen y menos lastrada por el peso de la cercan¨ªa, de lo labrado, o¨ªdo y pensado en c¨ªrculos en los que la muerte siempre toca de cerca. A base de entrevistas con especialistas y directamente afectados ¡ªentre otros, Laura Garc¨ªa Lorca, descendiente del escritor; Emilio Silva, fundador de la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica; Empar Pineda, activista feminista; Isabel Franc, escritora; y Antonio Ruiz, encarcelado durante el franquismo por homosexual¡ª, Weiss va componiendo un puzle al que a veces le cuesta encajar por dos motivos principales: una suerte de unidireccionalidad que no le permite la presencia de voces discordantes, aunque sea para que queden enterradas en su dogmatismo, y un cierto desorden en su estructura que la hace saltar del pasado al presente, de la totalidad de la opresi¨®n a la especificaci¨®n homosexual, sin que parezca haber un hilo conductor claro.
Sin embargo, asentada en un tono que acerca la calmada pauta po¨¦tica a la imagen y al montaje, Pero que todos sepan que no he muerto acaba imponi¨¦ndose gracias a la emocionante conjunci¨®n de elementos visuales y sonoros, y no solo por las terribles descripciones de los participantes. As¨ª, o¨ªr de nuevo el Al alba de Luis Eduardo Aute sobre im¨¢genes del barranco de V¨ªznar, noche negra para la historia de nuestro pa¨ªs, es espeluznante. Y, como se dice textualmente en la pel¨ªcula, en referencia a lo particular, los huesos a¨²n enterrados, y como met¨¢fora de lo general: ¡°Es la peque?a gran justicia de colocar las cosas en su sitio¡±.
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