Janelle Mon¨¢e: Peque?a gran estrella

Es bastante complicado hablar de Janelle Mon¨¢e sin acordarse de Beyonc¨¦. Y es a¨²n m¨¢s complicado tomar partido por Mon¨¢e sin faltarle un poco al respeto al ¨¦xito y significancia que ha adquirido la ex Destiny¡¯s Child en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas. Dirty Computer es el tercer largo de la de Atlanta, una mujer de apenas metro cincuenta que irrumpi¨® en 2010 con una apabullante obra maestra llamada The Archandroid, uno de esos discos con concepto que parecen haberse instalado en ese casi lugar com¨²n que es repasar y actualizar la m¨²sica negra, pero que se elevaba tantos pelda?os como tienen las escaleras del Empire Estate Building sobre otras obras similares. Luego le sigui¨® Electric Lady, que era tan blanco como negro y tan bueno como el anterior. Era 2015 y empezaba a ser un misterio pascual que Janelle no fuera una superestrella que llenaba estadios y reuniones de contenidos en agencias de publicidad. No sucedi¨®. En cambio, se convirti¨® en una especie de fetiche para todos aquellos que ven¨ªan del Northern Soul, de la escuela Prince, del recuerdo de TLC. En fin, que ahora mismo deber¨ªamos estar ahorr¨¢ndonos toda esta contextualizaci¨®n porque todos sabr¨ªamos todo sobre ella.

Artista: Janelle Mon¨¢e

Disco: Dirty Computer

Sello: Bad boy/Atlantic

Calificaci¨®n: 9 sobre 10

M¨¢s all¨¢ de achantarse, o de licuarse, lo que ha hecho Janelle es simplemente otro disco suyo, igual de bueno que los anteriores. De su relaci¨®n con Prince queda Make Me Feel, que es el Kiss de la generaci¨®n no binaria. De su flirteo con la electr¨®nica que es pop a pesar de estar algo dislocada sale Pynk, a pachas con Grimes, otro icono femenino que, por razones que escapan a la raz¨®n, en estos tiempos tan en sinton¨ªa con su apuesta por la incomodidad y la sexualidad menos obvia, no es un fen¨®meno global. En I got the juice se le acopla el ubicuo Pharrell Williams y es inevitable no volver a pensar en que esto es un hit global. Lo mismo para con Crazy, Classic Life o I Like That. Y justo lo contrario sucede con Django Jane, acaso el mejor corte del disco, un rap inc¨®modo y adictivo que nos recuerda que, al final, ella est¨¢ m¨¢s cerca de Kendrick Lamar o ese Kanye West altivo que cree que puede jugarse la vida en cada canci¨®n y el mundo seguir¨¢ ador¨¢ndole sin preguntar qu¨¦ demonios es eso, que de Beyonc¨¦, quien, dios nos perdone, lleva bastantes a?os escondiendo cierta falta de m¨²sculo musical con presentaciones bomb¨¢sticas y dudosas exhibiciones feministas.

Janelle, en cambio, es una miniestrella no binaria, de una riqueza musical mucho mayor y una capacidad para la frase memorable y la melod¨ªa adhesiva incomparables. Representa el ¨¢ngulo ciego que este nuevo mainstream, m¨¢s sensato, expansivo y valiente que todos los que hemos vivido antes. Y que no sea una estrella igual es un problema que solo nos atormenta a quienes hemos visto a gente mucho m¨¢s vacua serlo en el pasado. Los medidores del ¨¦xito tambi¨¦n son hoy distintos. De cualquier modo, es inevitable pensar que, ahora que estas cosas funcionan como deb¨ªan, este genio oscuro, misterioso, sexy, inteligente, brillante e incomparable no arrase. Hay gente que no quiere ser c¨¦lebre y hay gente que lo es y no lo merece. Pero este no es el caso. No estamos hablando de Sonic Youth ni de los raperos de la generaci¨®n soundcloud, no del maldito Phil Collins. Entre Madonna y Beyonc¨¦ est¨¢ ella. Y entre Madonna y Beyonc¨¦, ella es mejor.