El misterioso N¨²mero 1 en Espa?a
La carrera casi secreta como cantante del productor Glyn Johns
Glyn Johns fue uno de los grandes productores del rock. Y hablo en pret¨¦rito ya que su ¨²ltima producci¨®n ¡ªel estreno en solitario del teclista Benmont Tench¡ª data de 2014. No est¨¢ olvidado, cierto: se utiliza universalmente su t¨¦cnica para grabar bater¨ªas. Su curr¨ªculo apabulla: fue esencial para los primeros discos de Small Faces, Steve Miller, Led Zeppelin, Boz Scaggs, Eagles. Adem¨¢s, puede presumir de haber colaborado con el triunvirato de Beatles, Rolling Stones y Bob Dylan.
En su reciente biograf¨ªa Sound man (Penguin) destapa una ins¨®lita ocurrencia. En 1969, de paso por Nueva York, Dylan le cuenta que quiere trabajar con los Beatles y los Stones; le encarga a Johns las gestiones pertinentes. Glyn lo intenta: George Harrison y Keith Richards est¨¢n por la labor mientras Mick Jagger y Paul McCartney se niegan; John Lennon muestra indiferencia. No prospera el plan.
Profesionalmente, Glyn Johns funcionaba como ingeniero de sonido, productor o mezclador (o las tres cosas a la vez). Aunque flexible en lo laboral, ten¨ªa ramalazos dogm¨¢ticos: rechaz¨® a la Allman Brothers Band por antipat¨ªa hacia el concepto de las dos bater¨ªas; abandon¨® una grabaci¨®n de Jimi Hendrix en el Royal Albert Hall al discrepar del volumen del guitarrista en sus directos.
Testarudo, siempre se neg¨® a escuchar punk rock. Hasta que CBS le rog¨® que enderezara a The Clash: su quinto ¨¢lbum, provisionalmente bautizado Rat patrol from Fort Bragg, era un doble muy disperso. Para su asombro, Johns simpatiz¨® con Joe Strummer. Juntos, adelgazaron aquel caos hasta quedarse con Combat rock, el pin¨¢culo comercial del grupo.
Asegura Johns que, en sus cincuenta a?os en el negocio del rock, jam¨¢s prob¨® las drogas. Debe ser cierto, si nos atenemos a la retentiva que demuestra en sus memorias.
Gracias a esa sobriedad, aclara un curioso arcano: su irrupci¨®n como cantante en el mercado espa?ol, all¨¢ por 1967. Johns hab¨ªa publicado en el Reino Unido media docena de singles que no pegaron. Pero hizo un disco que solo sali¨® en Espa?a: su versi¨®n de Lady Jane, primoroso tema de Jagger-Richards, donde el mism¨ªsimo Brian Jones tocaba el sitar.
Ocurre que, junto a Bill Wyman, hab¨ªa formado una productora, Freeway Music. Su primer fichaje fue The End, grupo mod en evoluci¨®n hacia la psicodelia. La bailarina Sandra LeBrocq, londinense establecida en Madrid, les puso en contacto con Jos¨¦ Luis y Santiago Moro, capos del negocio publicitario y cinematogr¨¢fico, que creyeron vendible el que fueran producidos por el bajista de los Stones.
En la primera visita, aparte de The End, Johns les puso su (in¨¦dito) Lady Jane, que encant¨® a los hermanos Moro. Para su lanzamiento conjuntaron su discogr¨¢fica (Sonoplay) con su semanario (Tele Gu¨ªa); tambi¨¦n ten¨ªan mano en TVE.
Johns cuenta maravillado que, cuando volvi¨® a Madrid con Wyman, le esperaba en Barajas una tropa de c¨¢maras y plumillas, junto a las obligadas fans chillonas. Le explicaron que su Lady Jane era n¨²mero uno (seguramente, en la lista de Tele Gu¨ªa, tan manipulada como todas las de la ¨¦poca). Durante unos d¨ªas, Johns vivi¨® la experiencia de ser tratado como pop star: actuaciones, entrevistas, cena con El Cordob¨¦s. Ahora lo recuerda como un espejismo, una fantas¨ªa muy a?os 60.
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