Nick Cave: el hombre del saco busca paliar su dolor
El m¨²sico australiano ofrece un intenso y contundente concierto en el Primavera Sound
Seg¨²n la leyenda, el hombre del saco fue un tipo enfermo que vagaba por las calles en busca de una cura. En plena noche, tras mucho deambular durante d¨ªas, hall¨® una curandera, tal vez m¨¢s enferma de la cabeza que ¨¦l. Le dijo que el remedio a todos sus males estaba en la sangre de un ni?o al que ten¨ªa que sacrificar. Fue entonces cuando aquel tipo roto y desorientado cogi¨® un saco para esconder a su v¨ªctima y poner fin a su dolor. Entre esas tinieblas, nac¨ªa el mito del hombre el saco.
Se hace dif¨ªcil ver en la escena actual a un m¨²sico que transmita un aura casi m¨ªstica, como si sobre su cabeza volasen g¨¢rgolas y grifos acompa?ando su canto. Nick Cave es uno de ellos. Un verdadero personaje imponente, que irradia un carisma aplastante, como en la noche del jueves se pudo comprobar solo m¨¢s salir al escenario principal del Primavera Sound con la oscura Jesus Alone, perteneciente a su ¨²ltimo disco, Skeleton Tree.
Son muchas las tinieblas por las que Nick Cave ha vagado en su vida. Desde las distintas drogadicciones y el alcoholismo, pasando por luchas internas con su arte y su visi¨®n fatalista de este paso por el mundo, hasta la m¨¢s reciente de todas y a la vez la m¨¢s dura: la muerte de uno de sus dos hijos. Arthur, un chaval de 15 a?os que se cay¨® por un acantilado por, seg¨²n el parte m¨¦dico, ir colocado de LSD. De alguna manera, a trav¨¦s de sus canciones viscerales y nada complacientes, el m¨²sico australiano es como un hombre del saco buscando una cura para su dolor, siempre presente en su m¨²sica, siempre amenazante como una guada?a que ataca por la espalda. Lo transmiti¨® en Do You Love Me?, una murder ballad con su intransferible sello personal.
Con su traje negro y su pelo peinado para atr¨¢s como un arc¨¢ngel queriendo ser Rodolfo Valentino, Cave es todo un personaje cinematogr¨¢fico. Pase¨¢ndose por el escenario, sus movimientos son finos y contundentes. Es muy teatral, como si del cielo fuera a llover fuego. A veces parecen espasmos, otras simples poses, pero nunca dejan de ser hipn¨®ticos. Hay una ira en su canto grave, en esos alaridos que solt¨® en Distant Sky, incluso en ese tono suplicante de Girl in Amber con ¨¦l al piano. Se puso de rodillas, rog¨® al suelo y desafi¨® a todo bicho viviente con su mirada penetrante. Cave tambi¨¦n guarda cierta furia en los ojos. Es un crooner jodido con la vida, nada rom¨¢ntico. Si por ¨¦l fuera machar¨ªa a todos aquellos cantantes mel¨®dicos que sonr¨ªen y celebran la felicidad como mandamiento. Casi se dir¨ªa que los degollar¨ªa con la ayuda de los Bad Seeds, esa formaci¨®n de sonido bastardo, afilada como una navaja autom¨¢tica, que hicieron anoche de la distorsi¨®n un modo de extra?a vitalidad. Incluso el viol¨ªn rugi¨® tan alocado como Cave gritando en Red Right Hand, canci¨®n que se llev¨® la mayor ovaci¨®n del concierto al ser la banda sonora de la exitosa serie Peaky Blinders.
M¨¢s de una vez ha dicho Cave que la m¨²sica le ha salvado de no volverse loco porque motivos no ha dejado de tener desde que se precipit¨® como adolescente por el abismo de las drogas. Anoche, era como el hombre del saco, asustando con su ira descontrolada, pero elegante. Desatado pero buscando paliar su dolor con canciones sonando como tormentas de truenos, como Deanna, que son¨® espectacular con su aire de rock'n'roll primigenio. Fue su primera concesi¨®n a la celebraci¨®n. A partir de ah¨ª, sorprendi¨® cuando se ba?¨® en multitudes, saliendo a la pasarela, a lo Mick Jagger, dejando que le abrazasen y abrazando. Chocando manos, sonriendo sin perder el gesto desencajado. Se hizo hasta raro. Con un toque casi de rap, Stagger Lee fue la c¨²spide. Ah¨ª subi¨® a decenas de personas al inmenso escenario, entre ellas se col¨® Alfred, el cantante y exconcursante de Operaci¨®n Triunfo. Ver para creer: Cave bailando con se?oras a la par que empujando a otros y gritando: ¡°hijos de puta¡±, estribillo de Stagger Lee. Hab¨ªa una angustia en su llanto. El hombre del saco necesitaba cari?o, necesitaba paliar su dolor, pero en ning¨²n caso dijo que creyese en las bondades de este mundo. Simplemente, lucha por sobrevivir, con dolor, como un ¡°maldito hijo de puta¡±. A¨²n con su aura fascinante, puede que como cualquiera.
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