Lo mal que han envejecido las series de nuestra infancia
S¨¦ que o¨ªrlo puede doler, pero D¡¯Artac¨¢n y otros h¨¦roes de mi infancia tendr¨ªan que ponerse las pilas para que no les cancelaran la emisi¨®n despu¨¦s del primer cap¨ªtulo
Hay cosas que envejecen fatal, como los dibujos animados de nuestra infancia. Son lo contrario al buen vino y, adem¨¢s, te dejan un poco de resaca emocional al darte cuenta de que te has hecho mayor. En serio. Intentando ejercer mi papel de t¨ªa guay (intensita), eso que el marketing ha bautizado como PANK (las siglas en ingl¨¦s de ¡°t¨ªas profesionales sin hijos¡±), intent¨¦ descubrirle a mi sobrina los dibujos que me gustaban de peque?a. Un d¨ªa busqu¨¦ en Netflix D¡¯Artac¨¢n y los tres mosqueperros. No tard¨¦ ni dos minutos en darme cuenta de que iba a tener que buscar r¨¢pidamente?una alternativa? si quer¨ªa mantener su atenci¨®n.
S¨¦ que o¨ªrlo puede doler, pero D¡¯Artac¨¢n y otros h¨¦roes de mi infancia tendr¨ªan que ponerse las pilas para que no les cancelaran la emisi¨®n despu¨¦s del primer cap¨ªtulo. Vistos con el paso del tiempo, los dibujos resultan planos y hasta se les escucha mal.
Por supuesto, no ten¨ªan ni rastro de una correcci¨®n pol¨ªtica que hoy hubiera hecho imposible que existiera Tonto, el burro de Los Trotam¨²sicos, por ejemplo. Tampoco pasar¨ªan el filtro de g¨¦nero: menudo chasco me llev¨¦ al redescubrir a ¡°Romi, dulce y fiel, que vive enamorada de ¨¦l (Willy Fog)".
Todo esto viene porque yo quer¨ªa homenajear al se?or que ide¨® dos historias que marcaron la infancia de varias generaciones: las de Heidi y Marco. Isao Takahata muri¨® el 5 de abril a los 82 a?os. Su infancia no tuvo nada de buc¨®lico: naci¨® en Ise, en el centro de Jap¨®n y sobrevivi¨® a los bombardeos de Estados Unidos en esa zona durante la II Guerra Mundial. Tampoco fue f¨¢cil la ni?ez de Heidi y Marco, esos dos personajes con vidas tr¨¢gicas que no parec¨ªan escritas para entretener a los ni?os sino para ense?arles que la vida es un valle de l¨¢grimas. Madres que los abandonaban, padres muertos, amigas enfermas, abuelos hostiles... Nada ten¨ªan que ver con los cuentos de Disney. Y a¨²n as¨ª, nos encantaban.
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