Muere Jos¨¦ Manuel Costa, cr¨ªtico de m¨²sica y arte
Fue el responsable de la cobertura del pop en los primeros a?os de EL PA?S, aparte de fundador de Radio El Pa¨ªs
Jos¨¦ Manuel Costa, periodista, falleci¨® la noche del martes en Madrid, tras sufrir un infarto y ser sometido a una operaci¨®n a coraz¨®n abierto. Costa, de 68 a?os, era un hombre de grandes curiosidades que tuvo una carrera extraordinariamente variada: le llev¨® desde la cr¨ªtica musical al comisariado de exposiciones de vanguardia, pasando por el puesto de corresponsal en ciudades como Berl¨ªn y Londres.
Hijo de doctor, estudiaba medicina cuando se cruz¨® en su vida la militancia pol¨ªtica y, muy propio de aquella generaci¨®n, la m¨²sica pop en su periodo m¨¢s expansivo. A principios de los setenta, hab¨ªa dejado la casa familiar. Se independiz¨® y mont¨® un piso abierto a todos: le caracterizaba la hospitalidad. Se ganaba la vida en diferentes frentes: traducciones del alem¨¢n, radio en Onda 2, labores de promoci¨®n en la Compa?¨ªa Fonogr¨¢fica Espa?ola, reportajes en TVE, las emergentes revistas musicales.
Entr¨® en EL PA?S como periodista y cr¨ªtico de m¨²sica pop, inicialmente compartiendo territorio con Moncho Alpuente. Costa advirti¨® lo excepcional del momento: triunfaban los cantautores pero el rock aut¨®ctono surg¨ªa de las catacumbas y se regularizaban las visitas de figuras internacionales. El peri¨®dico consideraba que la m¨²sica pop era una de sus se?as de identidad y tom¨® la decisi¨®n de incluirla en sus p¨¢ginas de Cultura (en otros medios, estaba vetada o arrinconada en secciones m¨¢s fr¨ªvolas).
Costa apost¨® por lo que en 1979 se llamaba nueva ola y que ha pasado a la historia como la movida. En contra de lo que ahora se afirma, aquel fen¨®meno se encontr¨® con enormes resistencias ¨Cpor ejemplo, el PSOE apostaba por el rock urbano, a cuyo alrededor detectaba un caladero de votos- y tard¨® cuatro a?os en ser comercialmente viable. El apoyo del peri¨®dico result¨® esencial para su consolidaci¨®n y la aparici¨®n de movimientos similares en otras ciudades del pa¨ªs. A partir de 1983, Costa tambi¨¦n funcion¨® como subdirector de La Luna de Madrid, el an¨¢rquico ¨®rgano intelectual de la movida.
Tambi¨¦n puso en marcha Radio El Pa¨ªs, cuya programaci¨®n alternaba tramos de m¨²sica sin presentaciones con espacios rompedores que luego se prolongar¨ªan en otras emisoras.
Despu¨¦s, inici¨® un peregrinaje que le revel¨® como un periodista todoterreno. Tras colaborar en las p¨¢ginas de Cultura en Diario 16 y ABC, en los noventa acept¨® la responsabilidad de convertirse en corresponsal de ABC en Berl¨ªn, donde cubri¨® la reunificaci¨®n de las dos Alemanias y (una experiencia a¨²n m¨¢s transformadora) la emergencia del techno berlin¨¦s.
Hac¨ªa 1998, se traslad¨® a Londres, obligado a seguir el proceso de extradici¨®n de Augusto Pinochet. Public¨® literalmente centenares de textos sobre aquel enmara?ado caso; el ritmo de las noticias era tal que abandon¨® su piso de corresponsal para instalarse en un hotel situado junto al juzgado de Bow Street donde se decid¨ªa el destino del antiguo dictador chileno.
A la vuelta a Espa?a, se involucr¨® en P¨²blico, donde llev¨® la secci¨®n de Culturas hasta que se encontr¨® con un conflicto est¨¦tico. Interesaban poco las nuevas tendencias: la direcci¨®n apostaba por publicitar el star system espa?ol. Seg¨²n explicaba, sin perder el humor, a la quinta vez que le obligaron a preparar una p¨¢gina doble sobre Javier Bardem, sin mucha justificaci¨®n informativa, dimiti¨®.
Ya como freelancer, Jos¨¦ Manuel Costa se implic¨® en el arte y en la m¨²sica de vanguardia, ejerciendo como cr¨ªtico, conferenciante, comisario de exposiciones e incluso DJ. Pero, ay, la crisis econ¨®mica asfixi¨® sus iniciativas m¨¢s queridas. Otros se habr¨ªan hundido an¨ªmicamente pero Costa era un optimista, un curioso vocacional, un comunicador incansable. En los ¨²ltimos a?os, intent¨® ampliar las fronteras sonoras de Radio Cl¨¢sica con V¨ªa L¨ªmite y termin¨® en Radio 3 Extra, con Retroman¨ªa. Hac¨ªa igualmente cr¨ªtica de arte en eldiario.es.
Babelia
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