La muerte es un juego de ni?os

¡ªTengo un problema: no s¨¦ c¨®mo representar mi muerte.

¡ªLa muerte no se representa.

Este di¨¢logo entre un actor cansado e inseguro, te¨®rico y sentimental, y una ayudante de direcci¨®n pr¨¢ctica y directa, cine dentro del cine, podr¨ªa definir la doble dicotom¨ªa en la que se mueve la preciosa pel¨ªcula de Nobuhiro Suwa El le¨®n duerme esta noche. ?La muerte tiene m¨¢s que ver con el sosiego o con la desdicha, con el encuentro o con el combate? ?Y el cine? ?Est¨¢ hecho de gravedad o de espontaneidad, de impostura o de libertad?

A trav¨¦s de la imponente figura de Jean-Pierre Leaud, que hace tiempo que dej¨® de ser un simple actor para configurarse como el reflejo de un modo de hacer cine en continuo peligro de extinci¨®n, Suwa ha compuesto una pel¨ªcula que, aun siendo una impagable reflexi¨®n sobre la creaci¨®n art¨ªstica, nunca pontifica, nunca sube el volumen, encontrando siempre el tono justo, incluso en su melanc¨®lica banda sonora, para abordar la trascendencia del crep¨²sculo desde el recreo infantil. Y, como en Yuki y Nina (2009), su anterior obra, coloca como protagonistas a un pu?ado de ni?os que juegan a ser mayores mientras reparten naturalismo en una pel¨ªcula m¨¢gica.

El rey se muere. Como en la obra hom¨®nima de Eugene Ionesco. Como en la excelente Vuelvo a casa (Manoel de Oliveira, 2001), que part¨ªa de la pieza del dramaturgo del absurdo, y con la que tanto tiene que ver El le¨®n duerme esta noche. Y el monarca Leaud retrotrae su mirada hasta la experiencia de vivir y, sobre todo, hasta el consuelo de haber amado, en una suerte de Fresas salvajes que no es sino el sue?o de la raz¨®n. La raz¨®n de un ni?o de 7 a?os.

Hasta el fin, quiz¨¢ irrepresentable, quiz¨¢ puro lenguaje cinematogr¨¢fico. Porque Suwa, que articula su pel¨ªcula por medio de continuos fundidos a negro que convierten los ¨²ltimos d¨ªas en algo paulatino e incontenible, como la vida misma, bien sabe que la muerte, citando a David Chase, puede ser un simple corte a negro.