La falla de Dal¨ª y su af¨¢n por cobrar: ¡°Hay que perseguirlos como a ratas¡±
Cartas in¨¦ditas revelan la rabieta del pintor con los artesanos valencianos por la construcci¨®n de su obra en 1954
Pintor, escultor, ilustrador, dise?ador, escritor, publicista, cineasta, escen¨®grafo... Salvador Dal¨ª toc¨® todos los palos, incluso alguno que, de entrada, cuesta asociar con ¨¦l, como la creaci¨®n de una enorme e innovadora falla que ardi¨® la noche del 19 de marzo de 1954 tras levantar, como casi todo lo que Dal¨ª hac¨ªa, gran pol¨¦mica. Unas cartas in¨¦ditas que guarda la Biblioteca Nacional de Catalunya muestran c¨®mo el pintor se enfad¨® con los falleros porque no le pagaban cuando quer¨ªa. ¡°Lo de la falla se hubiera tenido que hacer mano a mano. Cuando te entregan el dinero, dar el proyecto. Ahora hay que perseguirlos como a ratas. Espero que a¨²n no nos cueste dinero¡±, escribe, entre otras perlas, a su primo abogado y hombre de confianza, Gonzalo Serraclara.
En 1953, un a?o antes, Dal¨ª hab¨ªa recibido el encargo de dise?ar la falla de la entonces plaza del Caudillo, hoy del Ayuntamiento. Era el pintor espa?ol m¨¢s reconocido internacionalmente entonces (am¨¦n de Picasso, en el exilio) y, tras dejar el surrealismo, estaba en plena etapa m¨ªstica, con grandes obras de tem¨¢tica religiosa como La Madonna de Portlligat o el Cristo hiperc¨²bico, lo que le vali¨® el reconocimiento popular y del r¨¦gimen franquista.
En diciembre, Dal¨ª anunci¨® el tema de su falla: una corrida de toros surrealista, en la que destacaba un autogiro, mitad m¨¢quina, mitad ave, que se llevaba volando al toro muerto a la monta?a de Montserrat, donde reposar¨ªa para siempre o acabar¨ªa, en una referencia mitol¨®gica, devorado por las ¨¢guilas, pero no arrastrado como de ordinario. En el centro de la arena coloc¨® a un diestro con alas de mariposa y otras figuras, entre ellas varios misteriosos encapuchados. Del p¨²blico solo pod¨ªan verse los brazos agitados en las gradas mientras los opuestos a la fiesta (y posiblemente antidalinianos) se colocaban fuera de la plaza. Al final, a?adi¨® un enorme retrato suyo que parec¨ªa mirar el espect¨¢culo desde las alturas.
Dal¨ª hizo un boceto cuya realizaci¨®n se encomend¨® al escultor y maestro fallero Octavio Vicent, uno de los mejores. Cuando el 17 de marzo la falla empez¨® a plantarse, comenzaron las cr¨ªticas, que destacaron que el artista no hab¨ªa sabido captar el esp¨ªritu cr¨ªtico de estas obras y desvirtuaba el car¨¢cter de la fiesta, aunque reconoc¨ªan que el trabajo llamaba la atenci¨®n y que la prensa extranjera se hab¨ªa hecho eco, lo que garantizaba m¨¢s visitantes. Durante la crem¨¤, la prensa destac¨® que el p¨²blico que llenaba la plaza: ¡°Todos los valencianos, excepto los enfermos, estaban all¨ª¡±. Y rompieron a aplaudir cuando la enorme cabeza de Dal¨ª cay¨® pasto de las llamas. La puntilla la dio al d¨ªa siguiente Vicent en una entrevista en la que dijo que el boceto era ¡°disparatado e inconcreto¡±; que no cre¨ªa que el pintor le hubiese dedicado ¡°m¨¢s de una hora¡± a esos ¡°cuatro trazos mal dibujados... que delatan poco esfuerzo¡±.
Esperar el ¡°¨¦xito rotundo¡±
El maestro fallero se quejaba del escaso tiempo que hab¨ªa tenido para construir la pieza y de que no hab¨ªa visto jam¨¢s a Dal¨ª. Acept¨® el encargo, precis¨®, solo porque ten¨ªa que ganarse la vida. Seg¨²n explicaba, de las 110.000 pesetas que costaba la falla, ¨¦l ganaba 12.000, mientras que al pintor ya le hab¨ªan pagado m¨¢s de 25.000.
Pero Dal¨ª, convencido de que su trabajo ser¨ªa ¡°un ¨¦xito rotundo¡±, tambi¨¦n se qued¨® a gusto con sus cr¨ªticas. En las cartas a Serraclara se queja del trato y de las exigencias de los falleros. En una misiva le manda el dibujo y las insignias (una mano ardiendo sobre un caracol) que tambi¨¦n cre¨® para la ocasi¨®n: ¡°Con un mes tienen de tiempo de sobra para hacerla¡±. En una tercera carta, tambi¨¦n conservada en la Biblioteca Nacional de Catalunya, escribe, menos exigente: ¡°Esperaba saber si hab¨ªan conseguido resolver el armaz¨®n general antes de completar el resto¡±. Aquella estructura que propon¨ªa el artista, seg¨²n confes¨® Vicent, supuso un quebradero de cabeza, ya que Dal¨ª quer¨ªa que el toro ¡°estuviera en el aire, con todo el peso encima, tocando con un cuerno a una roca; cosa imposible, claro¡±.
Dal¨ª tambi¨¦n pide a su primo que las figuras de cera que conducen el helic¨®ptero tendr¨ªan que salvarse del fuego; que no se desvelara ¡°la identidad de los encapuchados hasta el d¨ªa de la quema. Y que se pongan dos o mejor cuatro, no m¨¢s, ya que ser¨ªa confuso¡±. En una ¨²ltima carta se interesa por el dinero y le pregunta: ¡°Si han pagado ya los falleros y si pagar¨ªan el viaje de Gala y m¨ªo si decidi¨¦ramos venir por un d¨ªa¡±. No ocurri¨®.
Okuda: ¡°Mi falla critica al hombre por ser v¨ªctima del sistema que ha creado¡±
Despu¨¦s de 64 a?os del experimento de Dal¨ª otra falla innovadora ocupa la plaza del Ayuntamiento. Es la llamada Equilibrio universal realizada por Okuda, sobrenombre de ?scar San Miguel (Santander, 1980), uno de los artistas urbanos m¨¢s solicitados, tras irrumpir en el mundo del arte con sus animales, sobre todo ciervos y osos, y personajes formados a partir de poliedros llenos de color. "Recib¨ª una llamada de los maestros Latorre y Sanz que llevan 30 a?os haciendo fallas diciendo que les gustaba mi trabajo, para que participara con ellos en el concurso, el primero que se convoca para la falla del Ayuntamiento. Hice el boceto, lo ganamos, lo llevamos a 3D y luego a real, en una composici¨®n muy fallera, con un lenguaje m¨¢s contempor¨¢neo y? digital", asegura Okuda que llegar¨¢ a Valencia este s¨¢bado para asistir a la crem¨¤ del lunes.
Su falla est¨¢ llena de los iconos que identifican su trabajo. En el centro, una especie de t¨®tem en el que se ven dos figuras de mujer ¡°dos diosas cl¨¢sicas¡±, sostienen el mundo convertido en hucha en la que se introduce un euro. En sus primeros a?os se acostumbr¨® a ver como sus grafitis desaparec¨ªan casi de forma inmediata, ahora, sus encargos son otros: grandes fachadas y medianeras de enormes edificios, o interiores de iglesias desacralizadas. ¡°Los valencianos me van a ayudar a entender que una obra que ha costado tantos esfuerzos desaparezca en minutos¡±, justifica el artista que asegura que en su trabajo ¡°no hay burla, sino una peque?a cr¨ªtica al ser humano, que digamos que es v¨ªctima del sistema y a la modernidad que ha creado¡±.
Pero el trabajo de Okuda tambi¨¦n ha recibido cr¨ªticas, entre ellas la de ser una falla poco arriesgada, de poca altura. ¡°Por m¨ª ser¨ªa mucho m¨¢s alta, el problema es el presupuesto¡±. A Dal¨ª lo criticaron por no implicarse en el trabajo. ¡°Yo me implico en todo lo que hago, porque te lo tienes que creer y poner lo m¨¢ximo y creo que se nota en el resultado que la conexi¨®n con los maestros falleros ha sido incre¨ªble¡±, prosigue el artista convencido de que a partir de ahora ¡°habr¨¢ m¨¢s fallas que romper¨¢n con la tradici¨®n. Habr¨¢ un antes y un despu¨¦s de mi falla¡±, dejando claro que le gustar¨ªa repetir: ¡°le ponen mucha pasi¨®n. Es una de las fiestas m¨¢s creadoras que conozco y tiene mucho que ver conmigo y mi trabajo¡±.
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