La extra?a trayectoria de un radical
La pel¨ªcula solo despega en la secuencia inicial, previa a los cr¨¦ditos, y en alg¨²n golpe de ingenua espontaneidad de su actriz Natalia Roig
EL INTERCAMBIO
Direcci¨®n: Ignacio Nacho.
Int¨¦rpretes: Pep¨®n Nieto, Hugo Silva, Rossy de Palma, Natalia Roig.
G¨¦nero: comedia. Espa?a, 2017.
Duraci¨®n: 84 minutos.
El caso del malague?o Ignacio Nacho, como el de tantos directores espa?oles que comenzaron en los m¨¢rgenes de cualquier convencionalismo y acabaron acudiendo al redil del cine m¨¢s comercial, es digno de estudio. Brillant¨ªsimo cortometrajista en los primeros a?os del siglo XXI con piezas como Casa Paco (2000) y Libertad provisional (2001), caracterizados por la indagaci¨®n visual y sonora, la ausencia de texto y un vanguardista sentido del humor, Nacho se pas¨® los a?os siguientes alimentando a otros como ¨¦l con su radical esp¨ªritu art¨ªstico, impartiendo clases en el Centre d¡¯Estudis Cinematogr¨¤fics de Catalunya (CECC), probablemente la escuela de cine espa?ola con mayor gusto por la experimentaci¨®n.
Su extremada autenticidad se confirm¨® en 2004 con su largometraje Poliedro, filmado m¨¢s all¨¢ de la frontera con cualquier ortodoxia narrativa y de producci¨®n, en blanco y negro y mucho m¨¢s cerca del surrealismo de los a?os 20 que de cualquier pel¨ªcula contempor¨¢nea. Una obra suicida que no lleg¨® a las salas comerciales y que quiz¨¢ le hizo refugiarse en el teatro, donde ya hab¨ªa apuntado con piezas de humor negro e ins¨®lito sentido de la cr¨ªtica social.
Un formato, el teatral, en el que, parad¨®jicamente, Nacho vivi¨® el primer ¨¦xito de p¨²blico de su vida: el de El intercambio, obra estrenada el pasado a?o en Madrid con Gabino Diego y Tet¨¦ Delgado como protagonistas, y en dos centros de esp¨ªritu popular como el Gran V¨ªa y el Marquina. Si se trata de una (comprensible) claudicaci¨®n al sistema o de un (verdadero y sentido) giro creativo lo sabr¨¢ el propio Nacho, pero lo cierto es que poco o nada funciona en esta versi¨®n cinematogr¨¢fica de su pieza teatral, a medio camino entre la huida de las leyes fundamentales de la comedia actual y la gruesa rectitud del mon¨®logo m¨¢s comercial, identificativo e insustancial.
Y aunque es probable que el pensamiento de Nacho estuviera en la Otra Generaci¨®n del 27, en Mihura y Jardiel Poncela, en su tradicional inverosimilitud y espl¨¦ndida locura, incluso en el surrealismo de los hermanos Marx, su pel¨ªcula solo despega en la secuencia inicial, previa a los cr¨¦ditos, y en alg¨²n golpe de ingenua espontaneidad de su actriz Natalia Roig. El resto, ambientado en un ¨²nico escenario, y alrededor de un sexual canje de parejas, pese a su huida del naturalismo, algo que le honra, no pasa del vulgar estrambote y del grueso subrayado visual, sin llegar al esp¨ªritu de extra?eza que se supone que anda buscando su autor.
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