Pedro Sorela, cl¨¢sico y moderno
El periodista fallecido fue tambi¨¦n narrador, ensayista y un exigente profesor de Universidad elogiado por sus alumnos
Para los lectores atentos, primero debi¨® de ser ¡ªtras su paso por la agencia Europa Press¡ª el periodista de la secci¨®n de Cultura de este diario, entre 1988 y el 2001, en su faceta de articulista, reportero y entrevistador (su libro La entrevista como seducci¨®n, 2017, es un modelo sobre tan dif¨ªcil g¨¦nero). Luego, el cronista, el narrador y el ensayista. Y, finalmente, para sus afortunados alumnos, el profesor de universidad. En todos estos campos destac¨® Pedro Sorela, pero me temo que se le prest¨® menos atenci¨®n de la que merec¨ªa en el terreno de la ficci¨®n y el ensayo. Cultiv¨® tambi¨¦n otras pasiones art¨ªsticas, tales como la fotograf¨ªa y el dibujo, como puede observarse en su p¨¢gina web, e incluso en alguno de sus libros.
Pedro, de compleja personalidad, ten¨ªa una manera peculiar de andar y de sostenerse en pie. Su mirada sol¨ªa ser firme ¡ªobserven las fotos suyas que estos d¨ªas publica la prensa¡ª y la risa pod¨ªa ser leve, pero tambi¨¦n estruendosa, echando la cabeza hacia atr¨¢s, mientras que la voz parec¨ªa salirle de las mismas entra?as, cuando no te abrasaba con su silencio. Coincid¨ª con ¨¦l en dos ocasiones en el jurado del Premio de Narrativa Torrente Ballester, que se fallaba en La Coru?a, y pocas veces he visto a nadie que fuera tan buen lector como estricto cumplidor de sus obligaciones, ni tan feroz con la pereza de los dem¨¢s, cayendo incluso en la intransigencia. Como comensal (?las lentejas de El caldero, en Madrid!) y conversador le gustaba alargar los encuentros y la charla hasta que acab¨¢bamos agotados, con dimes y diretes sobre el periodismo, la vida literaria, la decadencia de la ense?anza universitaria, y sobre las se?oras m¨¢s inteligentes y atractivas. Entre otras muchas, recuerdo ahora una velada que compartimos con Ant¨®n Castro y que acab¨® alarg¨¢ndose hasta las tantas, arrastr¨¢ndonos a todos por las terrazas de la Castellana, entre risas, humo, bebidas y charla.
Pedro se consideraba, por encima de todo, escritor, y ten¨ªa en su haber diversas novelas y libros de cuentos, la mayor¨ªa publicados por Alfaguara, apreciados ¨Csin estridencias- por la cr¨ªtica m¨¢s solvente. Entre las primeras, creo que prefer¨ªa Aire de mar en G¨¢dor (1992), Viajes de Niebla (1997), Ya ver¨¢s (2006) y El sol como disfraz (2012). Pero no eran menores los libros de relatos notables: Ladr¨®n de ¨¢rboles (1998), Cuentos invisibles (2003), Historia de las despedidas (2008) y Lo que miran los vagos (2015); muchos de ellos inspirados en sus frecuentes viajes, af¨¢n que hered¨® de sus progenitores. Este ¨²ltimo libro de cuentos apareci¨® en una colecci¨®n dirigida por m¨ª en la editorial Menoscuarto dedicada a la narrativa breve. ?l sol¨ªa comentar al respecto, con su habitual iron¨ªa, que en Espa?a pronunciar la palabra "cuento" resultaba casi delictivo. Ten¨ªa mucha fe puesta en su novela Banderas de agua (Frontera D, 2016), que antes se hab¨ªa llamado Sombras del tibur¨®n. Le gustaba bromear diciendo que esperaba poder vivir en la vejez de sus derechos y sol¨ªa referirse a ella como la novela de los tiburones nacionalistas. Se trata de una alegor¨ªa contra las fronteras, protagonizada por animales. Adem¨¢s, creo que sigue in¨¦dita la que ¨¦l llamaba mi novela rara sobre viajes. Public¨® tambi¨¦n varias narraciones para ni?os y j¨®venes en prestigiosas colecciones como El barco de vapor, Alfaguara Juvenil o Loqueleo.
Pero para ¨¦l hab¨ªa tambi¨¦n otras maneras de ser escritor. Por ejemplo, como ensayista y profesor, transmitiendo a los j¨®venes lo mucho que sab¨ªa, su rigor y exigencia, pues ten¨ªa una s¨®lida formaci¨®n que pasaba por el conocimiento tanto de los cl¨¢sicos como de los modernos. En sus clases de la Universidad Complutense ense?aba Redacci¨®n y en el m¨¢ster, las ¨²ltimas tendencias de la escritura. No en vano dedic¨® estudios a Shakespeare, Stendhal, Faulkner, Saint-Exup¨¦ry y Borges, entre otros muchos autores de su preferencia. Creo recordar que fue con su libro El otro Garc¨ªa M¨¢rquez. Los a?os dif¨ªciles (1988), con el que se dio sobre todo a conocer dentro de esta faceta.
No puedo acabar sin mostrar mi sorpresa ante el escaso eco que obtuvieron sus ¨²ltimos libros. Ni siquiera en este peri¨®dico, que fue siempre el suyo, le prestaron atenci¨®n. Pero tampoco quiero ocultar mi emoci¨®n tras leer en Twiter, territorio para m¨ª ignoto, tantos comentarios elogiosos de sus estudiantes, con quienes sol¨ªa ser muy cr¨ªtico, por su pereza y falta de preparaci¨®n; quienes ahora lo recuerdan como el hombre que les ense?¨® a escribir mejor, que les hizo leer, insufl¨¢ndoles para siempre el veneno de la mejor literatura. No se me ocurre, en verdad, un elogio mayor.
Fernando Valls es profesor de Literatura Espa?ola en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
Babelia
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