Una bell¨ªsima trincherilla
Cayetano protagoniz¨® una entregada y valerosa faena ante su primero y pase¨® una oreja protestada
DEL R?O / CASTELLA, MANZANARES, CAYETANO
Cinco toros de Victoriano del R¨ªo y uno ¨Cel tercero- de Toros de Cort¨¦s, justos de presentaci¨®n, mansos, blandos y descastados.
Sebasti¨¢n Castella: dos pinchazos y casi entera -aviso- (silencio); pinchazo, media -aviso-, -2? aviso- (silencio).
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: media (silencio); estocada (silencio).
Cayetano: estocada desprendida (oreja muy protestada); estocada (ovaci¨®n).
Plaza de Las Ventas. Vig¨¦simo quinto festejo de la Feria de San Isidro. 1 de junio. Lleno de 'no hay billetes' (23.624 espectadores, seg¨²n la empresa).
Una trincherilla, s¨ª, bell¨ªsima, de esas que valen por toda una corrida, o por una temporada, o por la afici¨®n a esta fiesta. Un destello fugaz y luminoso, de esos que se refugian en la memoria para toda la vida. As¨ª fue la trincherilla que dibuj¨® Cayetano a su primer toro, el cuerpo erguido, asentadas las zapatillas, el pecho hacia adelante, el ment¨®n encajado, y la muleta en la izquierda, el toro que acude presto, fijo en el enga?o, y el torero mueve la mu?eca, baja la mano a velocidad inmedible, el animal humilla, y lo que parece un muletazo largo, se troncha en un instante, el toro obedece y el dibujo alcanza una plasticidad inimaginable, imperceptible para la vista, pero radiante de belleza para el coraz¨®n.
As¨ª fue la trincherilla de Cayetano al tercero de la tarde.
Al torero no se le hab¨ªa visto el pelo hasta que sali¨® ese toro. Estaba en la plaza, pero casi escondido mientras transcurr¨ªa el festejo. Pero all¨¢ que apareci¨® muy digno en cuanto el tercero apareci¨® en la arena. Huidizo como los dem¨¢s, Cayetano intent¨® pararlo sin ¨¦xito, manse¨® en el caballo, apret¨® con genio en banderillas y puso en apuros a Iv¨¢n Garc¨ªa. Tocaron los clarines para el tercio de muleta, Cayetano pide permiso al presidente y toma el camino del centro del anillo para brindar al respetable.
H¨¦te aqu¨ª, entonces, que vuelve sobre sus pasos y se sienta en el estribo junto al burladero de cuadrillas. All¨ª llama a su oponente y lo recibe con cuatro muletazos por alto torer¨ªsimos. A rengl¨®n seguido, ya en pie, se hizo presente la trincherilla, que arrebat¨® a los tendidos, y cerr¨® el cuadro con un recorte templad¨ªsimo y el obligado de pecho que hizo que la plaza entera estallara de emoci¨®n.
El toro se hab¨ªa entregado tanto en el encuentro con el torero que qued¨® roto, rajado, desinflado, apagado y se refugi¨® en tablas. Decidido, entregado y valiente Cayetano, pero sin opciones de triunfo. As¨ª las cosas, mont¨® la espada, se perfil¨® con torer¨ªa y se tir¨® sobre el morrillo con toda su alma. Cobr¨® una estocada algo desprendida y los tendidos se poblaron de pa?uelos cuando el animal pas¨® a mejor vida.
El presidente concedi¨® el trofeo y se arm¨® la de san Quint¨ªn: una pura, dura y ensordecedora divisi¨®n de opiniones. La faena, ciertamente, no hab¨ªa sido de oreja. Dud¨® Cayetano en recoger el trofeo, y, oreja en mano, dio una vuelta ruidosa que alcanz¨® su esplendor cuando pas¨® por los terrenos del tendido 7 y arreciaron las protestas de los aficionados m¨¢s exigentes. Ten¨ªan raz¨®n.
La falta de fondo del sexto impidi¨® que la actuaci¨®n de Cayetano se coronara con matr¨ªcula de honor. Lo recibi¨® de rodillas con una larga cambiada en toriles, emocion¨® con un precioso galleo por chicuelinas que acab¨® con una espl¨¦ndida larga y con el capote a una mano para dejar al toro en los terrenos del picador. Tras el manso tr¨¢mite del caballo, cit¨® Cayetano de largo al toro, con el comp¨¢s abierto, se ech¨® el capote a la espalda y traz¨® una inspirada gaonera, un par de ver¨®nicas y una media. Se le ve¨ªa al torero enardecido y apasionado, como en estado de trance; una actitud que anunciaba algo grande. De rodillas comenz¨® el tercio final, unos ayudados por alto y por bajo despu¨¦s, pero hasta ah¨ª pudo contar porque el toro habl¨® y le dijo que abreviara, que estaba hundido. La estocada, eso s¨ª, de premio.
Castella volvi¨® despu¨¦s de la paliza del mi¨¦rcoles y se lo agradecieron con un conato de ovaci¨®n al romperse el pase¨ªllo. Inv¨¢lido fue su primero y noble el cuarto. Solvente y templado se mostr¨® entonces en dos tandas, una por cada lado. Fall¨® con la espada y todo se emborron¨®.
Rajado fue el primero de Manzanares, acobardado en toriles e imposible para el toreo. M¨¢s entonado el quinto, blando como todos, y permiti¨® detalles, solo detalles poco lucidos, de su lidiador.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.