La bienal de Venecia y el espacio p¨²blico sin conflictos
El Vaticano se estrena con 10 capillas sobresalientes y pa¨ªses como Arabia Saud¨ª exponen como espacio libre lo que no est¨¢ urbanizado
¡°Una sociedad crece y progresa cuando los ancianos plantan ¨¢rboles sabiendo que nunca se sentar¨¢n a su sombra¡±. Con ese proverbio griego concluye el manifiesto Freespace (Espacio libre) de las irlandesas Yvonne Farrell y Shelley McNamara, comisarias de la XVI Bienal de Arquitectura de Venecia, que se inaugura hoy y permanecer¨¢ abierta hasta el 25 de noviembre. Sin embargo, a nadie se le escapa que el espacio p¨²blico es un lugar de juegos y de enfrentamientos a la vez. Su bienintencionada propuesta de revalorizar los sitios en los que uno puede transitar, descansar y toparse con lo inesperado, coincide con la gran amenaza que hoy sufre el espacio p¨²blico.
Las plazas, los parques o los paseos -casi inexistentes en el urbanismo meramente especulativo o en el informal de autoconstrucci¨®n- est¨¢n siendo progresivamente devorados por los intereses fundamentalmente comerciales que hoy definen el crecimiento de las ciudades occidentales. De ah¨ª que el manifiesto en favor de ¡°un espacio m¨¢s humano¡± resulte una invitaci¨®n buenista -se queda en la enunciaci¨®n de un problema conocido- que, sin embargo, algunos de los pabellones s¨ª han sabido afrontar.
Las propuestas m¨¢s radicales de esta edici¨®n equiparan arquitectura y pol¨ªtica. Es el caso del pabell¨®n de Uruguay, centrado en el entorno del mayor edificio levantado all¨ª en 2017, una prisi¨®n gigantesca y anodina construida al lado de la antigua c¨¢rcel de Montevideo, que era conocida como ¡°el pueblo-c¨¢rcel¡±. El alem¨¢n Deconstruyendo muros tiene el impacto formal de un monumento e ilustra las dificultades que hubo detr¨¢s de la reunificaci¨®n alemana al tiempo que extrapola esos problemas para dar voz a ciudadanos de M¨¦xico, Irlanda del Norte o Ceuta que hoy viven junto a un muro.
Un pabell¨®n espa?ol vac¨ªo y repleto a la vez
Lo que no tiene nombre no existe, por eso la comisaria del pabell¨®n espa?ol, Atxu Amann, ha dedicado su muestra Becoming (convirti¨¦ndose) a calificar con 52 adjetivos la otra arquitectura actual: reactiva, pol¨ªtica, perif¨¦rica, cr¨ªtica, h¨ªbrida, participativa (realizada con los ciudadanos) o colectiva (firmada por un grupo). Esos adjetivos definen los proyectos o el discurso (tesis doctorales) de 142 estudiantes elegidos entre 1.200 presentados a una convocatoria abierta. As¨ª, Mauricio Salazar pinta la palabra "ll¨¦name" en edificios vac¨ªos -como las Piscinas Ol¨ªmpicas de Madrid- y Tatiana Mart¨ªnez Soto propone sustituir el modulor que Le Corbusier tomaba como medida ideal de los habitantes de un edificio por una persona real. La muestra, que detalla en una de las paredes el uso de los 336.000 euros pagados por el Ministerio de Fomento, ha empleado parte del dinero en restaurar el pabell¨®n que Vaquero Palacios levantara en 1951 para luego empapelarlo con las propuestas que redefinen lo que la arquitectura puede llegar a ser. Qu¨¦ distinto el papel de estos estudiantes del de los que, vestidos de blanco, actuaban como azafatos ante los proyectos de sus profesores en la muestra Spain Mon Amour de la Bienal de hace seis a?os. As¨ª, el pabell¨®n es a la vez un espacio vac¨ªo y el soporte de 120 acciones, ideas o construcciones que buscan redefinir la arquitectura. El mensaje tiene en esa ambici¨®n su mayor logro, la pluralidad para replantear una profesi¨®n, y su mayor defecto: el exceso de informaci¨®n. A.Z
Aunque una se pregunta qu¨¦ tendr¨¢n que ver los rascacielos sin aceras que proyecta Arabia Saud¨ª en su pabell¨®n con el lema de esta edici¨®n, Farrell y McNamara identifican la ambig¨¹edad del lenguaje con su riqueza y aseguran que Free Space no significa ¡°espacio p¨²blico¡±. Los comisarios de algunos pa¨ªses no esquivan la pol¨ªtica cuando combinan las palabras espacio y libertad. El pabell¨®n de Israel defiende la convivencia en lugares sagrados y remite a la tumba de Raquel, declarada por Israel Patrimonio Nacional en 2010 y nombrada por la UNESCO parte del patrimonio palestino en 2015.
Tambi¨¦n el pabell¨®n de Estados Unidos ilustra la existencia de diversos tipos de ciudadan¨ªa y son bastantes los que identifican educaci¨®n y Freespace. El pabell¨®n finland¨¦s lo ve en las bibliotecas y el de Grecia o el de Serbia sostienen que solo la educaci¨®n permite relacionar espacio y libertad. En esa l¨ªnea, la muestra Catalu?a en Venecia contiene el legado que el ¨²ltimo premio Pritzker espa?ol, RCR, aspira a dejar: La Vila, un laboratorio ubicado en una mas¨ªa de La Garrotxa (Girona) donde aprender arquitectura dialogando con otras disciplinas y prestando atenci¨®n a la naturaleza.
As¨ª, no todo es conflicto en el espacio libre. El pabell¨®n de Egipto defiende la arquitectura informal de los comerciantes -que reinventan la exposici¨®n de la mercanc¨ªa a diario- e Irlanda, la de los mercados rurales.
Reivindicativo es el pabell¨®n australiano, ocupado por un bosque de hierbajos para presentar Repair: proyectos de arquitectos que trabajan recuperando el paisaje natural del continente (s¨®lo queda un 1% de la vegetaci¨®n aut¨®ctona anterior a la llegada de los europeos). El pabell¨®n h¨²ngaro describe otra apropiaci¨®n, la del hist¨®rico puente Liberty sobre el Danubio, cerrado al tr¨¢fico en 2016 por restauraci¨®n y ¡°reconquistado¡± por los ciudadanos como zona peatonal.
Frente a estos hechos concretos, algunos pabellones se juegan su mensaje a una sola carta. Eurotop¨ªa, convierte el de B¨¦lgica en un foro vac¨ªo y azul. El pa¨ªs donde est¨¢ el parlamento europeo urge a dialogar. La muestra Isla deja el brit¨¢nico vac¨ªo para trasladar al visitante a la azotea por un andamio. Una decisi¨®n tan radical pierde fuerza cuando no es original (Los franceses Lacaton&Vassal ya dejaron vac¨ªo su pabell¨®n hace unos a?os para dedicar el dinero a construir un puente en ?frica) y en esta edici¨®n Serbia construye tambi¨¦n una escalera para acceder a la azotea. Adem¨¢s, si con el gesto de dejar vac¨ªo un edificio uno cambia el cobijo interior por una azotea de dif¨ªcil acceso y castigada por e sol, cabe plantearse para que sirve la arquitectura, ?para complicar la vida?
Preguntadas por El Pa¨ªs por d¨®nde queda la cara conflictiva del espacio p¨²blico, las comisarias remiten a su deseo de centrarse en ¡°la luz y el espacio: lo b¨¢sico¡± y el presidente de la Biennale, Paolo Baratta, argumenta: ¡°necesitar¨ªamos dos Arsenales para mostrar espacios de conflicto¡±. No se trata de eso. De Medell¨ªn a Marsella, el mundo est¨¢ lleno de ejemplos en los que la arquitectura se reinventa para lidiar con los problemas. As¨ª, es de agradecer que casi todos los grandes maestros invitados a esta Bienal -de Moneo a Toyo Ito pasando por Alvaro Siza- hayan puesto un generoso y bien dise?ado banco en su espacio invitando al espectador a sentarse. Sin embargo, identificar el espacio libre con la comodidad del asiento revela un mundo muy diferente al de quienes lo relacionan con el movimiento y la acci¨®n. La arquitectura deber¨ªa servir a ambos si no quiere quedarse encerrada en los museos.
Trabajos espa?oles sobresalientes
Que la arquitectura es un arma de propaganda lo sabe tan bien la Santa Sede, que ha encargado una exquisita colecci¨®n de capillas a Foster o Souto de Moura, como Venezuela, que expone CCS-Espacio Rebelde: tres planes urban¨ªsticos para Caracas -entre otros el Parque Hugo Ch¨¢vez- ¡°para humanizar los lugares de convivencia¡±. Con todo, las propuestas de algunos arquitectos sobresalen entre todos. Adem¨¢s de haber sido elegidos para levantar una de esas capillas la primera vez que el Vaticano tiene pabell¨®n en la Bienal, Ricardo Flores y Eva Prats hacen doblete y reconstruyen, en el Arsenale, parte de su Sala Beckett de Barcelona. En la trasera de ese ejercicio de precisi¨®n y preciosismo, que combina control formal, de materiales y de luz, revelan su idea de la arquitectura como una de las bellas artes, dibujando y recortando todo a mano.
En la otra cara de la moneda, construyendo con ideas, el pabell¨®n holand¨¦s, comisariado por la espa?ola Marina Otero, es una caja de sorpresas. Uno descubre abriendo armarios y puertas espacios como la recreaci¨®n de la habitaci¨®n del hotel Hilton de Amsterdam donde John Lennon y Yoko Ono realizaron su ¡°encamada por la paz¡± durante seis d¨ªas en marzo de 1969. Otero recurre al juego planteando c¨®mo dise?ar espacios desde una ¨¦tica que no priorice la eficacia del trabajo como logro superlativo.
Babelia
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