Sergio Ram¨ªrez: ¡°El escritor es aquel que aprende a vivir dentro de sus libros¡±
El reci¨¦n estrenado Premio Cervantes charla con el periodista Juan Cruz sobre los libros que marcaron su vida
Con el calor de la medalla Cervantes a¨²n latente en su cuello, impuesta este mismo lunes, el escritor Sergio Ram¨ªrez se sienta junto a su amigo y periodista Juan Cruz para hacer un repaso por los libros que m¨¢s influyeron en su trayectoria profesional, pero tambi¨¦n personal. Con este encuentro, se cumplen ya 13 a?os desde que comenzara el ciclo La Biblioteca de¡ en el que la Biblioteca Nacional invita a personajes relevantes del mundo de la cultura para hablar de sus autores y publicaciones predilectas.
¡°Tengo que confesar que lo ¨²nico que yo le¨ªa de peque?o eran tebeos¡±, recuerda el nicarag¨¹ense, que se?ala que era un ac¨¦rrimo lector de historietas, sobre todo del personaje Capit¨¢n Marvel, un personaje parecido a Superman. En seguida, se qued¨® prendado de aquel hombre mayor que se dedicaba a vender peri¨®dicos en las calles y que cuando ve¨ªa alguna injusticia gritaba "Shazam¡± para convertirse en superh¨¦roe. De esta lectura, seg¨²n el autor de Margarita, est¨¢ linda la mar, nace su amor por los personajes con doble o triple identidad.
Creci¨® en un entorno muy sonoro ya que su padre era m¨²sico y a cada hijo que nac¨ªa le daba un instrumentos desde peque?o para que formase parte de la banda familiar. Adem¨¢s, en vez de leer a los grandes de la literatura de principios del siglo XX, los escuchaba a trav¨¦s de la radio. Por ello, pegado al transistor de su casa, entr¨® en la isla del tesoro de Stevenson, en el submarino de Verne o en el barco del pirata Sandok¨¢n de Emilio Salgari. Esta misma importancia a la sonoridad con la que creci¨® le sirvi¨® para encontrar las palabras y expresiones adecuadas para que la lectura tenga ritmo. ¡°A veces paso dos horas terminando un p¨¢rrafo porque suelo buscar los qu¨¦s en el textos, que suenan horribles, y los intento eliminar por otra palabra. Despu¨¦s, lo leo en voz alta para ver si a mi o¨ªdo suenan bien. Esa es la mejor manera de corregir un texto¡±.
?Una vez que vi¨® clara su vocaci¨®n de cuentista, sus principales referentes eran dos autores que en sus escritos eran ant¨®nimos. Ch¨¦jov, que sol¨ªa tener un hilo narrativo marcado por la melancol¨ªa y en la que los personajes viv¨ªan alguna situaci¨®n que no ten¨ªa desenlace claro para el lector, y O. Henry que planteaba sus cuentos casi ¡°como un teorema matem¨¢tico en el que resoluci¨®n era perfecta¡±. ¡°Si tengo que elegir a alguno, los de Ch¨¦jov se convirtieron en mi Biblia¡±.
Para escribir, Ram¨ªrez tiene un ritual. Entra en su despacho, abre las cortinas, observa el jard¨ªn que ve desde la ventana y da al bot¨®n de encendido del ordenador. Se pasa horas y horas delante de la pantalla y de olvida de lo que tiene a su alrededor. "Mi m¨¦dico me recomienda que me levant¨¦ cada 20 minutos, me de paseos, vaya a por agua", comenta ir¨®nicamente a sabiendas de que para es tarea imposible. "El escritor es aquel que aprende a vivir dentro de sus libros, a sentir como lo hacen sus personajes", se?ala el nicarag¨¹ense.
Con la Generaci¨®n del boom latinoamericano, Ram¨ªrez encontr¨® referentes literarios m¨¢s modernos, pero tambi¨¦n a grandes amigos. Gabo, Rulfo, Vargas Llosa¡ Sin embargo, se?ala a este ¨²ltimo como la persona que m¨¢s le ense?¨® sobre mec¨¢nica y t¨¦cnica a la hora de escribir. ¡°Era el m¨¢s novedoso. Desmontaba el espacio y el tiempo de los personajes, y todo en sus l¨ªneas se convert¨ªa en un acertijo¡±, apunta.
Para finalizar, y ya haciendo un repaso de sus libros m¨¢s importantes, Ram¨ªrez cuenta c¨®mo la Revoluci¨®n marc¨® la tem¨¢tica en sus escritos. ?Te dio miedo la sangre? lo escribi¨® en Alemania mientras estaba haciendo una beca para j¨®venes artistas residentes en Berl¨ªn. Estuvo dos a?os con ella, sin embargo, en cuanto estall¨® la revoluci¨®n, la dej¨® a su suerte y se volvi¨® a Nicaragua para formar parte. Posteriormente, lleg¨® el turno de Est¨¢s en Nicaragua, donde mezcl¨® lo que estaba ocurriendo en el pa¨ªs, con su relaci¨®n con el escritor Julio Cort¨¢zar. En seguida comenz¨® Castigo divino, ese libro que escribi¨® en sus ¡°madrugadas¡±. Y por ¨²ltimo y casi como una forma sentimental de cerrar el proceso y dar parte de lo que hab¨ªa ocurrido a tanta gente a su alrededor sac¨® Adi¨®s muchachos. ¡°Sent¨ª la necesidad de hacerlo porque una amiga de mi hijo me pregunt¨® que qu¨¦ le hab¨ªa pasado a su madre en la revoluci¨®n¡±. Y el escritor concluye, casi con pesar por conocer los detalles de c¨®mo la violaron y asesinaron: ¡°Mi intenci¨®n era contarle a esa chiquita la historia de su madre y la de muchos otros que vivieron ese horror¡±.
Babelia
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