Lower Fourquet
Tras el nombre de F2 hay en la calle Doctor Fourquet una de las galer¨ªas m¨¢s autocr¨ªticas y personales de Madrid
Detr¨¢s de todo lo que vemos cuando entramos en una galer¨ªa suele haber otro escenario mucho menos visible que sustenta (o no) el sentido de eso que estamos viendo. Parece complejo pero no. Todo proyecto con sentido tiene un mapa de ruta, un papel lleno de ideas y direcciones. A veces ese hilo es tan fino que cuesta hasta nombrarlo. Sabes que hay algo que une a todos los artistas que representan, que todos tienen algo que ver, pero no sabemos muy bien qu¨¦ es. En F2 hay tres palabras que dan sentido a su programa de exposiciones: memoria, biograf¨ªa y pintura. Si entramos dentro de una de ellas, la etimolog¨ªa se dispara: archivos personales (Juan del Junco, Diego Delas, Jacobo Castellano, Jaime Pitarch, Vicenzo Castella) que mucho tienen que ver con la autobiograf¨ªa (Maggie Cardel¨²s, Pere Llobera, Miki Leal, Lluis Hortal¨¤) y que, a su vez, enlazan con una importante investigaci¨®n sobre el lenguaje de la pintura (Sime¨®n Saiz Ruiz, Federico Mir¨®, ?lvaro Negro, Antonio Malta Campos).
Pensar la estructura conceptual de una galer¨ªa es darle un plus a las exposiciones que vemos. Tambi¨¦n al trabajo del galerista que no s¨®lo afina el ojo en cuento a ventas se refiere, sino que traza con tiral¨ªneas ese corpus ideol¨®gico por el que decide apostar. La cosa va de contar historias. La de Enrique Tejerizo y Paloma Gonz¨¢lez empez¨® hace mucho, cuando ambos trabajaban en F¨²cares, una de las galer¨ªas m¨ªticas de Madrid, abierta por Norberto Dotor en 1987, cuando su hom¨®nima en Almagro llevaba ya 13 a?os apostando por acercar el lenguaje del arte a la gente. La galer¨ªa era un punto de encuentro habitual en Madrid en un piso de Conde de Xiquena hasta que en 2012 se trasladaron, como tantos, a Doctor Fourquet. Como los cambios no vienen solos, con el nuevo local lleg¨® tambi¨¦n la necesidad de darle un giro a todo. Ah¨ª apareci¨® F2, justo despu¨¦s de que Norberto Dotor se jubilara, y relevo generacional.
De eso hace ya cuatro a?os y todo parece coger sentido: ¡°El cambio creemos que no fue algo dr¨¢stico, sin que nosotros mismos no fuimos conscientes de ello hasta que pas¨® cierto tiempo. Posiblemente lo comenzamos a asumir en el momento en que fichamos a nuestro primer artista como F2 y fuimos realmente conscientes cuando una buena amiga de la profesi¨®n, en una de sus visitas a nuestro espacio, nos hizo el comentario de ¡®esto es muy F2¡¯, explican. Ese artista era Diego Delas, su apuesta m¨¢s joven y seguramente el que aglutine a todos los dem¨¢s. Tienen claro que la cosa, cuando tiene que ver con compartir destino, va de retroalimentarse. ¡°Nos interesan proyectos a largo plazo, cuyo final no se ve porque igual no existe, pero el camino es lo interesante. Camino en el que no s¨®lo madurar¨¢n nuestros artistas, sino F2¡±.
Por los a?os que llevan en activo trabajando en el trasfondo de una galer¨ªa y por los que llevan dirigiendo su propio espacio, conocen bien los entresijos de un negocio que tiene al sector en vilo. La respiraci¨®n es casi artificial hasta en el discurrir de esa calle donde parec¨ªa que todo iba a pasar. Todo tiene su vaiv¨¦n y la potencia de la calle ya no es lo que era. Cuesti¨®n de ciclos, dicen ellos: ¡°Estaba claro, cuando llegamos, que la comuni¨®n de intereses generacionales y conceptuales que hab¨ªa en el ¡®upper Fourquet¡¯ se diluir¨ªa un poco con el tiempo, pero es normal. Era una de las fases del crecimiento que nos llevar¨¢ a otra fase de consolidaci¨®n y replanteamiento, en la que estamos. M¨¢s que potencia, que a veces s¨ª hemos perdido, se ha perdido el factor sorpresa. Pero se mantiene el esp¨ªritu de colaboraci¨®n que quiz¨¢s no se vea desde fuera, pero existe y no tiene pinta de desaparecer. Y esos intangibles son los que han llevado a ¡®renovar¡¯ el panorama¡±, a?aden. Tiramos de ellos para una renovaci¨®n total, en camino inverso, de lo general a lo particular.
?C¨®mo es el mundo del arte en Espa?a? ?Funciona tal y como es?
En general, la gente tiene una idea preconcebida del mundo del arte que no se corresponde con la realidad, puesto que ¨¦ste no es otra cosa que el reflejo de la sociedad en la que vivimos. No hay un solo mundo del arte; hay muchos. Y como ocurre con la sociedad, est¨¢n fracturados, arriba y abajo. El nuestro funciona porque nos hemos acostumbrado a vivir de forma precaria, y no s¨®lo a nivel econ¨®mico. Como el agricultor al que un a?o de sequ¨ªa le hace pasar tres malos , lo mismo nos sucede a nosotros, con la diferencia de que durante mucho tiempo hemos dependido demasiado del sector p¨²blico y ahora estamos intentando volver a tejer una nueva red de visitantes y clientes, que llevar¨¢ a?os, pero que finalmente conseguiremos. Y todo a ello a partir de nuestros amigos, muy fieles.
?C¨®mo se podr¨ªan mejorar esos ¡®mundos del arte¡¯?
Nos gustar¨ªa que fuese totalmente civil, joven de mente y abierto a todo tipo de colaboraciones entre todos los agentes profesionales.
?En qu¨¦ se est¨¢ equivocando el sistema del arte entonces?
En aplicar modelos empresariales neo-capitalistas a empresas que no tienen plan de negocio. Y ah¨ª metemos a todos los agentes.
Os veo con las ideas claras. En general, ?somos cr¨ªticos con el contexto? ?Decimos lo que realmente pensamos?
Aunque parezca mentira, s¨®lo somos cr¨ªticos en c¨ªrculos muy ¨ªntimos. Somos expertos en lamernos las heridas unos a otros. De todas formas, en determinados temas como el IVA o el mecenazgo da igual ser cr¨ªticos... ¡®Hoy no, ma?ana¡¯. En nuestro caso, mantenemos una relaci¨®n muy cercana tanto con los artistas, comisarios, cr¨ªticos o coleccionistas y de una forma algo naif a veces, planteamos debates que esperamos que sirvan para mejorar el trabajo de todos.
?El ¨¦xito te hace singular?
Buscarlo, desde luego que no, pero lo intentamos todos. No queremos morir de ¨¦xito, pero preferimos continuar haciendo lo que nos gusta, con la que gente que nos gusta y poder vivir de ello.
?Y ese tema c¨®mo est¨¢? Sabemos que los artistas no viven del arte, ?los galeristas tampoco? ?No es rentable trabajar en una galer¨ªa?
Bueno bueno... seguramente muchos de nuestros artistas tienen m¨¢s dinero que nosotros, pero ese es nuestro problema. El asunto es que este trabajo siempre te tiene en la l¨ªnea de salida para hacer una buena venta que te haga dar un salto adelante.
?Hasta qu¨¦ punto las producciones ahogan al artista y a la galer¨ªa? ?Son necesarias para competir en el mercado? ?Qu¨¦ mercado?
Ahogan si entramos en ese juego. Por producciones, nosotros entendemos marcos e impresi¨®n de fotos. Por ejemplo: no tenemos ni material, ni la sala ¨®ptima para proyectar v¨ªdeos a gran formato, as¨ª que mejor nos dedicamos a otra cosa. Hay una frase, que suscribimos, que o¨ªmos hace mucho que dice algo as¨ª como ¡®dilo con un l¨¢piz y un papel y luego ya veremos si se necesita algo m¨¢s¡¯. De todas formas, el mercado es muy grande y hacer parques tem¨¢ticos no es la ¨²nica forma de llamar la atenci¨®n del p¨²blico y desde luego, no es la nuestra.
?Qu¨¦ problemas plantea ahora mismo el ¨¢mbito de las galer¨ªas?
Quiz¨¢s alguien se enfade, pero por muchas vueltas que le damos no encontramos un modelo diferente al actual que permita desarrollar a un artista su trabajo, a la vez darlo a conocer y asumir todas las gestiones derivadas de las exposiciones y ventas. Sobre todo hablando de artistas de media carrera. Lo que pasa que no es lo mismo llamar galer¨ªa a una empresa con 50 trabajadores que a una de dos y un becario, como en nuestro caso. Siempre respetando el trabajo de cada uno, sobre todo el del becario. La viabilidad es limitada si no tienes claros los objetivos y ¡®un plan de negocio¡¯. Somos empresas, culturales, pero empresas y los n¨²meros tienen que salir. El galerista asume la faceta de interlocutor para el artista y la de advisor para el coleccionista. Con el primero se habla y se discute de arte y hasta se ejerce de psic¨®logo, y con el segundo... tambi¨¦n. Dicho esto, lo que s¨ª tenemos claro es que el modelo cl¨¢sico de galer¨ªa est¨¢ cambiando. No sabemos muy bien hacia d¨®nde, pero intentamos no perdernos por el camino.
?Y c¨®mo no perder al p¨²blico? ?Hasta qu¨¦ punto es responsabilidad de la galer¨ªa el hecho de que entren visitantes en ella?
Puede dar la impresi¨®n de que viene poca gente, pero no es as¨ª. En nuestro caso, podr¨ªamos dar datos para cotejarlos con museos u otras salas y realmente sorprender¨ªa la gente que viene. ?Que nos gustar¨ªa que fuesen m¨¢s? S¨ª, porque resulta bastante placentero constatar que tu trabajo tiene una repercusi¨®n. Lo que esperamos es que todos los estudiantes que vienen, que son muchos, sigan haci¨¦ndolo cuando se licencien y todos aquellos que nunca han puesto un pie en una galer¨ªa pierdan ese miedo a hacerlo. En nuestro despacho no hay puerta. Por cierto que, al hilo de esto, un fen¨®meno curioso es la proliferaci¨®n de visitas ¡®en grupo¡¯ a los estudios de los artistas, que no es sino un modelo ferial a menor escala en su versi¨®n m¨¢s verbenera. La visita individual a cualquier galer¨ªa o estudio s¨ª es un lujo. Lo dem¨¢s es marketing, aunque lo hagamos todos.
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