Internet o el enga?oso cobijo de la intemperie
De Bauman a Berardi. Una selecci¨®n de libros para entender los profundos cambios que se est¨¢n produciendo en nuestro mundo
Uno podr¨ªa pensar que cuando una persona que tiene una cuenta en Twitter con su nombre y apellido cuelga en ella un comentario que constituye manifiestamente un delito de odio es que ha perdido el principio de realidad, en la medida en que ha sido incapaz de prever algo tan sobradamente conocido como son las consecuencias, incluso penales, a que sus palabras pueden dar lugar. Reconozco que lo pens¨¦ cuando tuve noticia de aquel tuit ?de una mujer! dese¨¢ndole a otra, en concreto a una dirigente de un partido pol¨ªtico de ideolog¨ªa opuesta a la suya, que fuera violada por un grupo de sujetos que alcanz¨® notoriedad p¨²blica precisamente por haber perpetrado este tipo de actos.
Pero sin duda fue un pensamiento precipitado por mi parte, propio de alguien que no visita nunca las redes sociales. Porque quienes s¨ª lo hacen ¡ªy ya no digamos quienes viven ah¨ª de modo permanente¡ª parece sobradamente comprobado que desarrollan un peculiar y distorsionado principio de realidad, que tal vez se podr¨ªa resumir diciendo que confunden ese microcosmos particular con el cosmos sin m¨¢s. En cierto modo hab¨ªamos quedado avisados de esta tendencia por el pensador norteamericano Cass Sunstein, quien, en su ya cl¨¢sico libro Rep¨²blica.com, se?alaba que lo que parece constituir la querencia m¨¢s profunda de Internet no es tanto la de crear esa nueva ¨¢gora global fantaseada por muchos en sus inicios, como la de producir espacios fuertemente diferenciados entre s¨ª y radicalmente incomunicados o, por expresarlo con su propia formulaci¨®n, la ciberbalcanizaci¨®n.
La trama de banalidades en que ha venido a dar el imaginario colectivo es un gran dispositivo de control
Y esto es lo que, en efecto, ocurre. En determinadas redes sociales sus usuarios acuden a encontrarse ¨²nica y exclusivamente con los suyos, terminando por convertir el ¨¢mbito en cuesti¨®n en un lugar de reafirmaci¨®n y reforzamiento mutuo donde la din¨¢mica que se establece no es la de qui¨¦n plantea el comentario m¨¢s razonable, atinado o cr¨ªtico, sino la de qui¨¦n deja caer el zasca (antes colleja) m¨¢s ingenioso, agudo o hiriente para los enemigos del grupo. Tiendo a pensar que es m¨¢s que probable que en cada uno de esos ¨¢mbitos, relativamente cerrados e impermeables a la contaminaci¨®n exterior de otras ideas y puntos de vista, proliferen comentarios como el del desafortunado tuit que comentaba al principio.
Pues bien, es a semejante tipo de realidades al que prest¨® especial atenci¨®n Zygmunt Bauman en sus ¨²ltimos a?os. Lo hizo utilizando su categor¨ªa favorita, la de lo l¨ªquido, que hab¨ªa convertido en herramienta anal¨ªtica central para interpretar el mundo contempor¨¢neo. En la postrera conversaci¨®n que mantuvo con el periodista italiano Thomas Leoncini, analiz¨® tres aspectos de este mundo que proporcionan pistas significativas para adentrarse en la manera de entender la vida caracter¨ªstica de esa nueva generaci¨®n denominada gen¨¦ricamente como millennials (y rebautizada en este libro, seg¨²n era de prever, como ¡°generaci¨®n l¨ªquida¡±): los tatuajes, el bullying y las relaciones humanas en la era de Internet. La conclusi¨®n que del an¨¢lisis extrae Bauman no se queda, vale la pena destacarlo, en la mera constataci¨®n de lo anunciado en el t¨ªtulo, la condici¨®n l¨ªquida de una generaci¨®n, sino que sintoniza con lo que otros autores, asimismo perspicaces, han planteado acerca de las transformaciones de la experiencia que est¨¢n teniendo lugar en nuestros d¨ªas.
Tal es el caso de Franco Berardi, Bifo, quien tambi¨¦n ha propuesto partir de una perspectiva fenomenol¨®gica que, tomando como base nuestra sensibilidad m¨¢s inmediata, lleve a cabo una lectura de los profundos cambios que se est¨¢n produciendo en nosotros mismos y en nuestro mundo, cambios que ya no pueden seguir siendo pensados sirvi¨¦ndose de categor¨ªas como la de sujeto (¡°en cuanto realidad dada y est¨¢tica¡±, puntualiza) o ni siquiera la de complejidad. No se trata, quede claro, de que tales categor¨ªas, u otras an¨¢logas, no describan de manera adecuada la naturaleza de la realidad, sino de que no dan cuenta de la deriva que ha seguido nuestra relaci¨®n con ella. Porque una complejidad inasumible por los individuos acaba siendo vivida por ellos, y no sin parte de raz¨®n, como aut¨¦ntico caos.
El repliegue del individuo en las redes sociales muestra la profunda fragilidad que habita en su interior
En un contexto as¨ª, el repliegue de dichos individuos sobre imaginarias zonas de confort imaginario como las representadas por esas redes sociales a las que alud¨ªamos al principio no deja de ser un espejismo, un repliegue atemorizado, que si algo muestra es la profunda fragilidad que habita en su interior y la imposibilidad que tienen de pensarse con unas nuevas categor¨ªas. Nuevas categor¨ªas que les evitaran enfrentarse a la evidencia de la condici¨®n superflua no solo de sus vidas, sino tambi¨¦n de ellos mismos en tanto que individuos, como se?ala Ilija Trojanow en su libro El hombre superfluo.
Pero el espejismo afecta a todas las zonas de su existencia y no solo a las representaciones de la subjetividad: de ah¨ª la trascendencia del asunto. El espejismo tiene lugar tambi¨¦n en la esfera del trabajo, sobre la que dialoga el propio Bauman en el texto editado por Rudy Gnutti. El enga?o correspondiente en este otro ¨¢mbito es el de unos individuos empe?ados en pensarse a s¨ª mismos como emprendedores cuando no son otra cosa que trabajadores por cuenta ajena, empleados externalizados de grandes empresas a los que la fantas¨ªa de ¡°no tener jefe¡± les sirve como coartada para autoexplotarse a niveles que ellos mismos juzgar¨ªan como intolerables si les vinieran impuestos por un tercero. Se niegan a verlo, se niegan a reconocer su aut¨¦ntica condici¨®n de precariado (aunque sea en la variante de cognitariado, por recurrir de nuevo a una categor¨ªa acu?ada por Franco Berardi en otro lugar).
La conclusi¨®n que de todo ello se desprende no es, ciertamente, estimulante. Lo que alguien, no sin una considerable ligereza, podr¨ªa considerar sin m¨¢s como la tupida trama de banalidades en que ha venido a dar el imaginario colectivo hegem¨®nico en el mundo actual constituye en realidad un formidable dispositivo de control (objetivo) y autoenga?o (subjetivo).
Lecturas
- Generaci¨®n l¨ªquida. Zygmunt Bauman y Thomas Leoncini. Traducci¨®n de Irene Oliva Luque. Paid¨®s, 2018. 107 p¨¢ginas. 15,95 euros.
- El mundo sin trabajo. Pensando con Zygmunt Bauman. Rudy Gnutti. Edici¨®n: Desir¨¦e Herrera. Icaria, 2017. 110 p¨¢ginas. 16 euros.
- Fenomenolog¨ªa del fin. Franco Bifo Berardi. Traducci¨®n de Alejandra L¨®pez Gabrielidis. Caja Negra, 2017. 358 p¨¢ginas. 22 euros.
- El hombre superfluo. Ilija Trojanow. Traducci¨®n de Jos¨¦ An¨ªbal Campos. Plataforma Editorial, 2018. 123 p¨¢ginas. 14 euros.
- Amor l¨ªquido. Zigmunt Bauman. Traducci¨®n de Albino Santos. Paid¨®s, 2018. 224 p¨¢ginas. 15,90 euros.
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