Labaki impresiona con sus ni?os a la intemperie
El cr¨ªtico de EL PA?S repasa la ¨²ltima jornada del festival de Cannes y presta especial atenci¨®n al filme 'Cafarna¨²m,'
Una de las sensaciones que m¨¢s agradezco en el cine (y en la vida) es que me hagan re¨ªr, incluso me conformo con que me desaten la sonrisa, pero constato con estupor despu¨¦s de treinta y tantos a?os acudiendo a los festivales de cine que es rar¨ªsimo que florezcan las carcajadas en la sala, que las comedias escasean o simplemente no existen en la programaci¨®n, que el sentido del humor parece estar re?ido con la autor¨ªa, que la convicci¨®n por parte del cine presuntamente trascendente de que vivimos en un permanente valle de l¨¢grimas es absoluta. Lo malo es cuando esos planteamientos exclusivamente dram¨¢ticos o tr¨¢gicos no te provocan otra cosa que indiferencia o ronquidos.
Hace tiempo que yo no lo pasaba tan mal en una pel¨ªcula, que me afectara tanto la angustia y la tragedia de los personajes que llenan la pantalla, que respirara con alivio en el desenlace de la historia
Afortunadamente nada de eso ocurre con la pel¨ªcula libanesa Cafarna¨²m, dirigida por Nadine Labaki, autora de Caramel, aquel cuento con sabor entre ex¨®tico y dulz¨®n. Hace tiempo que yo no lo pasaba tan mal en una pel¨ªcula, que me afectara tanto la angustia y la tragedia de los personajes que llenan la pantalla, que respirara con alivio en el desenlace de la historia. Y eso demuestra la sensibilidad y el talento de esta mujer para removerme de tal forma. Y es que si el sufrimiento, cuando est¨¢ descrito con hondura y verdad, tiene poder de transmisi¨®n sobre el receptor, resulta insoportable cuando aquellos que lo padecen son ni?os. Acusar¨¢n a Labaki de manipuladora del sentimiento, de hacer pornograf¨ªa con el desamparo de los m¨¢s d¨¦biles, de no s¨¦ cu¨¢ntas tonter¨ªas m¨¢s. En mi caso ha logrado el estremecimiento, que sienta en carne viva lo que les ocurre a sus desgraciadas criaturas.
Un juez le pregunta a un cr¨ªo de 10 a?os: "?Por qu¨¦ has denunciado a tus padres?". La respuesta de ¨¦ste es terror¨ªfica: "Por haberme dado la vida". Ocurre en Beirut. El protagonista y su familia pertenecen a la ingente masa de refugiados que intentan sobrevivir en ese infierno. Y vas a entender la l¨®gica de la respuesta del ni?o en los flashbacks que reconstruyen su pat¨¦tica existencia. Los padres, a pesar de su desesperada situaci¨®n, con un techo rodeado de escombros y teniendo que hacer virguer¨ªas para alimentarse, no han parado de tener los hijos que Al¨¢ haya dispuesto y estar¨¢n condenados a la miseria desde su nacimiento en ese submundo hacinado. El mayor est¨¢ en la c¨¢rcel por asesinato, a la hermana de 11 a?os la venden para casarla con un descerebrado en buena situaci¨®n econ¨®mica y el siguiente debe robar todo lo que pueda en las calles para dar de comer a los peque?os. Y ¨¦ste decide huir hacia la nada. Acabar¨¢ cuidando al beb¨¦ de una mujer et¨ªope que se desvive sin ¨¦xito por lograr el permiso de residencia y que ser¨¢ apresada. La odisea urbana del ni?o y del beb¨¦, al que pretende compr¨¢rselo un traficante de reci¨¦n nacidos es espeluznante. Y tambi¨¦n desprende una enorme ternura.
Un juez le pregunta a un cr¨ªo de 10 a?os: "?Por qu¨¦ has denunciado a tus padres?". La respuesta de ¨¦ste es terror¨ªfica: "Por haberme dado la vida"
Tratas de imaginar el esfuerzo y la paciencia de Labaki en un rodaje protagonizado por dos criaturas. Ambas son compadecibles, igualmente te enamoran. La mirada y la expresividad de Zain Al Rafeea te ara?an el alma. No he visto una interpretaci¨®n tan conmovedora, magn¨¦tica y veraz como la suya en todo el cine que ha ofrecido el festival. Nadine Labaki es consciente de que la historia que narra es demoledora y de que si no la suaviza podr¨ªa acabar en un suicidio comercial. Pensando en el espectador subraya la m¨²sica que acompa?a a las feroces im¨¢genes y ofrece un poco de esperanza en el desenlace. Su actitud tal vez no sea la m¨¢s honesta, pero es comprensible.
La pel¨ªcula rusa My Little One habla de otra intemperie terrible, la de una mujer embarazada y acorralada por las deudas y la pobreza absoluta intentando in¨²tilmente encontrar trabajo en un Mosc¨² nevado y agobiante. No es desde?able, pero la cuota de sufrimiento ya la he pagado de sobra con Cafarna¨²n. Y la francesa Un cuchillo en el coraz¨®n, que cuenta la aparici¨®n de un enigm¨¢tico asesino en los rodajes de pornograf¨ªa homosexual, aspira en vano a ser desasosegante, pero se queda en un aburrido disparate.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.