Arriesgada y desigual cumbre hispano-siria
Rom¨¢n escuch¨® una ovaci¨®n tras fallar con el estoque ante un toro muy encastado de Fuente Ymbro
Siria salv¨® a Espa?a de una cornada que parec¨ªa inevitable, y, momentos despu¨¦s, el representante del pa¨ªs ¨¢rabe se vio en dificultades y los de la piel de toro no supieron o no pudieron mover un dedo en su defensa. La tarde no iba de cumbre diplom¨¢tica, pero la contienda arriesgada y solidaria que se libr¨® en el ruedo tuvo un claro vencedor: Hazen Al-Masri, natural de Alepo, apodado El Sirio, un torerazo vestido de verde y plata y enrolado en la cuadrilla de Rom¨¢n.
Fuente Ymbro/Adame, Rom¨¢n, Garrido
Toros de Fuente Ymbro, bien presentados, desiguales en los caballos, blandos, nobles y sosos; encastado el primero y, sobre todo, el segundo, cuajado y serio, muy codicioso en la muleta.
Joselito Adame: estocada baja (silencio); dos pinchazos y estocada muy baja (silencio).
Rom¨¢n: pinchazo tendido y estocada _aviso_ (ovaci¨®n); estocada (silencio.
Jos¨¦ Garrido: estocada baja (silencio); estocada y cuatro descabellos (silencio).
Plaza de Las Ventas. Tercer festejo de la Feria de San Isidro. 10 de mayo. M¨¢s de media entrada (14.822 espectadores, seg¨²n la empresa).
La ¡®cr¨®nica pol¨ªtica¡¯ de los hechos es la siguiente:
Corr¨ªa el tercio de banderillas del primer toro, y un espa?ol -Tom¨¢s L¨®pez, inconfundible con tal nombre y apellido- tom¨® los palos y se acerco diligente a un ¡®pavo¡¯ de pitones astifinos. Dej¨® los garapullos en su sitio, pero se trastabill¨® el torero en la salida, con tan mala fortuna que cay¨® de bruces en la cara del toro. El animal lo vio y baj¨® la cabeza con aviesas intenciones de recogerlo del suelo y mandarlo directamente a la bandera. Pero en ese instante imperceptible, -lo que tard¨® el cirujano de la plaza, el doctor Garc¨ªa Padr¨®s, en introducir el brazo derecho en la manga de la bata blanca y mirar al de la camilla ante lo irremediable de la situaci¨®n-, en ese preciso instante surgi¨® de la nada un capote, unido a una mano torera que llam¨® la atenci¨®n del animal y consigui¨® sacarlo de la zona de conflicto. El espa?ol, Tom¨¢s, con la cara demudada, -no era para menos-, se levant¨® como pudo y mir¨® al cielo, mientras su salvador -El Sirio- recib¨ªa una atronadora ovaci¨®n por su gesto torero y solidario.
En el toro siguiente era Hazen el responsable de colocar las banderillas, y el toro que te?¨ªa delante era a¨²n m¨¢s ¡®pavo¡¯ que el anterior, cuajado y serio como pocos. Se qued¨® sin espacio en la cara del animal, y cuando quiso buscar refugio se encontr¨® con que el toro le echaba el aliento en las nalgas. Corri¨® El Sirio todo lo que sus fuerzas le permitieron, pero no logr¨® despegarse de los astifinos pitones. No est¨¢ claro si se tir¨® al suelo o se cay¨®, pero esa fue su salvaci¨®n. El toro lo pisote¨® y, milagrosamente, ni le ara?¨® la taleguilla. Nadie le hizo el quite a El Sirio, que se levant¨® con la cara demudada, pero entero, que no es poco.
Espa?a no supo o no pudo devolverle el favor a Siria, y qued¨® claro que el m¨¢s torero de todos hab¨ªa sido el representante ¨¢rabe, por estar siempre al quite, atento a la lidia y en su sitio. Su torer¨ªa salv¨® a un compa?ero; la pasividad de los dem¨¢s casi le cuesta a ¨¦l un serio disgusto.
Pues ese toro segundo, ¡®Hechizo¡¯ de nombre y 566 kilos, tuvo un juego muy desigual en los dos primeros tercios. Precioso de l¨¢mina y serio como pocos, dobl¨® varias veces las manos y fue picado como un inv¨¢lido. Pero se vino arriba con la persecuci¨®n de El Sirio y despleg¨® en la muleta toda una lecci¨®n de casta para el recuerdo.
Vio a lo lejos a Rom¨¢n, muleta en mano, y acudi¨® veloz a su encuentro. El torero, lejos de arrugarse, se plant¨® en la arena y traz¨® un par de estatuarios que supieron a gloria. Lo cit¨®, despu¨¦s, de largo, con la mano derecha, y ¡®Hechizo¡¯ obedeci¨® al instante, repetidor, con sobresaliente movilidad y fiereza; y as¨ª hasta en cinco tandas -solo una con la zurda- en las que destacaron la entrega y el valor del joven torero y la codicia del toro. No hubo apoteosis, ni faen¨®n, ni arrebato; no debe ser f¨¢cil alcanzar tal gloria con un toro tan combativo, pero s¨ª qued¨® la estela de un torero que no se arruga ante las dificultades. Debi¨® redondear, sin duda, y no permitir que su oponente ganara una pela tan dificultosa. No mat¨® bien y todo qued¨® en una ovaci¨®n.
Hubo otro toro de premio, el primero, pero su matador, Joselito Adame, no atraviesa un momento art¨ªstico destacable. Muchos muletazos, y no dijo nada. Parece como si estuviera desaprendiendo el oficio. El p¨²blico ni lo abronc¨®. Mal asunto.
El resto de la corrida pec¨® de excesiva nobleza sosa y blanda. Garrido se dej¨® al alma, pero nada pudo alcanzar. Adame no mejor¨® en el cuarto, otro buen toro, y Rom¨¢n intent¨® agradar ante el anodino quinto.
Babelia
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