Unamuno, antes la verdad que la paz
El autor responde a los hispanistas franceses Colette y Jean-Claude Rabat¨¦ e insiste en su versi¨®n de los hechos ocurridos en el paraninfo de la Universidad de Salamanca en 1936

Ya que los profesores Colette y Jean-Claude Rabat¨¦ dedican media p¨¢gina de El Pa¨ªs del 27 de mayo a glosar unas palabras m¨ªas, transcritas por Sergio del Molino en su reportaje del 8 de mayo titulado Lo que Unamuno nunca le dijo a Mill¨¢n Astray, no me queda m¨¢s remedio que intervenir. Se trata, en concreto, de que Sergio del Molino cita como palabras textuales m¨ªas que el acto del 12 de octubre de 1936 en el paraninfo de la Universidad de Salamanca fue ¡°brutalmente banal¡±, expresi¨®n que no ha gustado a los profesores Rabat¨¦ y hacen de ella el eje de su argumentaci¨®n, sin referirse en absoluto a lo m¨¢s importante del reportaje de Sergio del Molino: mi investigaci¨®n titulada Arqueolog¨ªa de un mito, donde demuestro con fuerza suficiente que la llamada ¡°versi¨®n can¨®nica¡± del acto del 12 de octubre, centrada en largos discursos de Mill¨¢n Astray y de Unamuno, es una invenci¨®n literaria de Luis Portillo P¨¦rez, publicada en 1941.
Pero vayamos por partes. El 12 de octubre se celebraba el D¨ªa de la Raza, uno m¨¢s de los actos que trufaban el calendario acad¨¦mico: la apertura de curso, la academia de Santo Tom¨¢s, el homenaje a Santa Teresa de Jes¨²s, las conferencias del Ateneo Salmantino, las veladas literarias en homenaje a las glorias locales¡ Actos en los que los discursos pod¨ªan ser rimbombantes, engolados, abstrusos o edificantes, pero rara vez interesantes y amenos. Actos banales. El acto del D¨ªa de la Raza de 1936 hubiera sido igual de aburrido que los dem¨¢s sino fuera porque Espa?a se encontraba sumida en la guerra civil, y que en Salamanca se hab¨ªa instalado el cuartel general del general¨ªsimo Franco, elegido jefe del estado unos d¨ªas antes. Debido a esta circunstancia, Unamuno presidi¨® el acto en representaci¨®n de Franco y estuvo acompa?ado en la mesa presidencial por Carmen Polo y por el general Mill¨¢n Astray.
El rector y el militar se profesaban una fuerte antipat¨ªa mutua desde hac¨ªa muchos a?os, y adem¨¢s Unamuno estaba muy afectado por la constataci¨®n de que desde el alzamiento militar se hab¨ªa apoderado de Salamanca el terror a una represi¨®n sin freno que le hab¨ªa costado la vida a cientos de hombres, asesinados en el campo por las patrullas irregulares de falangistas y derechistas bajo el control de la guardia civil y de las autoridades militares, y que hab¨ªa llevado a la prisi¨®n a varios cientos m¨¢s. En este ambiente de tensi¨®n, tras las enervantes intervenciones de varios oradores (no de Mill¨¢n Astray), Unamuno improvis¨® un discurso para denunciar las ideas de guerra incivil, de odio y de anti-Espa?a que emanaban del bando nacionalista, lo cual fue contestado por Mill¨¢n Astray con un ¡°?Muera la intelectualidad traidora!¡±, seguido por un breve y exaltado discurso justificando el alzamiento, lo cual ocasion¨® un grave tumulto, dada la presencia en el paraninfo de numerosos hombres armados y muy motivados pol¨ªticamente.

A continuaci¨®n, Carmen Polo, Mill¨¢n Astray, Unamuno y el obispo salieron del paraninfo y se despidieron formalmente en la puerta de la Universidad, como fue recogido en la famosa foto que ilustra, por ejemplo, el art¨ªculo de los Rabat¨¦, fotograf¨ªa que ¡°es la m¨¢s repetida y dramatizada por algunos comentaristas que han interpretado el desorden alrededor de Unamuno y el saludo de los falangistas como marcas de hostilidad. En realidad, Unamuno, que ocupa la parte central de la foto en compa?¨ªa del obispo Pl¨¢ y Deniel, no parece empujado ni amenazado por un p¨²blico compuesto por requet¨¦s, legionarios, falangistas y paisanos, entre los cuales aparecen pocas mujeres. Algunos est¨¢n vitoreando a Mill¨¢n Astray, acompa?ado por su propia guardia personal, que acaba de subir al mismo coche que la esposa del general Franco. Unamuno parece ensimismado y tal vez emocionado por la violencia de los aullidos de los j¨®venes falangistas dentro del Paraninfo¡±.?La guerra hab¨ªa convertido un acto banal en un acto de brutal violencia verbal, que para Unamuno tuvo graves consecuencias personales (?qui¨¦n podr¨ªa negarlo?).?
Unamuno estaba muy afectado por la constataci¨®n de que desde el alzamiento militar se hab¨ªa apoderado de Salamanca el terror a una represi¨®n sin freno
Sin embargo, en Arqueolog¨ªa de un mito, no intento reconstruir lo que dijo Unamuno, ni c¨®mo transcurri¨® el acto, sino al contrario: demuestro que la ¡°versi¨®n can¨®nica¡± no se corresponde con la realidad. Demuestro que ¡°el periodista Luis Gabriel Portillo¡± es en realidad Luis Portillo P¨¦rez, profesor de derecho civil de la Universidad de Salamanca. Demuestro que Portillo no fue testigo presencial del acto del paraninfo porque pas¨® toda la guerra en la zona republicana, y que despu¨¦s sali¨® al exilio, refugi¨¢ndose en Inglaterra, donde public¨® en 1941 el relato Unamuno¡¯s Last Lecture, traducido al ingl¨¦s por Ilse Barea, en el que Portillo hace una evocaci¨®n dram¨¢tica del acto del paraninfo, sin voluntad de recreaci¨®n hist¨®rica, lo cual fue confirmado por su hijo Michael Portillo (The Guardian, 11 de mayo de 2018). Y demuestro que Unamuno¡¯s Last Lecture?fue copiado casi al pie de la letra por Hugh Thomas y por Ricardo de la Cierva en sus historias de la Guerra Civil espa?ola, dando origen a una versi¨®n mitificada y alejada de la realidad del acto del 12 de octubre.
Mi investigaci¨®n, que se encuentra disponible gratis en academia.edu, ha sido ampliamente difundida y nadie ha se?alado un solo error. Demuestro que Portillo se invent¨® de cabo a rabo el discurso de Mill¨¢n Astray, y eso nadie lo critica, pero si afirmo que tambi¨¦n se invent¨® el discurso de Unamuno, entonces cae sobre m¨ª una lluvia de descalificaciones y se me acusa de estar haci¨¦ndole el juego a la extrema derecha. O peor a¨²n, de ser bibliotecario.
En mi estudio demuestro que Portillo se invent¨® de cabo a rabo el discurso de Mill¨¢n Astray
En una novela, una pel¨ªcula, una obra de teatro, se puede poner lo que se quiera, pero en una investigaci¨®n historiogr¨¢fica hay que ce?irse a los datos objetivos. Lo cual, por otra parte, no afecta en nada al prestigio de Unamuno. El rector dio, es cierto, ¡°una lecci¨®n de valent¨ªa, de humanismo y de dignidad c¨ªvica¡± (Rabat¨¦), pero se le hace un flaco favor poniendo en su boca frases que nunca pronunci¨®, solo porque nos parecen m¨¢s ¨¦picas.
Antes la verdad que la paz, dijo Unamuno.
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