La gata de Nuria Espert y la gotera sobre el escenario
Los jefes de sala son los encargados de que nada rompa la magia de una funci¨®n. EL PA?S re¨²ne a seis veteranos profesionales para celebrar el D¨ªa Mundial del Teatro
Una de las primeras cosas que tuvo que hacer Gloria Navarro cuando empez¨® a trabajar en el Teatro de la Abad¨ªa de Madrid en 1996, que por entonces estaba reci¨¦n inaugurado, fue aprender a tocar las campanas como un monaguillo. Su director, Jos¨¦ Luis G¨®mez, quer¨ªa conservar el aura del edificio (una antigua iglesia) dando un toque media hora antes de que empezara cada funci¨®n, como se hac¨ªa cuando se llamaba a misa. ¡°Era muy dif¨ªcil, se me daba fatal al principio. G¨®mez me rega?aba y sub¨ªa al campanario para ensayar conmigo¡±, recuerda. Tambi¨¦n deb¨ªa anunciar el comienzo de las representaciones haciendo sonar una campana de mano en el patio de butacas. El p¨²blico habitual, conocedor del ritual, hac¨ªa mutis en cuanto la ve¨ªa aparecer con el instrumento.
Dos d¨¦cadas estuvo Navarro tocando esas campanas, hasta que se jubil¨® hace dos a?os. Era una de las mil labores que deb¨ªa hacer como jefa de sala de la Abad¨ªa. Labores invisibles pero esenciales para atraer la magia del teatro: que no haya ruidos, que todos est¨¦n c¨®modos en el patio de butacas, que la temperatura sea agradable, que la funci¨®n empiece a su hora¡ Que nada perturbe, en definitiva, la experiencia teatral. Parece f¨¢cil, pero se requieren altas dotes de organizaci¨®n, mucha paciencia (con el p¨²blico, los directores, los actores, los invitados de los estrenos, los pol¨ªticos, la prensa¡), nervios de acero y, sobre todo, amor por el teatro. Su m¨¢xima es la misma que la de los artistas: el espect¨¢culo debe continuar.
Con ocasi¨®n del D¨ªa Mundial del Teatro, que se celebra este martes, EL PA?S reuni¨® el jueves pasado en el Teatro Espa?ol de Madrid a seis veteranos jefes de sala de escenarios p¨²blicos madrile?os para conocer los entresijos de su oficio, que en cierta manera son tambi¨¦n los entresijos del teatro: Gloria Navarro (Abad¨ªa), Pilar Berig¨¹ete (Canal), Mar¨ªa Dolores Fern¨¢ndez y Mar¨ªa ?ngeles Estanislao (Centro Dram¨¢tico Nacional), Francisco Luis L¨®pez (Teatro Real) y Myriam de Maeztu (Teatro Espa?ol). En su memoria acumulan m¨¢s historia del teatro que un compendio acad¨¦mico.
?Ay, los cr¨ªticos!
No hay nada que estrese m¨¢s a un jefe de sala de un teatro que una noche de estreno. Todos los espectadores son invitados: gente de la profesi¨®n, periodistas, pol¨ªticos, gestores, productores, cr¨ªticos. ?Ay, los cr¨ªticos! ¡°Cada uno tiene su butaca asignada, siempre al lado del pasillo, y no les gusta nada que les cambien de sitio. Sobre todo los cr¨ªticos de antes. Ahora es todo m¨¢s informal¡±, explica Pilar Berig¨¹ete, que los ha conocido a todos en los ¨²ltimos 30 a?os. Pero no solo deben estar pendientes de los cr¨ªticos. A ¨²ltima hora, siempre surgen complicaciones. ¡°Hay gente que ves que no viene y que te va a dejar un hueco horrible en una zona central. Y eso hay que evitarlo como sea, no hay nada m¨¢s triste y que d¨¦ peor imagen que un patio de butacas con calvas en un estreno¡±, dice Mar¨ªa Dolores Fern¨¢ndez. ?Y c¨®mo se evitan? ¡°Vamos recolocando sobre la marcha. Pero hay que tener much¨ªsimo cuidado, porque no puedes sentar a cualquiera al lado de un ministro, por ejemplo¡±, contin¨²a.
Y luego est¨¢n los estreneros: locos del teatro que intentan conseguir las entradas de los invitados que fallan a ¨²ltima hora. "Los conocemos a todos. Tienen todo tipo de t¨¦cnicas, algunas un poco retorcidas. Por ejemplo, hay uno que siempre consigue sentarse en sitios buen¨ªsimos. Ten¨ªa curiosidad por saber c¨®mo lo hac¨ªa, as¨ª que un d¨ªa decid¨ª espiarle. Resulta que llamaba por tel¨¦fono antes para reservar entradas a nombre de alguna persona que se sabe que siempre est¨¢ en nuestras listas de invitados. Aquel d¨ªa que yo le espiaba se present¨® en la taquilla del teatro Valle-Incl¨¢n y pidi¨® las entradas del dramaturgo Juan Mayorga. 'Pero usted no es Juan Mayorga, ?verdad?', le solt¨¦. Se hizo el loco y se fue ¡ªrelata entre risas Fern¨¢ndez¡ª. Lo incre¨ªble es que a los pocos d¨ªas me lo encontr¨¦ en el Mar¨ªa Guerrero sentado en una butaca mejor que la m¨ªa".
Empezamos con un poco de historia del teatro espa?ol. En el verano de 2000, aprovechando las vacaciones, se acomet¨ªan reformas en el patio de butacas del teatro Mar¨ªa Guerrero de Madrid, sede del Centro Dram¨¢tico Nacional (CDN). Mar¨ªa ?ngeles Estanislao, por entonces jefa de sala de la instituci¨®n, se acercaba de vez en cuando a ver c¨®mo avanzaban las obras. ¡°Un d¨ªa me apoy¨¦ en un palco y todo cruji¨®. Se parti¨® un trozo de madera y me entr¨® un escalofr¨ªo: parec¨ªa carcoma. Llam¨¦ al t¨¦cnico de plagas y su diagn¨®stico fue peor: ?eran termitas!¡±, recuerda. Al d¨ªa siguiente el edificio fue desalojado y, gracias al hallazgo de Estanislao, se descubri¨® tambi¨¦n un defecto en su estructura que pod¨ªa causar una tragedia. Cuando se reinaugur¨® tres a?os despu¨¦s, tras una rehabilitaci¨®n integral, el coliseo hab¨ªa recuperado su esplendor decimon¨®nico y a la vez se hab¨ªa dotado con las m¨¢s modernas tecnolog¨ªas.
Se sufre y se disfruta mucho en el teatro. Los jefes de sala tanto o m¨¢s que los artistas. En 1990, cuando Estanislao trabajaba en el antiguo teatro Olimpia de Madrid (hoy Valle-Incl¨¢n), ocurri¨® algo que casi le provoc¨® un infarto: Nuria Espert representaba un soberbio mon¨®logo, Maquillaje, cuando una gata se col¨® en el escenario. ¡°La hab¨ªamos adoptado los trabajadores, viv¨ªa all¨ª. La encerr¨¢bamos siempre antes de las funciones, pero ese d¨ªa no la encontramos. Casi me desmay¨¦ cuando la vi plantarse all¨ª en medio. En cambio, Espert ni se inmut¨®: la cogi¨®, la acarici¨® y la incorpor¨® a la obra. ?Impresionante!¡±, exclama.
Mar¨ªa Dolores Fern¨¢ndez, sucesora de Estanislao en el CDN, quiso dimitir diez d¨ªas despu¨¦s de conseguir el trabajo. ¡°Un actor se puso malo y tuvimos que parar la funci¨®n. El p¨²blico empez¨® a patear y me vi morir: en ese momento yo era la m¨¢xima responsable de que aquello no se desmadrara, pero no sab¨ªa qu¨¦ hacer, era una novata. Promet¨ª renunciar al d¨ªa siguiente¡±, relata. Pero no renunci¨®: consigui¨® calmar a los espectadores, devolverles el dinero y que la sangre no llegara al r¨ªo.
Eso fue hace 12 a?os y ahora esta licenciada en Sociolog¨ªa ya no concibe su vida sin el teatro. ¡°Intento ver todas las obras en el ensayo general. Es importante para saber si hay escenas que no se ven desde alguna butaca, por ejemplo. Y tambi¨¦n para poder resolver dudas de los espectadores¡±, afirma. ?Qu¨¦ hace si le piden su opini¨®n sobre un espect¨¢culo? ¡°Si me gusta, lo digo. Si no, respondo que no la he visto¡±, confiesa.
Pilar Berig¨¹ete, jefa de sala de los Teatros del Canal, lleva casi 30 a?os en el oficio y asegura que todav¨ªa se pone nerviosa antes de cada representaci¨®n: ¡°Nos pasa como a los actores, el gusanillo no se quita jam¨¢s. Adem¨¢s, yo no puedo ver un espect¨¢culo entero tranquila. Si veo a alguien mirando el tel¨¦fono, me pongo mala. Si oigo ruidos, me inquieto. Cualquier cosa me distrae: fr¨ªo, calor...¡±.
Tambi¨¦n sufr¨ªa mucho Gloria Navarro en la Abad¨ªa. ¡°Recuerdo una vez que llov¨ªa mucho y se form¨® una gotera justo encima del escenario en medio de una funci¨®n. No pod¨ªamos hacer nada, solo rezar para que el p¨²blico no protestara¡±, explica.
Francisco Luis L¨®pez trabaja en el Teatro Real desde que se reabri¨® en 1997. Entr¨® como jefe de seguridad y hace 13 a?os ampli¨® sus funciones como responsable tambi¨¦n de sala. No recuerda un d¨ªa m¨¢s estresante en su vida que el d¨ªa que Pavarotti anul¨® en el ¨²ltimo minuto su participaci¨®n en un homenaje a Alfredo Kraus. ¡°Unos doscientos espectadores enfurecieron y empezaron a aporrear las puertas del patio de butacas. Fue tremendo¡±, cuenta.
Algo parecido ocurri¨® el pasado 8 de marzo, con menos violencia, cuando no se pudo representar Aida por la huelga del D¨ªa de la Mujer. Parte del personal t¨¦cnico secund¨® el paro y solo se pudo ofrecer la obra en versi¨®n concierto. ¡°El p¨²blico lo comprendi¨® pero estaba muy frustrado. Hay que entender que las entradas para espect¨¢culos como estos se agotan con mucha antelaci¨®n y solo podemos ofrecer la devoluci¨®n del dinero, no hay posibilidad de conseguir butaca para otro d¨ªa. Y eso es poco consuelo para alguien que quiz¨¢ lleva meses con su entrada en el caj¨®n¡±, aclara L¨®pez.
Myriam de Maeztu, jefa de sala del Teatro Espa?ol desde 2005, se encuentra como pez en el agua en su puesto. El teatro siempre ha formado parte de su vida, pues es actriz y ha trabajado con compa?¨ªas m¨ªticas como T¨¢bano y Els Joglars, as¨ª que vive su trabajo con pasi¨®n. ¡°A pesar de llevar a?os todo el d¨ªa aqu¨ª metida, sigo sintiendo una profunda emoci¨®n cada vez que se apagan las luces del patio de butacas. No hay nada comparable a la magia del teatro¡±, proclama.
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