Radiograf¨ªa de las pistas de baile
Florida135 y Pach¨¢ se convirtieron en los 90 en referentes mundiales de la cultura de club. As¨ª nacieron los templos de la electr¨®nica en Espa?a
¡°Compet¨ªamos con los grandes de Europa en un entorno rural; en tierra de nadie¡±, recuerda Juan Arnau Dur¨¢n, miembro de una familia de empresarios que han llevado el espect¨¢culo a Fraga (Huesca) durante varias generaciones. Despu¨¦s de hacer un viaje a Las Vegas, su abuelo logr¨® que Xavier Cugat y Antonio Mach¨ªn actuaran all¨ª. ?l, siguiendo sus pasos, atrajo en los a?os ochenta y noventa los sonidos electr¨®nicos m¨¢s avanzados a un pueblo de poco m¨¢s de 11.000 habitantes. En su Florida135, conocida como la catedral del techno, se fundaron las bases de la cultura de club espa?ola.
Fue un peque?o folleto el que despert¨® su herencia gen¨¦tica, cuando la sala de fiestas se hab¨ªa convertido ya en una discoteca: ¡°El papel anunciaba una rave en Toulouse (Francia), pero no entend¨ªamos ni el grafismo ni muchos de los t¨¦rminos que usaba. Entonces no era f¨¢cil conocer cosas nuevas sin internet, as¨ª que decidimos ir all¨ª, a ver qu¨¦ hac¨ªan¡±.
Durante esa noche, Arnau Dur¨¢n comenz¨® a vislumbrar el futuro del ocio nocturno en Espa?a. ¡°Era una cosa espectacular, en unas naves industriales al sur de la ciudad. Ahora nos parece muy normal, pero entonces era una locura. En la pista bailaba gente de todo el mundo y algunos llevaban unas bombonas de ox¨ªgeno plateadas, preciosas¡±, cuenta.
Toulouse fue solo la primera parada. Junto a su mujer, Mari Cruz Lasierra, acudieron a raves ilegales por varias ciudades de una Europa que ansiaba libertad. Llegaron al Reino Unido de Margaret Thatcher y al Berl¨ªn que todav¨ªa limpiaba los escombros de un muro reci¨¦n derribado. La pareja sent¨ªa que lo que estaba viviendo era algo m¨¢s que una moda pasajera. ¡°A pesar de lo estramb¨®tico, vimos que esas fiestas eran otra cosa. Hab¨ªa un componente sociol¨®gico en ellas; ten¨ªan algo de revolucionario y transgresor¡±.
Lograron llevarse a su terreno los DJs estrella. En Francia conocieron a Laurent Garnier y en la capital alemana descubrieron a Jeff Mills pinchando en un s¨®tano del m¨ªtico Tresor, cuya descafeinada secuela sigue reinando en la noche berlinesa.
¡°Habl¨¢bamos directamente con ellos, sin agentes de por medio, y les cont¨¢bamos que ¨¦ramos de Barcelona. Cre¨ªamos que, si dec¨ªamos que ven¨ªamos de un pueblo de Arag¨®n, no nos iban ni a mirar a la cara. Poco a poco empezaron a tomarnos en serio¡±, comenta el responsable de Florida135. Era una mentira solo a medias, porque los de Fraga se aliaron con un periodista musical, Ricard Robles, y dos artistas visuales, Sergio Caballero y Enric Palau, que hab¨ªan ideado un peque?o festival de electr¨®nica en la ciudad catalana llamado S¨®nar.
Estaban tan seguros de su apuesta, que el cambio fue radical. ¡°Sin anestesia ¡ªdice Arnau Dur¨¢n¡ª. Tanto que el fin de semana anterior estaba actuando Joaqu¨ªn Sabina en Fraga¡±. Para que la gente se enterara de las novedades, los miembros de la familia se encargaron ellos mismos de enviar por correo 20.000 flyers, ¡°meti¨¦ndolos en sobres uno a uno¡±.
El haberse convertido en clientes habituales de las grandes discotecas extranjeras dio sus r¨¦ditos: ¡°Los primeros tres a?os perdimos dinero con la nueva programaci¨®n. Por suerte, gente como Jeff Mills, Carl Cox y Richie Hawtin ven¨ªan a Fraga casi gratis, por amistad. Mi padre los quer¨ªa como a hijos¡±, cuenta el empresario.
Su proyecto paralelo es el que logr¨® convencer a los j¨®venes espa?oles de que se pusieran a bailar en medio de un campo agr¨ªcola. La Monegros Party, en el desierto que luego acogi¨® durante 20 a?os el exitoso festival, ayud¨® a atraer a la gente a la Florida. Editaban una revista en la que inclu¨ªan un diccionario de electr¨®nica que explicaba qu¨¦ era el acid, el house y el drum & bass. ¡°Quer¨ªamos acabar con el t¨®pico del espa?ol que siempre va un paso por detr¨¢s¡±.
La ruta valenciana del bakalao apenas pas¨® por all¨ª. ¡°Sab¨ªamos que lo de Chimo Bayo, aunque en ese momento llenaba las salas, s¨ª que pasar¨ªa de moda¡±. Solo se sent¨ªan intimidados por la sala Scorpia que abri¨® a principios de los noventa cerca de Igualada (Barcelona), ¡°aunque eran m¨¢s maquineros¡±, y por Pach¨¢: ¡°Con los que tenemos una historia paralela¡±.
De Sitges a Ibiza
El primer Pach¨¢ del mundo se abri¨® en Sitges en 1967, aunque ahora cuenta con 25 locales en 12 pa¨ªses distintos. Al igual que Florida135, pas¨® de ser un sal¨®n de baile a una gran discoteca. ¡°Fue un ¨¦xito desde el principio, un local as¨ª en un pueblo costero al que ven¨ªan las suecas¡±, asegura Willy Serra, amigo y escudero desde hace m¨¢s de 40 a?os del impulsor del imperio del ocio nocturno, el ahora octogenario Ricardo Urgell. De ¨¦l dice que es un hombre inquieto, que ¡°le gustaba crear discotecas, pero luego no quer¨ªa llevarlas¡±. No pas¨® mucho tiempo hasta que Urgell se fue a Ibiza a montar otro Pach¨¢, ¡°con clientes jipis adinerados de Europa y California¡±. Fue el momento previo a su salto a la electr¨®nica, que apuntal¨® la edad de oro de las discotecas espa?olas.
¡°Ku y Amnesia tambi¨¦n marcaban la tendencia en Ibiza, sobre todo cuando eran al aire libre¡±, comenta Juan Arnau Dur¨¢n desde Fraga. ¡°Locom¨ªa, que ahora nos parece tan hortera, era de lo m¨¢s transgresor entonces, tambi¨¦n estuvieron en Florida135¡±.
Willy Serra, que tiene un blog lleno de an¨¦cdotas de la ¨¦poca, le da la raz¨®n. ¡°Ku se puso un paso por delante de Pach¨¢ en el verano de 1987, cuando empez¨® a programar house de Chicago. El Nitsa de Barcelona tambi¨¦n fue muy importante para crear una industria solvente. Luego, lo del bakalao no ten¨ªa nada que ver con todo esto. Sonaba a serrucho¡±, asegura.
?Fue el botell¨®n el que mat¨® a la cultura de club? ¡°Al principio lo odiaba", asegura Juan Arnau Dur¨¢n. "Ve¨ªa a los chicos en el parking de la Florida y me daba rabia. Mi padre, que era un visionario, dec¨ªa que si el botell¨®n no existiera tendr¨ªamos que inventarlo. Ten¨ªa raz¨®n. Luego comprend¨ª que no se trataba solo de beber barato; los j¨®venes ten¨ªan as¨ª su espacio para relacionarse, hacer amigos antes de ir a bailar. Con el tiempo, dec¨ªamos que en Florida135 ten¨ªamos cuatro salas y que, en verano, la quinta era el parking¡±.
Serra tiene una idea muy distinta. ¡°El botell¨®n nunca entr¨® en mi cabeza. Si en mi ¨¦poca hubi¨¦ramos hecho eso, las chicas no nos hubieran dado bola por pringados, pero supongo que si lo hacen todos deja de ser de pringados¡ Pero la cultura de club en Ibiza muri¨® sola, de ¨¦xito. La m¨²sica se comercializ¨®. Si hace cinco a?os me hubieras dicho que el reggaeton triunfar¨ªa como lo est¨¢ haciendo ahora, te hubiese dicho que estabas loco¡±.