Mujeres marcadas
La salvadore?a Claudia Hern¨¢ndez, que form¨® parte de Bogot¨¢ 39, narra en 'Roza tumba quema' la odisea de una madre que busca a la hija que perdi¨® durante la guerra civil
La portada de Roza tumba quema, segunda novela de la salvadore?a Claudia Hern¨¢ndez, es una reproducci¨®n de Ternura, obra del ecuatoriano Oswaldo Guayasam¨ªn: una mujer con los ojos cerrados abraza, protege, a una ni?a con los ojos abiertos, tal vez su hija. Guayasam¨ªn retrat¨® las venas abiertas de Am¨¦rica Latina y Claudia Hern¨¢ndez perpet¨²a esa tradici¨®n en este relato de tres generaciones de mujeres, marcadas por la guerra, la actividad de las combatientes en la guerrilla y la necesidad de sobrevivir en el proceso de reconstrucci¨®n de un pa¨ªs. El pa¨ªs es El Salvador; la guerrilla, el Frente Nacional de Liberaci¨®n Farabundo Mart¨ª ¡ªreconvertido en partido pol¨ªtico¡ª, la guerra se prolong¨® entre 1980 y 1992, la reconstrucci¨®n a¨²n est¨¢ en marcha. Pero Hern¨¢ndez ha borrado fechas y nombres: los de pila y los apellidos, los top¨®nimos adelgazados en expresiones como ¡°la Hacienda con nombre de caballo¡±. Solo se nombra Par¨ªs en una novela donde El Salvador muta en espacio m¨ªtico-universal y, a la vez, es rabiosamente El Salvador. Hasta por la forma cari?osa de decir ¡°su pap¨¢¡± en un contexto de violencia. Una caracter¨ªstica dulzura elocutiva que extra?a la realidad entre violaciones y bombas.
La anomia, como falta de norma y tambi¨¦n como dificultad para recordar los nombres, como desorganizaci¨®n social y patolog¨ªa del lenguaje, se presenta en sus dos acepciones en esta historia sobre la dificultad de la reconstrucci¨®n tras el trauma de la guerra; las cicatrices de cuerpo y mente; olvido y memoria; los cuidados; sobre el papel de esas mujeres que luchan por los suyos ¡ªpor las suyas¡ª cuando, m¨¢s all¨¢ de la Historia con may¨²scula ¡ªinseparable de las pieles laceradas y del desencanto¡ª, solo importan los afectos. El dolor por la p¨¦rdida de una hija robada, con un nuevo nombre espurio, se extrapola a la p¨¦rdida de todos los nombres: el lenguaje se hipertrofia ¡ªla abuela de la hija m¨¢s peque?a, la amiga de la amiga excombatiente¡ª y se opera con una estrategia narrativa de desrealizaci¨®n: el relato de la infancia de la excombatiente, madre de cinco hijas, se asemeja a esos cuentos infantiles de prueba, superaci¨®n, castigo o recompensa, con madres que ponen a sus caperucitas en peligro.
Tanto la hipertrofia de ese lenguaje que necesita la continua autorreferencia para hallar sentido m¨¢s all¨¢ del mundo ca¨®tico ¡ªburocracia rid¨ªcula, dificultad para obtener lo b¨¢sico, ausencia de reconocimiento por las heroicidades¡ª, como la idea borrosa de pa¨ªs, responden a la l¨®gica del secreto, la ocultaci¨®n y el pseud¨®nimo, en un momento en el que pronunciar un nombre ¡ªdelatar¡ª era un tab¨² y, a la vez, las familias desmembradas buscan sus referentes, su diseminado ADN, los v¨ªnculos que no han podido estrecharse o se han truncado a causa de la guerra.
En este proceso las mujeres, que paren y cr¨ªan, tienen las de perder. El parecido f¨ªsico deja un camino de miguitas de pan en ese universo ca¨®tico de hijas no reconocidas por sus padres, viudas sucesivas, ausencia de refrendo legal, herencias fantasmag¨®ricas. La manera de contar incide en la vivencia del caos: se cuenta lo que pudo haber sido y despu¨¦s abruptamente se cuenta lo que de verdad fue; la simbiosis lenguaje-mundo culmina cuando la tercera persona de la narraci¨®n emplea el condicional y las hip¨®tesis para explicar acontecimientos reales.
Se dice que los j¨®venes ya no llaman a la gente ¡°compa?era¡± y en ese re-bautismo se clausura una pesadilla para transformarla en pasado. En la voz de Roza tumba quema se detecta respeto por los procedimientos guerrilleros contra el latrocinio, pero no hay nostalgia: tan solo la constataci¨®n de que despu¨¦s del episodio b¨¦lico y de las experiencias de esas mujeres que, pese a llevar pistolas, eran perseguidas y violentadas, despu¨¦s de aquello, la herida no se ha cerrado y queda la tierra sembrada de fusiles. El cuerpo de las mujeres y las hijas robadas, deprimidas, funcionan como met¨¢fora de un pa¨ªs que perdi¨® la guerra. Porque todas las guerras, sobre todo las civiles, se pierden y, as¨ª, se llena de significado la ausencia de nombres ¡ªla vocaci¨®n de universalidad¡ª del estilo de Hern¨¢ndez. Pese a todo, a¨²n podemos confiar en los afectos: ¡°Cuando diera a luz una ni?a, la llamar¨ªa con el nombre que debi¨® haber llevado la primog¨¦nita de su madre¡±. Lean atentamente esta historia para comprender en su plenitud estas ¨²ltimas palabras.
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Autor:?Claudia Hern¨¢ndez.?
Editorial:?Sexto Piso (2018).
Formato: versi¨®n Kindle y tapa blanda (272 p¨¢ginas).
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