¡°Me gustar¨ªa ser m¨¢s que casi Nobel¡±
El keniata Ngugi wa Thiong¡¯o presenta la segunda parte de sus memorias, que relatan su educaci¨®n durante la represi¨®n brit¨¢nica del Mau Mau
Ngugi wa Thiong¡¯o ha regresado para presentar la segunda parte de sus memorias -En la casa del int¨¦rprete (Rayo Verde)- a Barcelona, donde ya present¨® el a?o pasado la primera (Sue?os en tiempos de guerra). En el ¨ªnterin, ha estado a punto de ganar el Premio Nobel de Literatura, al que era uno de los candidatos m¨¢s firmes. ?Qu¨¦ tal es haber sido casi Nobel? El escritor keniata (Kamirithu, 1938), se mesa la barba que, como el cabello, parece entreverada con algod¨®n, y r¨ªe con gran deportividad ante la pregunta. ¡°Casi es casi¡±, responde. ¡°Me alegr¨¦, por supuesto, de que se me considerara entre los favoritos, pero me gustar¨ªa ser algo m¨¢s que casi¡±. ?El a?o que viene, entonces? ¡°No lo s¨¦, ?est¨¢ usted en el comit¨¦?¡±, bromea lanzando una carcajada.
En la casa del int¨¦rprete arranca en 1955 al final del primer trimestre en la escuela, que era donde acababa la primera parte (habr¨¢ una tercera) de las memorias de Ngugi, que en 1967 cambi¨® su nombre ¡°colonial¡±, James Ngugi por el africano y comenz¨® a escribir en kikuyo y swahili, convirti¨¦ndose en un gran defensor de las lenguas de su pa¨ªs. El joven, nacido en una choza (¡°un espacio multifuncional que compart¨ªamos con un reba?o de cabras¡±), tuvo la suerte de poder ingresar en la Alliance High School, una escuela misionera, la primera de estudios secundaria para africanos en Kenia. La vuelta a casa de vacaciones tras ese primer trimestre interno fue especialmente dram¨¢tica. ¡°Era la primera vez que hab¨ªa dejado mi pueblo, est¨¢bamos en plena guerra con los brit¨¢nicos, el Estado colonial que trataba de reprimir el movimiento nacionalista. La escuela era un refugio, un espacio protegido, y hab¨ªa un contraste dram¨¢tico entre lo que viv¨ªas en ella y lo que pasaba fuera, donde hab¨ªa sangre en las calles¡±.
Le cost¨® entrar en los boy scouts porque el nombre suena, por lo visto, a la palabra que se usa en kikuyo para los enterradores? de hienas
Cuando Ngugi lleg¨® a su casa (en un suburbio de Limiru), con su uniforme y sus primeros zapatos, ilusionado por explicar que era de los mejores de la clase, se encontr¨® con un mont¨®n de escombros. La caba?a de su madre y la choza de su hermano ya no exist¨ªan. Todo el poblado hab¨ªa desaparecido. Los brit¨¢nicos hab¨ªan trasladado forzosamente a sus habitantes y a los de otros pueblos a unos terrenos cerca del puesto de mando de las milicias locales, para vigilarlos mejor. ¡°Era en realidad un campo de concentraci¨®n, y ah¨ª hab¨ªan llevado a mi familia¡±.
Su hermano, el Buen Wallace, como lo denomina Ngugi, se encontraba huido y lo persegu¨ªan como miembro de la guerrilla insurgente del Mau Mau. ¡°El Estado colonial lo denominaba as¨ª, que no significa nada, es puro mumbo-jumbo sinsentido, por la sonoridad siniestra. Pero el grupo se llamaba de verdad Land and Freedom Army, Ej¨¦rcito de la Tierra y la Libertad, un nombre muy claro, aunque, por supuesto, los brit¨¢nicos no quer¨ªan claridad. En realidad, cualquiera que luchara contra la opresi¨®n colonial, cualquier disidente, era considerado un terrorista¡±. A su hermano acabaron atrap¨¢ndolo tras caer en una emboscada y lo internaron en el campo de Manyani. Su cu?ada, acusada de colaborar con la guerrilla, fue recluida en la temida c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad de Kamiti.
¡°Cuando un pueblo conquista a otro, le impone su forma de nombrar las cosas, y as¨ª se hace propietario de ellas¡±
La historia de Ngugi en la Alliance High School, mientras afuera ca¨ªa el propio Dedan Kimathi, el legendario l¨ªder del Mau Mau -ahorcado y enterrado en un lugar desconocido-, es la de un chico demediado entre dos mundos (le cost¨® entrar en los boy scouts porque el nombre suena, por lo visto, a la palabra que se usa en kikuyo para los enterradores profesionales de hienas), hondamente aferrado a sus ra¨ªces tradicionales pero educado estrictamente en ingl¨¦s y apasionado devorador de la literatura de los opresores brit¨¢nicos que serv¨ªa como herramienta para el dominio de ?frica. Una contradicci¨®n sobre la que ha escrito y reflexionado abundantemente el autor de Descolonizar la mente, su obra m¨¢s influyente. ¡°Cuando un pueblo conquista a otro, le impone su forma de nombrar las cosas, y as¨ª se hace propietario de ellas¡±, explica Ngugi, que ha hablado del tema durante su participaci¨®n en el festival MOT de Olot y Girona. ¡°Nueva York, por ejemplo, ten¨ªa antes de los colonos europeos un nombre nativo que fue borrado de la memoria. La memoria africana est¨¢ viviendo a¨²n las consecuencias ling¨¹¨ªsticas de la conquista europea. Hay una ?frica franc¨®fona, angl¨®fona, lus¨®fona. Los Gobiernos actuales han de adoptar una pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica m¨¢s progresista que garantice la continuidad de las lenguas africanas¡±.
El escritor, que considera el monoling¨¹ismo una verdadera peste para las culturas, defiende que no debe existir una jerarqu¨ªa de las lenguas sino una red. ¡°Todas tienen la misma capacidad¡±, insiste. ?No est¨¢ cansado de dar la batalla por las lenguas? ¡°No, llevo mucho a?os haci¨¦ndolo y siguen las mismas desigualdades y sus consecuencias, pero no en balde me describen como un guerrero de la lengua. ?La lucha contin¨²a!¡±.
¡°Memorias de ?frica¡¯ es inaceptable¡±
Hay gente a la que le molestan las pullas que Ngugi lanza a escritores europeos a los que considera racistas. Blanco de sus iras son Nicholas Monsarrat, Rider Haggard, Elspeth Huxley (la autora de The flame trees of Thika) o Karen Blixen (Isak Dinesen).
"?Oh, Karen Blixen!", exclama el escritor keniata. "He hablado mucho de ella, incluso en su pa¨ªs, Dinamarca. Reconozco que era una persona interesante y buena escritora, pero su visi¨®n de ?frica, que plasm¨® en su Memorias de ?frica es inaceptable. Consideraba que el desarrollo mental de los africanos estaba detenido en el nivel de un ni?o europeo de 12 a?os. Yo estuve expuesto a muchos libros que si no le¨ªas con atenci¨®n te hac¨ªan tragar cosas como esa. ?Est¨¢n ustedes de acuerdo con ella?, ?podemos leerla pasando por alto esas opiniones? Yo creo que no.La visi¨®n condescendiente hacia los africanos aparece en muchos otros autores. Los africanos no podemos obviarlo".
Ngugi tambi¨¦n ha abjurado de las historias de aventuras del piloto Biggles inventadas por el capit¨¢n W. E. Johns y que le encantaban de joven, hasta que entendi¨® que entre los enemigos del aviador de la RAF estaban los guerrilleros del Mau Mau. ¡°Son estupendas novelas de aventuras, pero cuando ves qu¨¦ acciones hace, a favor de qui¨¦n, contra qui¨¦n... Al crecer me horrorizo ver lo que explicaba¡±.
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