Quais du Polar: el para¨ªso de los amantes de la novela negra
Gracias a la pasi¨®n de lectores y libreros y a una perfecta organizaci¨®n, el festival se consolida como la cumbre del g¨¦nero en Europa
Las cifras dejan boquiabierto a cualquiera: en Francia, uno de cada cinco libros vendidos es de g¨¦nero negro, 20 millones de ejemplares en total repartidos en unas 80 colecciones distintas. Por eso, y por la uni¨®n perfecta de lectores, escritores y libreros y por un apoyo p¨²blico y privado dif¨ªcil de encontrar por otros lares, Lyon se ha convertido en un para¨ªso y en un punto de referencia esencial para miles de lectores y fans del g¨¦nero. Como otros a?os, he pasado unos d¨ªas por el Quais du Polar y comparto ahora algunas de las experiencias que no he contado otros a?os (por aquello de no cansar a quienes hayan le¨ªdo otros post).
En Lyon te pueden pasar cosas magn¨ªficas. Antonio Manzini me contaba atribulado sus problemas con Rocco Schiavone, su personaje estrella, mientras tom¨¢bamos una cerveza en el peque?o bar del Palais de la Bourse, sede central del festival. ¡°Estoy escribiendo dos libros a la vez, dependiendo de d¨®nde me lleve. Es de locos¡±, me cuenta en un ingl¨¦s que recurre a palabras italianas m¨¢s por gusto est¨¦tico que por necesidad.
Antes de hablar con Manzini hice una de las cosas que m¨¢s me gustan en el Quais du Polar: pasear entre las enormes colas de gente que espera para que les firmen libros. All¨ª puedes ver a lectores con uno, dos, cinco o quince libros de un autor para ser firmados por ¨¦l. Los horarios son estajanovistas para que se pueda atender a todo el mundo y las librer¨ªas acogen en sus puestos a los escritores en un ambiente festivo a pesar del cansancio que se va acumulando. Se ve a la gente comprar libros, muchos libros, y a los libreros hablar de ellos con pasi¨®n y conocimiento. Es una fiesta.
All¨ª se come con quien toca. La tradici¨®n de mesa comunal francesa y las necesidades organizativas se imponen. Si el a?o pasado me toc¨® cenar y re¨ªrme con la mafia (literaria) de Quebec, en esta ocasi¨®n compart¨ª una peculiar comida con Selma Dabbagh, escritora brit¨¢nica de origen palestino, y un escritor y periodista franc¨¦s de cuyo nombre mejor no voy a acordarme y que, entre otras lindezas, nos cont¨® que tiene que acabar sus novelas en Bali, que si no no puede el hombre. En fin. Una de las cenas fue con Bernard Minier y parte de su equipo y all¨ª pude seguir comparando la fortaleza del sistema editorial franc¨¦s respecto al espa?ol.
Entre las librer¨ªas que van al festival, una muestra del poder cultural de Lyon, encontramos tambi¨¦n algunos outsiders, gente que vende su historia. Entre ellos hay unos encantadores chalados del g¨¦nero, los de 813, que publican una revista con pinta de fanzine en la que se pueden encontrar verdaderas joyas. Yo, en esta ocasi¨®n, me llev¨¦ un especial sobre el gran Jean Patrick.- Manchette y, de regalo, una conversaci¨®n con el tipo que las vend¨ªa sobre la grandeza de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n. Hasta el a?o que viene. Vive le noir!
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