Un nobel en el Reina Sof¨ªa
Paseo con el escritor turco Orhan Pamuk por el museo madrile?o en busca de las obras que le inspiran
El primer museo que Orhan Pamuk (Estambul, 1952) recuerda haber visitado es el del Palacio de Topkapi, en concreto las salas de porcelanas, alejadas de la atractiva colecci¨®n del sult¨¢n repleta de oro y dagas, de las aventuras con las que fantaseaba su imaginaci¨®n infantil. Les llevaba su madre a ¨¦l y a su hermano, en un tiempo en el que los museos como instituciones estatales, provocaban miedo y respeto y no ten¨ªan mucho p¨²blico. As¨ª que el recuerdo del Premio Nobel de aquellas delicadas piezas mostradas estaba te?ido de aburrimiento, o eso pensaba hasta que se embarc¨® en El museo de la Inocencia, una novela que escribi¨® al mismo tiempo que reun¨ªa objetos para crear ese mismo museo. Cuando lo termin¨® se dio cuenta de la mucha cer¨¢mica que hab¨ªa acumulado, y cuando, en un viaje a China, pidi¨® que le llevaran a ver la mejor porcelana y le dijeron que las piezas m¨¢s exquisitas se encontraban en Estambul, en las salas del Topkapi, comprendi¨® que las fastidiosas visitas de su infancia hab¨ªan dejado poso. Pamuk termina la historia con una carcajada en los pasillos del Museo Reina Sof¨ªa de Madrid, ciudad que ha visitado esta semana durante la gira de promoci¨®n de la novela La mujer del pelo rojo,traducida ahora al castellano. El novelista ha accedido a elaborar un recorrido por la colecci¨®n, y propone arrancar en la exposici¨®n Pessoa. Todo arte es una forma de literatura.
Retratos de Fernando Pessoa. El poeta portugu¨¦s lleg¨® hasta Pamuk de la mano de su editor de Carcanet Press, que public¨® El libro del desasosiego el mismo a?o en que tambi¨¦n sac¨® la primera traducci¨®n del turco al ingl¨¦s. ¡°Se habla de su soledad y de la multitud de personajes inventados que cre¨®, pero a m¨ª Pessoa me ha influido como pintor. Mi primera vocaci¨®n fue esa, y empec¨¦ a estudiar arquitectura pensando que ser¨ªa como Le Corbusier. Pero se impuso la escritura y el pintor qued¨® aplastado¡±, se?ala. ¡°Ahora lo estoy recuperando, vuelvo a pintar. Presentar mis cuadros despu¨¦s de ser conocido como escritor no me ha parecido muy honesto, pero empiezo a salir del armario. Esa es mi otra personalidad, y estoy imaginando y escribiendo esa otra vida. Antes ya hab¨ªa inventado la vida de un ilustrador turco que firmaba las portadas de mis libros y aparece en algunos de ellos¡±. ?Pessoa lleva hasta el l¨ªmite el juego de los personajes que emprende todo novelista? ¡°Pienso que inventaba esos trasuntos porque no estaba del todo satisfecho con el resultado de esas obras y entonces imaginaba que hab¨ªan sido escritas por otros e inventaba a esos autores. Creo que en la ra¨ªz de ese juego de identidades m¨¢s que algo ontol¨®gico se encuentra una cierta insatisfacci¨®n¡±.
Figura en una ventana (1925), de Salvador Dal¨ª. ¡°Este cuadro me recuerda a una obra de Caspar David Friedrich, muestra el paisaje y algo que genera en el espectador esa ansiedad que de peque?o te produce no ser suficientemente alto para asomarte y mirar t¨² tambi¨¦n por la ventana", explica. Divertido, Pamuk se?ala que el reflejo del paisaje en el cristal era algo que nunca hab¨ªa podido apreciar en las reproducciones y reflexiona: ¡°Hay algo en esta obra que explica el trabajo de un novelista, que consiste en narrar a trav¨¦s de los de su personaje y para dotar de fuerza a la historia, para convencer. El punto de vista de una persona, la chica del cuadro, es la v¨ªa de entrada¡±.
Racimo de uvas (1925), de Juan Gris. ¡°Cuando termin¨¦ El museo de la inocencia hab¨ªa coleccionado cerca de 2.000 objetos. ?C¨®mo exhibirlos? El trabajo de Joseph Cornell fue fundamental para construir las cajas en las que segu¨ª el mismo orden que en la novela, cap¨ªtulo a cap¨ªtulo, caja a caja. Mis investigaciones sobre este artista me llevaron hasta Juan Gris. Sin ¨¦l no habr¨ªa Cornell y sin Cornell no habr¨ªa podido hacer el museo¡±, dice Pamuk. Advierte que siente cierto rechazo por el cubismo, o m¨¢s bien por la manera en que ese estilo fue adoptado en determinados pa¨ªses, como Turqu¨ªa y fusionado con el folclore local. Pero le interesa la introducci¨®n de objetos cotidianos en los lienzos, como el peri¨®dico dibujado en este cuadro. ¡°Se acerca al ready-made, es el paso previo. La imaginaci¨®n dada¨ªsta y sus collages abrieron el camino. Mi novela El libro negro sigue esa ruta, se trata de juntar cosas que en principio no deb¨ªan ir juntas¡±.
Rostro del gran masturbador (1929), de Salvador Dal¨ª. Pamuk, por si hab¨ªa alguna duda, confiesa que Dal¨ª le gusta mucho. Esta obra tiene un eco a otra de sus favoritas La persistencia de la memoria que se encuentra en el MoMA de Nueva York. "Como dijo Breton, para m¨ª el surrealismo tambi¨¦n es una liberaci¨®n. Al mirar este cuadro uno piensa que se acuerda de algo pero no sabe muy bien de qu¨¦. Esa ambig¨¹edad es privilegio de la pintura, una novela no puede permit¨ªrselo porque el lector invierte tiempo en leerla no es algo tan r¨¢pido como mirar una imagen. Las preguntas se multiplican: qu¨¦ estar¨ªa pensando cuando lo hac¨ªa, c¨®mo fue a?adiendo peque?os detalles¡±.
Babelia
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