Julia Kristeva, una gran intelectual ahora acusada de esp¨ªa b¨²lgara
Un informe oficial sostiene que la fil¨®sofa mand¨® informaci¨®n a la red de espionaje de la Bulgaria comunista. La acusada niega ¡°haber pertenecido a ning¨²n servicio ni ser autora de ning¨²n informe¡±
La fil¨®sofa y ling¨¹ista Julia Kristeva, acusada esta semana de haber trabajado como esp¨ªa para el r¨¦gimen comunista de Bulgaria, habr¨ªa informado a los servicios secretos de su pa¨ªs natal sobre el clima pol¨ªtico e intelectual en la Francia de la Guerra Fr¨ªa. As¨ª lo indican los documentos oficiales publicados ayer por la Comisi¨®n de los Archivos de la Seguridad del Estado, organismo estatal que difundi¨® en su p¨¢gina web un dosier de 77 p¨¢ginas, en el que aparecen las informaciones que Kristeva habr¨ªa proporcionado, bajo el alias de Sabina, a la polic¨ªa secreta b¨²lgara. La intelectual ha negado esas acusaciones, calific¨¢ndolas como una tentativa de difamaci¨®n ¡°grotesca y falsa¡±.
El informe revela que Kristeva se dedic¨®, principalmente, a observar el debate pol¨ªtico e intelectual en Francia. La misi¨®n que le adjudic¨® el teniente que la habr¨ªa reclutado en junio de 1971, Ivan Bojikov, consist¨ªa en ¡°distinguir los centros ideol¨®gicos que conducen en Francia a un trabajo de debilitamiento de Bulgaria y el campo socialista¡±, seg¨²n la traducci¨®n proporcionada por Le Monde. Kristeva habr¨ªa informado sobre la actividad intelectual de figuras como el poeta Louis Aragon y su revista Les Lettres Fran?aises, pr¨®xima al Partido Comunista hasta el a?o 1972, cuando dej¨® de recibir apoyo econ¨®mico de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que anul¨® las numerosas suscripciones a sus centros universitarios como represalia contra su postura cr¨ªtica durante la invasi¨®n de Checoslovaquia.
Tambi¨¦n aparece el nombre de Roland Leroy, dirigente del Partido Comunista Franc¨¦s, que defendi¨® la postura oficial en p¨²blico mientras la criticaba en privado, seg¨²n recoge el informe bas¨¢ndose en informaci¨®n proporcionada por la agente Sabina.
El dosier publicado el viernes tambi¨¦n habla de la postura francesa ante el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª. ¡°Un cierto n¨²mero de institutos de propaganda franceses est¨¢n en manos de organizaciones sionistas, lo que explica que apoyen, a menudo, posiciones proisrael¨ªes¡±, escribe un agente, a trav¨¦s de averiguaciones de su contacto en Par¨ªs. Pese a todo, el archivo no incluye documentos escritos por Kristeva de su pu?o y letra, seg¨²n el diario b¨²lgaro Dnevnik. La periodista Ekaterina Boncheva, miembro de la comisi¨®n p¨²blica a cargo de estos archivos, afirm¨® a esa misma cabecera que no se hab¨ªa encontrado ning¨²n escrito firmado por ella. En cambio, s¨ª aparecen cartas destinadas a sus padres que fueron interceptadas por los servicios de seguridad y una menci¨®n a su ¡°indisciplina¡±, que aparece en un informe de 1984, por el hecho de ¡°no presentarse a citas o cancelarlas¡±, seg¨²n Dnevnik.
El abogado de Kristeva, Jean-Marc Fedida, declar¨® a Le Monde que la intelectual niega ¡°haber pertenecido a ning¨²n servicio ni ser la autora de ning¨²n informe¡±. ¡°En 1971, particip¨® en el lanzamiento del movimiento Tel Quel, en ruptura con la l¨ªnea oficial del Partido Comunista. Esto la conduce hacia un pasado lleno de sufrimiento, que ha descrito en sus libros. [Kristeva] se indigna respecto al hecho de que sus acciones y su obra puedan ser puestas en duda sobre la base de documentos que, en caso de ser aut¨¦nticos, traducen los m¨¦todos caricaturescos de las polic¨ªas totalitarias¡±, afirm¨® Fedida.
Kristeva, reconocida fil¨®sofa, ling¨¹ista, psicoanalista y te¨®rica de la literatura, adem¨¢s de figura de referencia del feminismo franc¨¦s, lleg¨® a Par¨ªs en 1965 con una beca de estudios, poco despu¨¦s de haber generado suspicacias por un art¨ªculo sobre el deshielo de la Uni¨®n Sovi¨¦tica publicado en una revista intelectual cuando ten¨ªa 22 a?os. ¡°Me dejaron libre, sin duda por no desarrollar ninguna acci¨®n pol¨ªtica ni sindical¡±, explic¨® en 2009 a la revista Regards. Entonces decidi¨® marcharse a Francia y fue considerada una ¡°renegada de la patria¡±, aunque sorprende que lograra dejar Bulgaria en un tiempo en que entradas y salidas estaban rigurosamente controladas.
¡°Mi director de tesis [sobre el nouveau roman] aprovech¨® la ausencia del director del Instituto de Literatura, un comunista muy dogm¨¢tico, y me ayud¨® a solicitar la beca francesa. La obtuve y me march¨¦ corriendo, antes de que regresara el director, con cinco d¨®lares en el bolsillo, todo lo que pap¨¢ pudo encontrar¡ casi clandestinamente¡±, relat¨® en la citada entrevista. En ella, Kristeva no se defin¨ªa expl¨ªcitamente como disidente, pero dejaba entender que lo fue. ¡°Como toda mi generaci¨®n, no estuve enfrentada a la necesidad de tener ¡°puntos de referencia¡±, como dicen hoy los comunistas que decidieron afiliarse. Al rev¨¦s, quer¨ªa cambiar por completo ese dogma, ese extintor de vida que simbolizaba el cuerpo embalsamado de Dimitrov [l¨ªder comunista b¨²lgaro] en su mausoleo y, despu¨¦s, el Muro de Berl¨ªn¡±, a?adi¨® la fil¨®sofa en 2009.
Al llegar a Francia, Kristeva form¨® parte de c¨ªrculos mao¨ªstas al lado de su marido, el escritor Philippe Sollers, cofundador de Tel Quel y del c¨ªrculo intelectual que se constituy¨® a su alrededor, de inspiraci¨®n marcadamente marxista, pero no alineados con el dogma comunista. La intelectual se ha mostrado cr¨ªtica, en numerosas ocasiones, con el pasado reciente de su pa¨ªs. Tambi¨¦n ha acusado a las autoridades comunistas de haber ¡°asesinado¡± a su padre en un hospital b¨²lgaro en 1989 y de haberle negado una sepultura digna por no ser miembro del partido. Kristeva fue invitada a participar en el congreso del Partido Comunista Franc¨¦s en 1997. Fue entonces cuando pronunci¨® esta frase: ¡°El comunismo es para m¨ª una eleg¨ªa, si no una tragedia. Esa herida nunca ser¨¢ borrada de la memoria de nuestro siglo. [¡] Y, a la vez, es en un diario comunista franc¨¦s, Les Lettres Fran?aises, donde me enter¨¦ de la existencia de la libertad, de una cultura moderna y, tal vez, de una sociedad posible basada en la revuelta¡±.
Laurent Binet: ¡°Preferir¨ªa que la realidad no superara mis ficciones¡±
A trav¨¦s de esta pol¨¦mica, realidad y ficci¨®n vuelven a solaparse. En su reciente novela La s¨¦ptima funci¨®n del lenguaje (Seix Barral), Laurent Binet se inventaba un pasado de esp¨ªa para Kristeva, dentro de la investigaci¨®n sobre el asesinato ficticio del semi¨®logo Roland Barthes que relataba su libro. "S¨¦ que la realidad supera a menudo la ficci¨®n, pero preferir¨ªa que no supere mis ficciones. Encuentro que ser¨ªa un poco vejatorio para mi imaginaci¨®n", reaccion¨® el jueves Binet a trav¨¦s de un correo electr¨®nico.
Por su parte, Jordi Llovet, catedr¨¢tico de Teor¨ªa de la Literatura de la Universidad de Barcelona, coincidi¨® con Kristeva en el Par¨ªs de los setenta, donde asisti¨® a sus cursos en la universidad. Despu¨¦s tradujo uno de sus libros, El texto de la novela, al castellano. "Conoc¨ª muy bien a Julia Kristeva y me parece rid¨ªcula la pol¨¦mica que se ha creado. Si colabor¨® con los soviets, o lo que fuera, debi¨® de ser para conseguir un pasaporte y marcharse a Par¨ªs", opina Llovet, que cree que su ¨²nica voluntad era "no regresar a Bulgaria".
Una antigua disidente anticomunista, la periodista Koprinka Tchervenkova, afirm¨® en la radio b¨²lgara que Kristeva podr¨ªa haber adoptado ¡°una estrategia personal para proteger a su familia¡±. En un documento de 1976 incluido en el dosier hecho p¨²blico el viernes, un agente b¨²lgaro escribe que resulta ¡°evidente¡± que Kristeva ¡°quiere hacer venir a sus padres [a Francia], pero intenta actuar de su forma caracter¨ªstica: obtener algo sin darnos nada a cambio¡±. Otro informe sostiene que Kristeva no cre¨ªa en el socialismo sovi¨¦tico. La intelectual habr¨ªa dicho que el ambiente en Bulgaria le resultaba ¡°deprimente¡± y criticado la ausencia de ¡°pensamiento libre¡± en su pa¨ªs natal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.