En el arranque de Lady Bird, la pel¨ªcula de Greta Gerwig que se fue con las manos vac¨ªas en la pasada ceremonia de los Oscars y que el cr¨ªtico de The New York Times A. O. Scott consider¨® sencillamente ¡°perfecta¡±, madre e hija aparecen en una cama de hotel durmiendo frente a frente en postura fetal. Segundos despu¨¦s, ya en la carretera, las dos lloran juntas y desconsoladas mientras escuchan el final de Las uvas de la ira en un audiolibro que ha durado m¨¢s de 20 horas. Es el dulce preludio a una discusi¨®n que acabar¨¢ por las malas con un "que te jodan mam¨¢" pintado en la escayola rosa del brazo de la joven, interpretada por Saoirse Ronan. Bastan esos segundos de precisa monta?a rusa emocional para reconocer el verdadero fondo de esta historia sobre el vuelo de una adolescente so?adora (esnob, dice la madre) que en busca de s¨ª misma choca con el espejo de su cabal madre (insensible y paleta, piensa la hija). Las dos tiene raz¨®n, o sus razones, porque en definitiva se trata de una carta de amor entre dos mujeres cuya irremediable pugna es la de cualquier relaci¨®n materno-filial del pasado, del presente y seguramente del futuro.
El cine narrado por mujeres puede, como en ¡®Lady Bird¡¯, cambiar la representaci¨®n de la maternidad
Este a?o, el cine nos ha regalado un notable n¨²mero de madres para el recuerdo. La superviviente madre soltera de The Florida Project, la justiciera de Tres anuncios a las afueras, la tirana de Yo, Tonya, la desnaturalizada de Sin amor o, m¨¢s pr¨®ximas geogr¨¢ficamente, la madre ausente de La enfermedad del domingo, o Julita Salmer¨®n, esa fascinante madre ni?a del documental Muchos hijos, un mono y un castillo que se ha convertido en todo un fen¨®meno en Espa?a con medio mill¨®n de euros en taquilla y 15 semanas seguidas como la pel¨ªcula m¨¢s vista en la cadena de cines que la exhiben. En los Oscar, Allison Janney (mejor actriz de reparto) se llev¨® la gloria por dar vida a la infernal y abusiva LaVona, feroz progenitora de la patinadora Tonya Harding en Yo, Tonya y Frances McDormand (mejor actriz) por la vengadora Mildred Hayes de Tres anuncios.
Si se cumple el deseo que McDormand expres¨® al recoger su Oscar de un Hollywood m¨¢s inclusivo, las historias narradas por mujeres pueden multiplicarse y esa nueva perspectiva ¡ªmujeres articulando de cara a la pantalla su propia experiencia con el deseo, el sexo, la amistad o el poder¡ª podr¨ªa darle un giro fundamental a la construcci¨®n cultural alrededor de la maternidad y las relaciones materno-filiales. Es el giro que logra Lady Bird o el de la paradigm¨¢tica serie de HBO Better Things. Creada por la actriz y comediante Pamela Adlon, que produce, escribe, dirige e interpreta la serie (dos temporadas hasta la fecha), Better Things gira alrededor de su relaci¨®n con sus tres hijas y su madre. Los problemas y contradicciones de Sam (su personaje) no ya a la hora de conciliar su vida personal y profesional sino al educar sola a tres hijas capaces de amarla y odiarla con igual intensidad es uno de las reflexiones m¨¢s l¨²cidas sobre lo que significa ser madre en el mundo contempor¨¢neo. Adlon incluso va m¨¢s all¨¢ al cuestionarse tambi¨¦n qu¨¦ es ser hija y por eso introduce a un personaje clave, la senil progenitora, inquietante espejo que le recuerda en todo momento su propia encrucijada hacia la vejez.
Relegadas en su mayor¨ªa a un plano dom¨¦stico o a clich¨¦s m¨¢s o menos freudianos (competidoras con las hijas, castradoras con los hijos), las madres han estado representadas en la gran pantalla desde sus inicios. Si la legendaria y tr¨¢gica La madre (1926), ¨®pera prima de Vs¨¦volod Pudovkin basada en la obra de Maximo Gorki, marc¨® la ruta de la vanguardia del cine sovi¨¦tico, en 1933, John Ford retrataba en Pilgrimage a una madre mucho m¨¢s individualista y hura?a enfrentada a su propia guerra: el amor del hijo por otra mujer. Afortunadamente, la vida le reservaba una nueva oportunidad al personaje que interpretaba Henrietta Crosman y Ford (a quien le debemos algunas de las mejores madres de la historia del cine) redim¨ªa a la anciana. D¨¦cadas despu¨¦s, fue Woody Allen quien llev¨® al paroxismo la relaciones materno-filiales con su cap¨ªtulo Edipo reprimido en la pel¨ªcula coral Historias de Nueva York, en el que la figura gigante y omnipresente de la autora de sus d¨ªas le persegu¨ªa en forma de martilleante deidad por el cielo de Manhattan. Sin duda, al menos en cuanto a tama?o, la madre m¨¢s grande de la historia del cine.
Hay filmograf¨ªas enteras (de Pedro Almod¨®var a Bergman, Cassavetes, Hitchcock o, m¨¢s recientemente la del canadiense Xavier Dolan) que no se entender¨ªan sin su obstinaci¨®n por las figuras maternas. De la aterradora sombra que persigue a Norman Bates en Psicosis a la fr¨¢gil y maravillosa ama de casa de Una mujer bajo la influencia (Cassavetes) o al constante tributo de Almod¨®var a Francisca Caballero, su madre, cuyos recuerdos y memoria han nutrido la imaginaci¨®n del cineasta y muchas de sus historias. Madres memorables son las de Mildred Pierce (Michael Curtiz, 1945), Mamma Roma (Pier Paolo Pasolini, 1962), Imitaci¨®n a la vida (Douglas Sirk, 1959), Alicia ya no vive aqu¨ª (Martin Scorsese, 1974) o Grey Gardens (de los hermanos Maysles, 1975).
Para la brit¨¢nica Laura Mulvey, critica feminista que en el ¨²ltimo Filmadrid imparti¨® las jornadas Mujer y cine: Una mirada a las representaciones de la maternidad a trav¨¦s de la imagen y la narrativa, es el psicoan¨¢lisis el que ha cimentado una visi¨®n err¨®nea de la maternidad, subordinada en todo momento al poder del hombre. Es por esto que para Mulvey el melodrama ha sido el g¨¦nero perfecto para retratar a la madre como v¨ªctima de esa represi¨®n social y dom¨¦stica que la condena al silencio o a un inexplicable segundo plano. En cierta ocasi¨®n, y seg¨²n relata Bertrand Tavernier, un periodista le pregunt¨® a John Ford por su adaptaci¨®n de 1940 de Las uvas de la ira, en la que la gran actriz Jane Darwell interpreta a Ma Joad (papel que le vali¨® el ¨²nico Oscar de la pel¨ªcula junto al del propio Ford por la direcci¨®n). Ford le explic¨® al franc¨¦s que la pel¨ªcula no pretend¨ªa ser un filme social sino un estudio sobre una familia. A lo que el periodista replic¨®: "El tema de la familia es muy importante para usted. ?Por qu¨¦?" Obviedad que el siempre dif¨ªcil y lac¨®nico director de Centauros del desierto despach¨® con poca paciencia y una respuesta ret¨®rica llena de retranca: "Tiene usted madre ?No?"
El personaje de Lady Bird s¨ª tiene madre, incluso comparte con ella su pasi¨®n por la novela de Steinbeck. Al principio del filme, Greta Gerwig incluye una cita de la escritora Joan Didion ("Cualquiera que hable del hedonismo de California nunca ha pasado una Navidad en Sacramento"). Frase que no cobra del todo su sentido hasta el estremecedor mon¨®logo final de su protagonista, la joven Ronan, en el que su pueblerino mundo californiano y su madre se funden al fin en un mismo melanc¨®lico horizonte.
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