Fred Vargas, una autora muy discutida en Italia por su apoyo a un terrorista
La ganadora del Princesa de Asturias ayud¨® y defendi¨® a Cesare Battisti, reclamado en su pa¨ªs por cuatro homicidios en los a?os de plomo
Hay un pa¨ªs europeo donde la fama literaria de Fred Vargas es pareja, o incluso menor, que la mala fama que tiene por su papel en un asunto muy controvertido, bastante desconocido en Espa?a: es Italia, por su encendido apoyo al terrorista Cesare Battisti, que ahora tiene 63 a?os y fue condenado a cadena perpetua en 1993 por cuatro homicidios. Huy¨® a Francia en los ochenta, se recicl¨® como escritor de novela negra ¨Cas¨ª fue como conoci¨® a Vargas- y fue arrestado en Par¨ªs en 2004.
Se arm¨® entonces un l¨ªo diplom¨¢tico monumental: la escritora sali¨® en su defensa en una airada ofensiva de intelectuales franceses, junto a Bernard-Henri L¨¨vy y Philipe Sollers, y en menor medida, Daniel Pennac y Tahar Ben Jelloun. El Gobierno franc¨¦s se vio atrapado entre la presi¨®n de Italia y la de su opini¨®n p¨²blica, y mientras el Supremo estudiaba la extradici¨®n, Battisti qued¨® en libertad provisional y aprovech¨® para huir a Brasil. Luego ¨¦l mismo revel¨® en una entrevista que se fug¨® a instancias de los servicios secretos franceses. La Justicia francesa luego acept¨® la extradici¨®n, pero ya era tarde.
Entre 2004 y 2007 Battisti vivi¨® en la clandestinidad en Brasil con la ayuda de Vargas, que viaj¨® varias veces al pa¨ªs a verle y le ayud¨® econ¨®micamente hasta que fue detenido. Gracias, precisamente, a un pinchazo del tel¨¦fono de la escritora en su casa de Par¨ªs. Battisti pas¨® algunos periodos en prisi¨®n y finalmente Lula le reconoci¨® el estatus de refugiado, revocado recientemente. Italia a¨²n le reclama y sigue negociando su entrega, que vuelve a estar en el aire.
Battisti ha sido objeto de disputa en varias ocasiones entre Francia e Italia en los ¨²ltimos a?os y ha desatado todos los prejuicios entre ambos pa¨ªses, con intelectuales de por medio. En s¨ªntesis, Vargas y los defensores de Battisti dibujaban la Italia de los a?os de plomo como un pa¨ªs con d¨¦ficits democr¨¢ticos o, en algunos casos, casi una dictadura inmersa en una especie de guerra civil, donde los terroristas de izquierda ten¨ªan cierta justificaci¨®n y los tribunales y la polic¨ªa no eran de fiar. Tambi¨¦n argumentaban que hab¨ªa pasado ya mucho tiempo, Battisti hab¨ªa rehecho su vida y en ese momento era apreciado en el mundo cultural, era ¡°un intelectual verdadero¡±, seg¨²n alegaba un manifiesto publicado en 2004. Leyendo la prensa francesa en los momentos de enfrentamiento, Battisti parec¨ªa una v¨ªctima de un sistema injusto. Bien es cierto que Vargas no ha estado sola en esta pelea, e incluso cuando Battisti estaba en Brasil tambi¨¦n recibi¨® el apoyo, por ejemplo, de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, seg¨²n la prensa italiana.
En Italia replicaban enfurecidos contra el complejo de superioridad franc¨¦s, su doble vara de medir y su permisividad con los terroristas acogidos en su suelo, a ra¨ªz de la doctrina Mitterrand, que les daba refugio si no ten¨ªan delitos de sangre. Acusaban a los intelectuales de parisinos de la gauche caviar de haberse dejado fascinar por una fantasiosa historia rom¨¢ntica de un rebelde incomprendido.
Vargas fue sin duda la m¨¢s combativa en este debate, e incluso escribi¨® un libro sobre el tema, La verdad sobre Cesare Battisti (2004). Argumentaba que los juicios a Battisti fueron una farsa y que ¨¦l era un ¡°perseguido pol¨ªtico¡±. Cuestionaba en concreto la posibilidad que existe en Italia de juzgar a un reo en contumacia, cuando est¨¢ huido, aunque cuente con abogados de defensa. Aseguraba que fue condenado sin pruebas claras y con testimonios dudosos de arrepentidos. Cuando fue arrestado en Brasil en 2007 Vargas movi¨® su agenda para entrevistarse en persona con el presidente, Nicolas Sarkozy, gracias a la intercesi¨®n de Carla Bruni. Tambi¨¦n pag¨® los gastos de su defensa y en Brasil se reuni¨® con las autoridades para evitar la extradici¨®n.
Vargas mantuvo un intercambio de art¨ªculos muy duros en Le Monde en 2011 con Antonio Tabucchi, el c¨¦lebre autor de Sostiene Pereira y nada sospechoso de anticomunismo, que acus¨® a los intelectuales franceses de practicar un imperdonable esnobismo de izquierdas. Tabucchi apuntaba que si Battisti hab¨ªa vivido tranquilamente en Francia era porque hab¨ªa colaborado con los servicios secretos franceses pasando informaci¨®n sobre el terrorismo internacional. Record¨® que Battisti ejecut¨® dos de los asesinatos con un tiro en la nuca y comenz¨® su carrera criminal como simple atracador de supermercados sin ideolog¨ªa alguna. Fue en prisi¨®n donde entr¨® en el grupo terrorista Proletarios Armados por el Comunismo (PAC), uno de esos productos delirantes de la ret¨®rica revolucionaria de los setenta. Se dedicaban a asesinar a comerciantes que alguna vez, al ser atracados, hab¨ªan respondido con armas y matado a alg¨²n delincuente. El castigo posterior del PAC era por resistirse a una ¡°expropiaci¨®n proletaria", auque no conocieran de nada a los asaltantes.?
Battisti particip¨® en una de esos atentados punitivos en una joyer¨ªa de Mil¨¢n: asesinaron al due?o, Pierluigi Torreggiani y dejaron en una silla de ruedas a su hijo de nueve a?os, Alberto, al que le alcanz¨® una bala. Battisti ha asegurado en diversas entrevistas que no ha matado nunca a nadie. Vargas, cuando va a Italia, suele prohibir sacar este tema en las entrevistas.
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