A las barricadas, en Rolls-Royce
Ni el pop ni la canci¨®n de autor anticiparon los levantamientos de 1968. Solo la contracultura californiana fue capaz de articular "lo imposible"
Lo cuenta Felipe Cabrerizo en Johnny Hallyday: a toda tralla (Expediciones Polares, 2017). En mayo de 1968, el rockero franc¨¦s vuelve de girar por ?frica y quiere presenciar lo que est¨¢ ocurriendo en las calles de Par¨ªs: ¡°Montado en su Rolls-Royce blanco, se adentra por el boulevard Saint-Germain y se encuentra repentinamente en medio de un enfrentamiento entre estudiantes y polic¨ªas. Cuando tantos unos como otros lo reconocen se quedan paralizados. Un silencio repentino se alza entre los adoquines y las barricadas de fuego mientras todos lo miran. Lentamente, el coche gira una esquina, desaparece y el enfrentamiento contin¨²a como si nada hubiera pasado¡±.
El cantante termina huyendo a Saint-Tropez, a esperar que escampe. Igual postura adopta casi toda la galaxia del pop franc¨¦s. Aunque los cantautores reaccionan en los meses siguientes: Georges Moustaki (Le temps de vivre), Jean Ferrat (Au printemps de quoi r¨ºvais tu?) , Colette Magny (Nous sommes le pouvoir) y, muy ardientemente, Leo Ferr¨¦ (L'¨¦t¨¦ 68,?Paris, je ne t'aime plus). Tambi¨¦n se suman figuras no comprometidas, como Claude Nougaro, que desarrolla en seis minutos su?Paris mai. Las autoridades proh¨ªben su emisi¨®n en radio y TV. Solo a finales de los 70 se acepta esa rebeli¨®n como argumento y decorado: hasta el gaullista Gilbert B¨¦caud lanza?Mai 68, balada que incluye la imagen de ¡°un bonito Rolls que ard¨ªa¡±.
Sin embargo, no hay un tema que funcione como himno inconfundible de los sucesos de Paris. 35 a?os despu¨¦s, cuando Bertolucci rueda So?adores, pel¨ªcula situada en mayo de 1968, la banda sonora contiene abundante rock en ingl¨¦s; la ¨²nica canci¨®n pol¨ªtica incluida viene de la Guerra Civil espa?ola: El paso del Ebro.
S¨ª hubo cantantes en la batalla. En la Sorbona, act¨²a el CRAC (Comit¨¦ Revolucionario de Acci¨®n Cultural), donde se presenta Renaud, menor de edad, futura estrella del rock franc¨¦s. All¨ª conoce a ?variste, nombre art¨ªstico de Jo?l Sternheimer, hoy reconocido cient¨ªfico. ?variste grababa entonces para el sello AZ pero la compa?¨ªa evita sus nuevas canciones de agitaci¨®n y propaganda. Sin embargo, le facilitan el acceso a un estudio y una f¨¢brica de discos. Como experimento de autogesti¨®n, aparece un sencillo con La r¨¦volution y La faute a Nanterre, con portada del dibujante Wolinski. La pareja se volver¨ªa a unir m¨¢s adelante, para publicar ¨Cnuevamente, de modo guerrillero- Reviens Dany, reviens, en protesta contra la orden de expulsi¨®n que imped¨ªa el retorno de Daniel Cohn-Bendit a Francia.
Recordemos que el rechazo al Viejo Mundo se repite en diferentes latitudes: Raimon gritando Diguem no, la checa Marta Kubisov¨¢ recalcando su negativa con versos airados como ¡°esta tierra gobernada por el miedo/ donde el inocente es tratado como asesino¡± (Ne, 1969). Palabras de rabia cuando ya se ha clausurado la primavera de Praga, pero palabras que siembran. Checoslovaquia tendr¨¢ ¨Ccaso ¨²nico- a un activista del 68 como presidente: V¨¢clav Havel.
En realidad, el principal centro de producci¨®n cultural de la ¨¦poca ser¨¢ California. Especialmente, el rock de San Francisco-Berkeley, que difundir¨¢ mensajes pacifistas, insurgentes, ecologistas, de liberaci¨®n sexual, de incitaci¨®n a los estados alterados de conciencia. Asuntos que, hoy sabemos, ser¨¢n la principal herencia de las insurrecciones del 68.
Aquellos terremotos afectaron incluso a la Sant¨ªsima Trinidad del rock de los sesenta. Notamos su huella parad¨®jica en la obra del gran ausente, Bob Dylan. Fiel a su visceral necesidad de llevar la contra, manifestar¨¢ su desaprobaci¨®n cambiando de voz y cultivando la m¨²sica country en Nashville skyline (1969). Para sus disc¨ªpulos brit¨¢nicos, esa no era una opci¨®n.
Mick Jagger asisti¨® a la alborotada manifestaci¨®n contra la guerra de Vietnam celebrada en Londres en marzo de 1968. Obviamente, simpatizaba con el objetivo pero era consciente de que no pod¨ªa asumir ning¨²n papel protag¨®nico tras esquivar el a?o anterior de una condena de c¨¢rcel (por posesi¨®n de estimulantes de farmacia). As¨ª que Street fighting man, editado por los Stones en agosto de 1968, refleja su peculiar posici¨®n: ¡°Bueno ?qu¨¦ puede hacer un pobre chico excepto cantar con una banda de rock & roll?/ En este Londres somnoliento no hay lugar para luchadores callejeros¡±.
John Lennon no pod¨ªa evadirse tan f¨¢cilmente. Su respuesta a las turbulencias es Revolution, una vigorosa pieza donde se desmarca de los movimientos radicales. Pronto, azuzado por Yoko Ono, supera el ¡°prejuicio burgu¨¦s contra la violencia¡± y chapotea en aguas cenagosas, incluso donando dinero al IRA. Antes, eso s¨ª, prescinde de sus Rolls-Royce. No encajaban en su siguiente reencarnaci¨®n, como ¡°h¨¦roe de la clase trabajadora.¡±
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