Zaha Hadid se asoma a Nueva York
Una visita al edificio que el equipo de la arquitecta, fallecida hace dos a?os, ha dise?ado en Chelsea
De continuar as¨ª, la desaparecida Zaha Hadid (Bagdad,1950-Miami, 2016) tendr¨¢ pronto m¨¢s edificios p¨®stumos de los que logr¨® levantar en vida. Tras la inauguraci¨®n de la terminal mar¨ªtima en Salerno o de las oficinas del Puerto de Amberes, el equipo de la primera arquitecta que consigui¨® el Premio Pritzker (2004), capitaneado por el alem¨¢n Patrik Schumacher, acaba de inaugurar su primer proyecto en Nueva York. Visitarlo, en la calle 28 con la D¨¦cima Avenida, genera sentimientos contrapuestos de sorpresa, ilusi¨®n, tristeza y preocupaci¨®n. Veamos por qu¨¦.
Chelsea, en el suroeste de Manhattan, es un barrio donde creci¨® la industria metal¨²rgica dando la espalda a la vecina Nueva Jersey. Con el tiempo, en los a?os ochenta, profesionales liberales se mudaron al barrio porque los alquileres eran m¨¢s baratos y la vida -con comercios menos pulidos y mayor mezcla ¨¦tnica- parec¨ªa m¨¢s real. Uno de esos vecinos del barrio, el core¨®grafo Peter Obletz, llev¨® a los tribunales la defensa de las antiguas v¨ªas del tren elevado como espacio p¨²blico.
Eso es lo que es hoy el High Line, un paseo tan urbano como reivindicativo que, queriendo transformar el vecindario, podr¨ªa terminar por trastornarlo. Si con la gentrificaci¨®n -la mejora del barrio con el consiguiente aumento de los alquileres- los vecinos acaban por no poder vivir all¨ª, su ¨¦xito ser¨¢ un fracaso.
Uno llega al edificio 520 28th Street con ese miedo. Y, desde el High Line, no deja de advertir la cara de asombro de los paseantes que se topan con ¨¦l. Es evidente que este inmueble de car¨¢cter escult¨®rico -y con una asombrosa desnudez para la cercan¨ªa con el paseo- contribuye al enriquecimiento arquitect¨®nico del barrio.
La sorpresa no la proporciona solo el atrevimiento formal del edificio (curvo a pesar de estar construido en seco) con una fachada met¨¢lica que rinde homenaje al pasado del barrio y con un gesto -en el encuentro entre las piezas de acero- que marca el cambio de forjado que permite que en 11 plantas convivan 39 apartamentos de 14 medidas distintas. Lo m¨¢s sorprendente es la cercan¨ªa del edificio. Como si quisiera tocar las antiguas v¨ªas: lejos de replegarse, busca el encuentro.
Una de las haza?as del inmueble es que el dinamismo del metal, que parece ornamental, expresa en realidad esa compleja secci¨®n del inmueble que tiene estructura de hormig¨®n y fachada de grandes paneles de vidrio tras los cuerpos met¨¢licos ajustados. Como si de un mecano se tratara.
La fluidez y la sensualidad llevan el sello Hadid. Pero tambi¨¦n la calidad de los encuentros entre las partes. Es en ese buen hacer artesanal ¨Cdentro de un edificio industrial- donde uno reconoce a su autora y a Nueva York a partes iguales y donde se agradece que en una ¨¦poca en la que no es la identidad ni la est¨¦tica de los rascacielos lo que est¨¢ construyendo Manhattan, la arquitecta haya aportado su ambicioso glamour a un edificio donde ella ¡°hubiera querido vivir¡±, cuenta Ed Gaskin, el arquitecto que ense?a el edificio a EL PA?S.
Hace d¨¦cadas que Nueva York amenaza con sucumbir al crecimiento anodino ¨Ccon rascacielos carentes de identidad como el 432 Park Ave. de Rafael Vi?oly- que caracteriza la peligrosa decisi¨®n de convertir las urbes del planeta en fondos de inversi¨®n inmobiliaria antes que en lugares en los que viva la gente. Por eso el rascacielos de Gehry en el 8 de Spruce Street sembr¨® la esperanza: est¨¢ construido con la ambici¨®n que desprenden, todav¨ªa hoy, los dec¨® Chrysler o Empire State. Hadid en Nueva York es a la vez ella y un homenaje a la mejor Manhattan. Se arriesga exponi¨¦ndose ante el High Line y salud¨¢ndolo con sus terrazas, como hace el Whitney de Renzo Piano, unos metros m¨¢s abajo. Aqu¨ª hay calidad constructiva sobresaliente, riesgo en la autor¨ªa, la densidad que precisa la ciudad y, a la vez, vistas y convivencia. Por eso, incluso con viviendas fuera del presupuesto de la mayor¨ªa de los mortales, este cercano juego de medianeras resulta edificante para el futuro de Nueva York.
Babelia
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