La voz de la Rep¨²blica
Manuel de Aza?a fue la revelaci¨®n de la Rep¨²blica con su portentosa oratoria. Y as¨ª lo recupera en el teatro Jos¨¦ Luis G¨®mez
Con las palabras finales del ¨²ltimo discurso del presidente de una Rep¨²blica en guerra, pronunciado ante todas las autoridades del Estado y de la Generalitat de Catalu?a el 18 de julio de 1938, ha decidido Jos¨¦ Luis G¨®mez abrir, con su prodigiosa voz, esta renovada representaci¨®n de Aza?a, una pasi¨®n espa?ola, cuando se cumplen treinta a?os de su primer estreno. Ya entonces, en 1988, la voz de Manuel Aza?a no nos sonaba como la de un desconocido: el mismo Jos¨¦ Luis G¨®mez, en su pasi¨®n aza?ista, hab¨ªa montado y dirigido ocho a?os antes una memorable representaci¨®n de La velada en Benicarl¨®, el di¨¢logo m¨¢s l¨²cido de todo lo escrito sobre la guerra de Espa?a que reson¨® en nuestros o¨ªdos como una aut¨¦ntica revelaci¨®n.
Revelaci¨®n fue lo que todo el mundo dijo de ¨¦l cuando desde el Gobierno de la Rep¨²blica su palabra retumb¨® en el Parlamento, el mitin o la asamblea del partido, para trazar el camino por el que habr¨ªa de discurrir la pol¨ªtica del nuevo Estado republicano: Aza?a es una revelaci¨®n o, m¨¢s exactamente, Aza?a es la revelaci¨®n de la Rep¨²blica. Por un discurso le hicieron en octubre de 1931 presidente del Gobierno; por otro, qued¨® expedito en mayo de 1932 el camino para el reconocimiento de la autonom¨ªa a Catalu?a. Y qu¨¦ dice Aza?a fue la pregunta que todos se hicieron cuando la pol¨ªtica republicana pareci¨® sumida en la impotencia despu¨¦s del fiasco revolucionario de octubre de 1934.
Qu¨¦ dice y no tanto qu¨¦ hace es lo que cerca de medio mill¨®n de personas se acercaron a escuchar un a?o despu¨¦s en los campos de Comillas de Madrid cuando Aza?a sali¨® al rescate de la Rep¨²blica: la multitud m¨¢s crecida que jam¨¢s ha concentrado orador alguno en toda Europa sin recurrir a formaciones paramilitares, observ¨® el embajador de Estados Unidos. Una multitud que habr¨ªa estado de acuerdo con Valle Incl¨¢n cuando expres¨® a su amigo Aza?a su entusiasmo por aquella ¡°pieza admirable, que une la energ¨ªa a la cautela sin detrimento de la emoci¨®n y del fervor¡±.
La emoci¨®n iba habitualmente Manuel Aza?a a buscarla en las profundidades de la historia. Al cabo, para ¨¦l la pol¨ªtica se defin¨ªa como la tradici¨®n corregida por la raz¨®n, tradici¨®n entendida como una gran corriente hist¨®rica que en ocasiones pod¨ªa remontarse al reinado de Alfonso Onceno, otras a las Comunidades de Castilla, o tambi¨¦n a la Guerra de Independencia, para derivar de ella no una pol¨ªtica de restauraciones ni de reconstrucciones, sino de apertura a nuevos caminos de futuro que culminaran en la creaci¨®n de una comunidad de ciudadanos. Pecho al porvenir y arrojo para ensayar, ¡°siempre vigilantes para saludar jubilosos a todas las auroras que quisieran desplegar los p¨¢rpados sobre suelo espa?ol¡±, como dijo en su defensa del Estatuto de Catalu?a. En eso consisti¨® lo que Jos¨¦ Luis G¨®mez define como su pasi¨®n espa?ola, una pasi¨®n republicana como r¨¦gimen en el que todos los espa?oles habr¨ªan de alcanzar la condici¨®n de ciudadanos libres.
Pero esa revelaci¨®n no lo fue menos para los enemigos que muy pronto le salieron a la Rep¨²blica y que convirtieron a Manuel Aza?a, lo que dec¨ªa y representaba, en s¨ªmbolo a derribar y arrastrar por el fango. Resentido, fracasado, oscuro funcionario, ogro de maldad y monstruo de iniquidad, vejiga de hiel, hiena, alacr¨¢n, oruga: la derecha cat¨®lica y militar no ahorr¨® calificativos sobre este Aza?a que nos recuerda hoy, en una conversaci¨®n imaginaria desde el escenario de la Abad¨ªa, la otra cara de la moneda: su voz, al producir una iluminaci¨®n de la raz¨®n sostenida en una emoci¨®n compartida, era tambi¨¦n la que los enemigos de la Rep¨²blica se sent¨ªan urgidos a enterrar en la basura de su desprecio, como si una vez silenciada, la misma Rep¨²blica quedar¨ªa sin nadie que hablara por ella.
No lo consiguieron o, al menos, no para siempre. Cierto, los p¨¢rpados de todas las auroras se volvieron a cerrar bajo el r¨¦gimen de terror impuesto por los vencedores; pero no sin que antes Manuel Aza?a dejara o¨ªr de nuevo su voz para recordar a otras generaciones, en su postrer discurso, la obligaci¨®n moral de escuchar la lecci¨®n de esos hombres ca¨ªdos en la batalla luchando por un ideal grandioso y que ahora nos env¨ªan ¡°con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos su hijos: paz, piedad y perd¨®n¡±.
Jos¨¦ Luis G¨®mez regresa con Aza?a
El actor y director Jos¨¦ Luis G¨®mez vuelve a encarnar al estadista, pensador y escritor Manuel Aza?a, en un reencuentro con el hombre que lleva a?os acompa?ando su trayectoria profesional. Desde ayer y hasta el pr¨®ximo 25 de marzo se representar¨¢ en el Teatro La Abad¨ªa Aza?a, una pasi¨®n espa?ola, el mon¨®logo sobre una figura clave en el devenir hist¨®rico y pol¨ªtico de nuestro pa¨ªs, creado a partir de textos del presidente de la II Rep¨²blica. El montaje de este espect¨¢culo est¨¢ enmarcado en el ciclo sobre Memoria Hist¨®rica que comenz¨® el 14 de febrero con representaci¨®n de Unamuno: vencer¨¦is pero no convencer¨¦is y ayer se estren¨® Tiempo de silencio en la Sala Jos¨¦ Luis Alonso hasta el 25 de marzo. En paralelo a la programaci¨®n, La Abad¨ªa propone una serie de coloquios sobre nuestra historia con la complicidad de varias asociaciones dedicadas a la recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica.
Babelia
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