¡°La maldad y la cerrilidad existen. Hay gente que disfruta siendo mala¡±
Con su primera novela, 'Los Ca¨ªn', Enrique Llamas ofrece un intenso relato sobre la brutalidad rural y el choque de dos Espa?as
En el discurso tradicional de las dos Espa?as se ha dejado un poco de lado la divisi¨®n a veces profunda y siempre compleja que se da entre la realidad urbana y la rural, entre la ciudad y el campo. En EE UU y otros pa¨ªses, la novela negra, tan atenta al entorno del que se alimenta, lleva tiempo retratando estas tensiones, una corriente que en Espa?a ha tardado en calar pero que tiene en Enrique Llamas (Zamora, 1989) y su primera novela Los Ca¨ªn (ADN) uno de sus mejores exponentes.
Somino es un pueblo en mitad de Castilla en la d¨¦cada de los setenta, un sitio algo dejado de la mano de Dios en el que una mitad, los de El Teso, odian a la otra mitad, los de El Llano, y as¨ª llevan desde que los m¨¢s viejos recuerdan. Violencia, silencios y desprecios gobiernan la vida de esta gente hasta que llega H¨¦ctor, el nuevo maestro, un chico del barrio de Salamanca de Madrid, el elemento disruptor. Bueno, ¨¦l y unos ciervos que empiezan a aparecer destripados en la v¨ªa p¨²blica, un hecho real al que Llamas encuentra una explicaci¨®n macabra para la ficci¨®n.
¡°Creo que la maldad existe y existe la cerrilidad y la cerraz¨®n y el poco ¨¢nimo por saber y por conocer de mucha gente. Creo que la gente muchas veces excusa la maldad, le busca motivos o trata de justificarla. Y creo que en muchos casos es que simplemente hay gente que disfruta siendo mala y que es su forma de entender el mundo y hay que darlo a conocer de alguna manera. Por eso elijo el g¨¦nero negro¡±, cuenta Llamas a EL PA?S en un c¨¦ntrico hotel de Madrid.
Hay un doble choque en Los Ca¨ªn. Por un lado, entre la ciudad y el campo, una situaci¨®n en la que H¨¦ctor tiene todas las de perder. ¡°All¨ª ¨¦l es el paleto. Todas las herramientas que le han dado, su educaci¨®n y su origen, no le valen en ese pueblo. Los ni?os se r¨ªen de ¨¦l¡±, cuenta Llamas.
El otro conflicto se da entre la realidad y la ficci¨®n. Lector impenitente de Delibes, Aldecoa, Benet, Mart¨ªn Gaite o Matute, cuyas influencias reconoce y venera, Llamas establece una l¨ªnea difusa entre un plano y el otro. ¡°Los episodios de odio m¨¢s inveros¨ªmiles ¨Cpor ejemplo cuando unos aran la tierra de otros al rev¨¦s para destrozarla¨C son ciertos. Me los contaba mi padre que fue maestro rural. Los m¨¢s sencillos son los que me inventaba¡±, relata Llamas despu¨¦s de explicar la advertencia del inicio del libro, una clara referencia a la serie Fargo.
En el pueblo de Los Ca¨ªn la Guardia Civil no entra y no se sabe qui¨¦n teme m¨¢s a qui¨¦n. Cuando H¨¦ctor llega, cuando le rayan el coche, cuando le apedrean desde las casas, cuando se entera del hallazgo de animales despanzurrados o se da cuenta de que est¨¢ atrapado en ese lugar, el lector se agobia con ¨¦l, gracias en parte a los silencios, a lo que la gente de all¨ª sabe y calla. ¡°Lo no contado, era esencial. No quer¨ªa una novela evidente, no quer¨ªa que fuera algo mascado¡±, explica el autor con un discurso que confirma la madurez narrativa que se intuye en sus p¨¢ginas.
El pasado como clave
Tras descartar una ambientaci¨®n de la novela en el presente, Llamas da con una clave fundamental: mira al pasado para explicar y comprender qui¨¦nes somos hoy. ¡°Queda mucho de esa Espa?a. Y creo que es una Espa?a a la que se le ha dado la espalda y me parece muy traidor porque muchos de una u otra manera venimos de all¨ª. Es la Espa?a campesina, la Espa?a que nos da de comer, que hasta hace 20 o 30 a?os viv¨ªa en unas condiciones infrahumanas¡±, asegura.
Queda mucho de esa Espa?a. Y creo que es una Espa?a a la que se le ha dado la espalda y me parece muy traidor
Por encima de esnobismos urbanos o idealizaciones del rural, la novela pone en evidencia a unos y otros. "En la ciudad hacemos brutalidades que pueden ser mucho peores pero de manera m¨¢s refinada que las que se comenten en el campo, que son m¨¢s f¨ªsicas. Es una cuesti¨®n de puntos de vista¡±.
Al final subyacen m¨¢s preguntas. En la novela ?Qui¨¦n es el otro, el extra?o, el que llega y acompa?a al lector o los que ya est¨¢n all¨ª? ?Es leg¨ªtimo el uso de la violencia? ?Cu¨¢ndo? ?Hasta qu¨¦ punto? ?Comprendemos al vecino o es m¨¢s c¨®modo demonizarlo? La buena literatura tiene el relato, abre las preguntas, pero no da las respuestas.
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