A?oranza de una buena bronca
Las grandes figuras de todos los tiempos han tenido una mala tarde y han debido soportar con entereza el enfado de sus partidarios
ESCOLAR / RAFAELILLO, ROBLE?O, BOL?VAR
Toros de Jos¨¦ Escolar, correctos de presentaci¨®n, bravos en los caballos, noblotes, sosos y de corto recorrido.
Rafaelillo: tres pinchazos y estocada (silencio); pinchazo, estocada baja y un descabello (silencio).
Fernando Roble?o: ¡ªaviso¡ª casi entera perpendicular y dos descabellos (ovaci¨®n); bajonazo y cuatro descabellos (silencio).
Luis Bol¨ªvar: estocada baja (silencio); estocada ¡ªaviso¡ª, dos descabellos ¡ªsegundo aviso¡ª y un descabello (palmas).
Plaza de Las Ventas. 29? festejo de la Feria de San Isidro. 5 de junio. M¨¢s de media entrada (15.528 espectadores, seg¨²n la empresa).
Si a Luis Bol¨ªvar le hubieran dedicado una buena bronca hace unos a?os, quiz¨¢ hoy ser¨ªa otro torero. Si ayer sale de la plaza de Las Ventas entre una ruidosa protesta de unos tendidos encrespados, quiz¨¢ estuviera todav¨ªa a tiempo de reflexionar y dar un nuevo rumbo a su carrera.
Pero en la fiesta de los toros se han perdido las broncas como expresi¨®n de exigente cari?o. Las grandes figuras de todos los tiempos han tenido una mala tarde y han debido soportar con entereza el enfado de sus partidarios. Una buena bronca te puede hacer pensar y te invita a cambiar. Porque el enojo o el desagrado en la fiesta de los toros no son m¨¢s que sin¨®nimos de un afecto que solo se profesa a quienes se quiere; y en este caso, a los ¨ªdolos.
Bol¨ªvar se march¨® al hotel entre el silencio a la muerte de su bondadoso primero y unas palmas al finalizar su labor en el sexto, otro toro que le ofreci¨® posibilidades de ¨¦xito. Y, con toda seguridad, alguien tratar¨¢ de convencerlo de que ¨¦l no es el culpable, que estuvo bien con los toros y que fue la dificultad de estos la que impidi¨® que saliera por la puerta grande.
Quiz¨¢, sea exagerado, pero el lote del torero colombiano llevaba el triunfo en la frente; al menos, eso pareci¨® desde la grada, desde donde los toros se ven de manera diferente, tambi¨¦n es verdad.
Noble el tercero, que acud¨ªa con presteza y nobleza a los enga?os, y noble el sexto, extraordinario por el pit¨®n izquierdo. El torero se dej¨® superar ampliamente por su primero y ofreci¨® una impresi¨®n de desgana y derrota. Quiso y no pudo o, quiz¨¢, es que no se encontraba en ese momento con la inspiraci¨®n necesaria. Lo cierto es que desaprovech¨® la golosa embestida del animal y la plaza guard¨® un pasivo silencio tras el arrastre del toro.
Sali¨® espoleado Luis Bol¨ªvar a recibir al sexto, y lo hizo con buen gusto y pasi¨®n con cuatro aceptables ver¨®nicas y una media con sabor. Se esmer¨® en colocar al toro frente al caballo, y mostr¨® una actitud encomiable en el inicio de la faena de muleta. Tard¨® en ver el lado izquierdo, el bueno, del toro, y ambos colaboraron en tres tandas templadas, lentas y hondas, de naturales que albergaban una fundada esperanza. No alcanz¨® la faena el cl¨ªmax requerido, la alarg¨® en demas¨ªa, quiso arreglarlo tir¨¢ndose de verdad sobre el morillo a la hora de matar, pero escuch¨® dos avisos y casi todo se diluy¨®.
Posiblemente, esta corrida de Jos¨¦ Escolar le pese en su carrera; y aunque no hubiera bronca, la mereci¨®, y de las gordas.
Otro que se fue entre silencios fue Rafaelillo, y fue esa una nota alta para su lastimoso quehacer. Se le vio perdido, con pocas ideas, sin soltura y desconfiado. Su primero lo atisb¨® cuando el torero lo citaba con la mano derecha y fue a por ¨¦l como una flecha; tanto es as¨ª que, si no est¨¢ listo, lo manda a la bandera. Le costaba embestir, y el torero dej¨® claros su oficio y entrega, pero qued¨® la impresi¨®n de que le pudo el conformismo. Y naufrag¨® ante el quinto, corto y soso en el tercio final, con el que no le sali¨® nada a derechas, y todo acab¨® en una decepci¨®n que no se debe corresponder con la eficacia de este torero. Una buena bronca tampoco le hubiera venido mal.
Mejor estuvo Roble?o. Acostumbrado a fieras dif¨ªciles de lidiar, se encontr¨® con un bonancible toro segundo de la tarde con el que se cruz¨® de verdad, y dibuj¨® un manojo de naturales plenos de sabor. No supo acabar a tiempo, su labor se hizo interminable y todo el fuego se apag¨® pronto. Encima, lo aplaudieron. Ante el dificultoso quinto se justific¨® sin m¨¢s.
?Y los toros? Decepcionantes, en primer lugar, por su presentaci¨®n, correcta para su encaste, pero muy justa para lo que se exige en esta plaza. Todos, a excepci¨®n del quinto, hicieron una aceptable pelea en varas, y, con escasa movilidad, pero con nobleza no exenta de soser¨ªa, dejaron estar a los toreros. El sexto, protagoniz¨® un espectacular primer tercio, pero destac¨® m¨¢s en el galope que en el empuje al caballo. Miguel Mart¨ªn y Fernando S¨¢nchez saludaron tras un vibrante tercio de banderillas en este toro.
Despu¨¦s de la guerra a muerte de los Saltillo llego el armisticio de los de Escolar. Tras la tensi¨®n, la nobleza, y, tambi¨¦n, cierto aburrimiento. Una buena bronca ¡ªvarias¡ª hubiera levantado los ¨¢nimos.
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