?D¨®nde est¨¢ la pasi¨®n juvenil?

Tres j¨®venes sobre el redondel, henchidos de sue?os y escasa experiencia, que, con toda seguridad, dieron lo mejor de s¨ª mismos; y el m¨¢s afortunado, Pablo Aguado, que cort¨® una oreja al sexto de la tarde, el toro de m¨¢s recorrido y codicia de una decepcionante corrida de Torrestrella.

Y lo mejor de s¨ª mismos es posible que les sirva de poco. Incluso la oreja. La tauromaquia est¨¢ necesitada de toreros con capacidad para sorprender, innovar y arrebatar. Y ninguno de los tres ofreci¨® razones para la esperanza. Los tres torearon bien, bonito, pero les falt¨® la pasi¨®n que desata la emoci¨®n con la que vibran los tendidos.

?Qu¨¦ dureza¡­! ?No? Dura esta profesi¨®n, extenuante la paciencia de los aficionados y muy urgente que surja un torero joven que ponga el toreo bocabajo. Y no parece que el elegido est¨¦ integrado en esta terna.

Decepcionante, tambi¨¦n, la corrida de Torrestrella. Bonita de hechuras, eso s¨ª, y recogida de pitones, tambi¨¦n, pero sin fortaleza, sin bravura, sin casta, sin clase, sin duraci¨®n¡­ Carne fofa el primero, simplemente noble y tonto el segundo, soso y desabrido el tercero, deslucidos cuarto y quinto, y con recorrido y cierta dosis de casta el sexto.

A pesar de ello, un nutrido grupo de espectadores aplaudi¨® en el arrastre a los toros lidiados en segundo y tercer lugar. Y otro m¨¢s amplio ovacion¨® a Lama de G¨®ngora y Paco Aguado al t¨¦rmino de sus primeras faenas. Y no estar¨ªa de m¨¢s que se pudiera identificar a los aplaudidores y preguntarles a la salida: ?Por qu¨¦? ?Qu¨¦ ha visto usted en esos toros y toreros para cantar su bravura, en un caso, y torer¨ªa, en otro?

Ciertamente, no hubo motivo para tales contentos. Lo mejor, sin duda, la faena al sexto de Pablo Aguado, muletazos limpios, algo fr¨ªos, y grandes los de pecho, pero no hubo la conmoci¨®n esperada, y qued¨® la impresi¨®n de que el toro estuvo por encima del torero. Tres naturales bien trazados ante el tercero, bonitos pero todo a medio gas.

No tuvo la suerte de cara Javier Jim¨¦nez, entregado ante un amorfo primero, y decidido sin m¨¢s ante el desabrido cuarto.

Y Lama mantiene el buen gusto de sus inicios y su aparente fragilidad tambi¨¦n. Le toc¨® un bomb¨®n en primer lugar, pero toda su dulzura la esparci¨® en las tres primeras antes de despedirse de esta vida. No hubo tiempo m¨¢s que para que el torero dibujara algunos muletazos con aroma. El soso no le permiti¨® m¨¢s que una somera justificaci¨®n.

?Y la pasi¨®n juvenil? ?Y esa actitud de comerse el mundo para demostrar a todos que se quiere ser figura? El problema es que esta corrida y sus protagonistas tardar¨¢n poco, muy poco, es ser olvidados.