Michael Mann de bisuter¨ªa
Christian Gudegast, hasta ahora guionista de dos extra?os productos con apariencia de serie B pero con estrellas parece haber estudiado a fondo 'Heat' para imitarla
JUEGO DE LADRONES. EL ATRACO PERFECTO
Direcci¨®n: Christian Gudegast.
Int¨¦rpretes: Gerard Butler, Pablo Schreiber, O'Shea Jackson Jr., Curtis 50 cent Jackson.
G¨¦nero: thriller. EE UU, 2018.
Duraci¨®n: 140 minutos.
La influencia de Heat en el cine mundial de los ¨²ltimos 25 a?os es tan grande que ha llegado un momento en el que ciertos directores ni siquiera hacen el menor esfuerzo por enmascararlo. Van a por el estilo Michael Mann con la escuadra y el cartab¨®n de la emulaci¨®n, tanto en el fondo como en la forma, en lugar de dejarse atraer por un sentido del thriller de atracos que, partiendo de su base, intente alcanzar nuevos territorios. Y donde no hay nuevos caminos, todo es direcci¨®n prohibida, porque el modelo es para (casi) todos demasiado inalcanzable.
Christian Gudegast, hasta ahora guionista de dos extra?os productos con apariencia de serie B pero plagados de estrellas ¡ªDiablo y Objetivo: Londres¡ª, m¨¢s dotados para el banal fuego de artificio que para la atm¨®sfera de energ¨ªa y desesperanza con la que Mann suele abastecer a sus thrillers, parece haber estudiado a fondo Heat para componer Juego de ladrones. El atraco perfecto. Ese retrato compacto del grupo de bandidos, solidario, fiel e incluso ¨¦tico dentro de la ilegalidad. Esos criminales que gozan de lazos familiares, que llevan una vida de moral intachable, que provocan empat¨ªa, mientras el otro lado, el del grupo de polic¨ªas, viene comandado por un borracho infiel con demasiados problemas personales y sociales.
Y tambi¨¦n en su estilo. Con esas tomas a¨¦reas, nocturnas, calmadas de la ciudad de Los ?ngeles, con m¨²sica envolvente y las luces de los autom¨®viles como una forma de est¨¦tica de la desolaci¨®n entre la jungla de asfalto, tan propias de otra obra maestra de Mann: Collateral. Y, sin embargo, pese a sus toques de western urbano y a su metraje m¨¢s all¨¢ de las dos horas, inflado hasta la hinchaz¨®n, nunca es Mann, nunca se llega a ese estado casi et¨¦reo de su cine, a la profundidad de sus di¨¢logos. Quiz¨¢ Gudegast piense que con un tratamiento de sonido semejante en los tiroteos se roza el espect¨¢culo. Pero no basta. Porque no es solo el ruido. Es el ruido y la furia. Y aqu¨ª no hay m¨¢s que bisuter¨ªa, y un cierto hast¨ªo.
Babelia
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