La fuga imposible del futbolista que obsesion¨® a la Stasi
Eduardo Verd¨² reconstruye en una novela la defecci¨®n de Lutz Eigendorf, el jugador fetiche de la RDA, asesinado a los 26 a?os
En su Historia de la decadencia y ca¨ªda del Imperio Romano, Edward Gibbon advierte que lo pat¨¦tico suele surgir de circunstancias menudas. Media vida consagrada al periodismo, la guitarra y la escritura, empujaron a Eduardo Verd¨² (Madrid, 1974) hacia su destino gibboniano, una tumba en un bosque de Kaiserslautern y un libro, Todo lo que ganamos cuando lo perdimos todo (Plaza y Jan¨¦s), novela basada en hechos reales. La imaginaci¨®n, en su caso, no le sirvi¨® para alterar los sucesos sino para reconstruir con forma de novela los espacios m¨¢s enigm¨¢ticos en la desventura documentada de los personajes. La trama, la defecci¨®n de Lutz Eigendorf a Occidente en la primavera de 1979, contiene todo el patetismo de la decadencia de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana.
Eigendorf ten¨ªa 22 a?os y era el jugador m¨¢s brillante del Dynamo de Berl¨ªn. Le apadrinaba Erich Mielke, el director del Ministerio para la Seguridad del Estado, popularmente conocido como Stasi. El servicio de inteligencia m¨¢s eficaz y represor que ha conocido Europa y el que m¨¢s esp¨ªas destin¨® per c¨¢pita le permit¨ªa gozar de una condici¨®n an¨¢loga a la de miembro del politbur¨®. Era el ¨ªdolo que promov¨ªa el r¨¦gimen.
Encandilado por sus rasgos ang¨¦licos, su estampa soberbia y el dominio natural del bal¨®n, Mielke le design¨® capit¨¢n y emblema propagand¨ªstico. Su carrera transcurr¨ªa como una v¨ªa f¨¦rrea. La Oberliga, sistem¨¢ticamente ama?ada para beneficio del Dynamo, promet¨ªa conciliar el juego con el imperativo administrativo del triunfo. La estabilidad totalitaria armonizaba con su vida privada. Casado con la chica m¨¢s guapa del instituto y padre de una ni?a de dos a?os, Eigendorf dispon¨ªa de acceso prioritario a coche y casa. En su persona se decantaba el ideal ciudadano de la utop¨ªa comunista. Los ¨®rganos de comunicaci¨®n le apodaban El Beckenbauer del Este. Viv¨ªa la vida feliz del mundo feliz totalitario: f¨²tbol, f¨²tbol, f¨²tbol.
¡°Era feliz en Berl¨ªn, y quer¨ªa a su mujer y a su hija¡±, dice Verd¨². ¡°Pero se asfixiaba. Ten¨ªa esp¨ªritu aventurero. Amaba el riesgo y el f¨²tbol le hab¨ªa privado de llevar una vida disoluta. El f¨²tbol le oblig¨® a una disciplina desde los 14 a?os, cuando dej¨® Brandenburgo y se integr¨® en la cantera del Dynamo. Tiene una responsabilidad pol¨ªtica desde joven y necesita liberarse de ese yugo familiar, estatal, paternalista, amoroso¡¡±.
El 20 de marzo de 1979 Eigendorf desert¨®. Sin comunic¨¢rselo a su esposa y sin apenas propon¨¦rselo. Se baj¨® del autob¨²s que hab¨ªa trasladado a su equipo a trav¨¦s de la frontera para disputar un partido amistoso en Kaiserslautern. Aprovechando una parada de repostaje en Giessen, mientras sus compa?eros hac¨ªan compras antes de atravesar el muro de vuelta al monopolio comunista, se subi¨® a un taxi y le orden¨® una carrera de 170 kil¨®metros. Hasta las oficinas del FC Kaiserslautern. All¨ª ofreci¨® sus servicios como defensa central. Lo ficharon de inmediato. La Stasi no tard¨® en perseguirle. Para empezar, denunci¨¢ndole ante la UEFA, que le prohibi¨® jugar durante un a?o por incumplimiento contractual.
Muerte al traidor, el documental que Heribert Schwan dirigi¨® a partir de los archivos de la Stasi, describe el hostigamiento al que lo sometieron hasta su asesinato, el 5 de marzo de 1983. Verd¨² se apoya en Schwan para desgranar la llamada Operaci¨®n Rosa, empresa que no solo persigui¨® eliminar al futbolista. Ante el intento de Eigendorf de reunificar a su familia, la RDA design¨® a un agente, Peter Hommann, con la misi¨®n de seducir a Gabi, su esposa, inducirla al divorcio, las segundas nupcias y un nuevo embarazo. Hommann cumpli¨® con creces. Adopt¨® a la hija del desertor, Sandy, rebautizada como Sandy Hommann.
Harto de un orden previsible, Eigendorf se someti¨® al orden de la incertidumbre. Camino del tenebroso final jug¨® dos a?os en la Bundesliga, se compr¨® un Alfa Romeo GTV-6, y en el torbellino de un supermercado descubri¨® que la lej¨ªa era mejor en el Este.
?xito por imperativo gubernamental
La industria del f¨²tbol entrever¨¢ en su discurso convencional mensajes que emplearon los reg¨ªmenes totalitarios. La idea de ganar como sea, tan presente entre jugadores y t¨¦cnicos de las grandes Ligas contempor¨¢neas, es un reflejo no siempre banal de imposiciones que sufr¨ªan los deportistas en las dictaduras del espectro sovi¨¦tico. Eduardo Verd¨² recuerda que Lutz Eigendorf fue v¨ªctima de ese condicionante ps¨ªquico que desvirt¨²a la esencia l¨²dica del f¨²tbol. ¡°En la RDA la idea del triunfo pesaba infinitamente m¨¢s que la idea del juego¡±, dice el autor. ¡°El f¨²tbol era un espejo pol¨ªtico. A trav¨¦s del triunfo deportivo se persegu¨ªa justificar un r¨¦gimen¡±.
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