Anonimato como obra de arte
Bombardeado por el propio ¨¦xito, Salinger tuvo que enterrarse vivo en una granja de Cornish, donde se convirti¨® en una leyenda
La pel¨ªcula Rebelde entre el centeno, estrenada hace un mes en Espa?a, escrita y dirigida por Danny Strong, narra la lucha de Jerome David Salinger por conquistar el ¨¦xito literario y la forma en que el ¨¦xito, una vez alcanzado, lleg¨® a destruirlo como escritor. Buscar con ah¨ªnco la gloria y a continuaci¨®n, al sentirse aplastado por ella, tener que hacerse invisible para sobrevivir, este es el caso de J. D. Salinger, quien convirti¨® su fuga y anonimato en una obra de arte y al final consigui¨® ser famoso precisamente por huir a toda costa de la fama.
J. D. Salinger naci¨® en Nueva York el 1 de enero de 1919, hijo de un jud¨ªo llamado Salomon, descendiente a su vez de un rabino que, seg¨²n las malas lenguas, se hizo rico importando jamones. En realidad, Salomon Salinger fue un honrado importador de carnes y quesos de Europa. La compa?¨ªa Hoffman, para la que trabajaba estuvo envuelta en un esc¨¢ndalo, acusada de falsificar agujeros en los quesos de bola, pero de ese l¨ªo sali¨® indemne Salomon quien acab¨® viviendo en un lujoso apartamento de Park Avenue entre la alta burgues¨ªa neoyorquina. All¨ª el adolescente Jerome David Salinger comenz¨® a ensayar sus primeros gestos de rebeld¨ªa.
Despu¨¦s de ser expulsado del colegio McBurney, entr¨® como cadete en la academia militar de Valley Forge donde empez¨® a escribir iluminando el cuaderno con una linterna bajo las s¨¢banas unos relatos cortos que durante a?os mand¨® sin ¨¦xito a las revistas satinadas. Era un joven el¨¢stico, rico, neur¨®tico, inteligente, esnob y sarc¨¢stico, enfundado en un abrigo negro Chesterfield que envidiaban sus compa?eros. Frecuentaba el Stork Club, donde abrevaban las ni?as doradas del Upper East Side, de apellidos famosos, apacentadas por Truman Capote. Trataba de seducirlas y a la vez las despreciaba. Las volv¨ªa locas, pero no a todas. Hubo una adolescente de 15 a?os, Oona O'Neill, la hija del dramaturgo premio Nobel, que le fue esquiva hasta que vio que aquel joven tan atractivo hab¨ªa publicado su primer cuento en la revista The Story, que dirig¨ªa el profesor Whit Burnett, su mentor, interpretado en la pel¨ªcula por Kevin Spacey, condenado hoy a las tinieblas por acoso sexual. Oona y Salinger fueron de esa clase de novios que se besan todav¨ªa con los labios cerrados.
Se escribe para enamorar, para que te quieran, reconocen algunos escritores. Algo parecido le sucedi¨® a Scott Fitzgerald cuando fue llamado a filas en la Segunda Guerra Mundial durante su periodo de instrucci¨®n en Camp Sheridan (Alabama), con uniforme de teniente acudi¨® a un baile en el Country Club, la cercana ciudad de Montgomery, donde conoci¨® a la bella sure?a Zelda Sayre. La sac¨® a bailar y en la pista la pareja fue admirada por su belleza fr¨ªvola, como el ideal de una existencia evanescente. Se enamoraron. Ella no estaba dispuesta a entregarse mientras Francis Scott no fuera m¨¢s que un delicioso pelanas, escritor de relatos cortos y de anuncios de publicidad. Pero un d¨ªa le lleg¨® el ¨¦xito con su primera novela, A este lado del para¨ªso, y el remolino de la fama le trajo tambi¨¦n la chica a sus brazos. Por el contrario, Salinger se alist¨® en la Segunda Guerra Mundial. Particip¨® en el desembarco de Normand¨ªa y bajo las bombas se enter¨® de que Oona O'Neill, su novia tan inocente, a la que escribi¨® mil cartas de amor, se hab¨ªa casado con Charles Chaplin, 40 a?os mayor que ella.
Era un joven el¨¢stico, rico, neur¨®tico, inteligente, esnob y sarc¨¢stico
Con un esfuerzo neur¨®tico J. D. Salinger trataba de colocar sus relatos cortos en las revistas The Story, Saturday Evening Post, Bazzar's, y sobre todo The New Yorker, que hab¨ªan consagrado a otros famosos escritores en cuyo espejo Salinger se miraba, Fitzgerald, Hemingway, Capote, pero a su vez nadie era tan quisquilloso y peleaba hasta la agon¨ªa con los directores de esos medios para que respetaran sus textos hasta la ¨²ltima palabra.
La ansiedad por alcanzar el ¨¦xito le estaba destrozando y para remediarlo se hizo disc¨ªpulo de Jes¨²s, de Gotama, de Lao-Tse, de Shankaracharya y de otras pepitas de calabaza. En 1951, public¨® El guardi¨¢n entre el centeno, cuyo protagonista, Holden Caulfield, era un adolescente sarc¨¢stico, rebelde, inconformista e inadaptado que se comportaba con un desparpajo irreverente con sus mayores, ya fueran padres, profesores o simples predicadores. De pronto hab¨ªa tocado una tecla misteriosa y se produjo la explosi¨®n. El friqui Mark Davis Chapman llevaba esta novela en la mano cuando vaci¨® todo el rev¨®lver contra John Lennon en el edificio Dakota. Bombardeado por el propio ¨¦xito, Salinger tuvo que enterrarse vivo en una granja de Cornish, donde su anonimato se convirti¨® en una leyenda hasta el punto que llegar hasta ¨¦l era una misi¨®n tan dif¨ªcil como encontrar un mono en Marte, siempre que el explorador fuera un periodista, bi¨®grafo, cr¨ªtico literario o editor, pero no si era una joven admiradora atractiva dispuesta a ser pasada por las armas.
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