Muere Dar¨ªo Villalba, el artista que encapsulaba el tiempo
El creador, que introdujo en Espa?a la fotograf¨ªa como soporte pict¨®rico, fallece a los 79 a?os en Madrid
Hay artistas que tienen la virtud de estar tres pasos por delante de su tiempo. Son como or¨¢culos, peque?os rara avis capaces de estar aqu¨ª y all¨¢, entre lo oculto y lo revelado, transitando de un polo a otro sin apenas distancias. Ocurre con Dar¨ªo Villalba (San Sebasti¨¢n, 1939-Madrid, 2018), que fallec¨ªa de un infarto ayer en Madrid. Hac¨ªa tiempo que un respirador de ox¨ªgeno acompa?aba sus quehaceres en la pintura, en la que repet¨ªa que le quedaba mucho por hacer, aunque el legado que deja es uno de los m¨¢s importantes del arte espa?ol reciente. En los a?os sesenta encontramos el porqu¨¦. Con apenas veinte a?os, Villalba elabora un lenguaje personal y radical, alejado de la abstracci¨®n informalista precedente y de un arte pop que le parec¨ªa vac¨ªo de contenido. En la metaf¨ªsica, uno de sus lugares favoritos, encontr¨® muchos de los temas de su pintura que pronto llev¨® al campo promiscuo de la fotograf¨ªa. Empez¨® a trabajar con ella como soporte pict¨®rico, algo ins¨®lito en aquel momento, para recoger emociones y pulsiones, la desmesura del ser humano, mediante brochazos de pintura, fragmentando el encuadre o al velar o desvelar im¨¢genes.
Pronto llegaron sus ¡°encapsulados rosas¡±, esos que Warhol calific¨® de pop soul y que le dieron el reconocimiento internacional. En 1970 luc¨ªan en el Pabell¨®n Espa?ol de la Bienal de Venecia: esculturas con una pompa de metacrilato transparente y rosado que acog¨ªan en su interior personajes en estado l¨ªmite. Para entonces ya era considerado un anticipador, un visionario y un precursor de las actitudes est¨¦ticas m¨¢s revulsivas de ese momento, y que tan bien supo canalizar el galerista Fernando Vijande. Como ¨¦l, conoc¨ªa bien Estados Unidos y el aire cosmopolita de ese mundo del arte internacional que serv¨ªa de faro. Su padre diplom¨¢tico le abri¨® las puertas al mundo, y en ¨¦l se form¨®. All¨ª jugaba a buscar una libertad imaginada y caprichosa, lo que hoy llamamos instalaciones pero que entonces era una ¡°tensi¨®n de formatos¡± que le vali¨® el barniz de raro. De aquellos encapsulados, el cr¨ªtico de arte Pierre Restany, que abander¨® el nuevo realismo en esos a?os sesenta, dijo que le produc¨ªan ¡°un escalofr¨ªo en la m¨¦dula¡±. Fueron el germen de toda la trama de trabajo que har¨ªa en los cincuenta a?os posteriores, hablar de aquello que se oculta: la miseria, el g¨¦nero humano que documenta el esp¨ªritu. El pobre en su estado m¨¢s puro. Cada cuadro era un campo de batalla de su alma. As¨ª describ¨ªa su obra y una entrega que poco que se ve¨ªa poco en otros artistas.
En 1973, ya con la fotograf¨ªa como protagonista, obtuvo otro de los aplausos que marcar¨ªan su carrera, el Premio Internacional de Pintura de la XII Bienal de S?o Paulo. Y dos m¨¢s llegaron en 2002: el de Acad¨¦mico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y la Medalla de Oro al M¨¦rito en las Bellas Artes. Aunque nada le hizo m¨¢s ilusi¨®n que la exposici¨®n que le dedic¨® el Museo Reina Sof¨ªa a toda su carrera, desde ese 1957, a?o de su primera muestra en la Sala Alfil, a 2007 en que se celebr¨® esta gran retrospectiva. Fotograf¨ªa y pintura caminaban ya parejas en un proceso creativo cada vez m¨¢s complejo, derivando hacia emulsiones fotogr¨¢ficas llenas de color, rozando el celebrado estilo de Wolfgang Tillmans, aunque de cerca deven¨ªan figuras humanas solitarias y desvalidas, manipuladas, derretidas y convertidas en s¨ªmbolos. Villalba lo fue de una generaci¨®n que puede parecer que languidece, pero no. Ni siquiera cuando se ha apagado la m¨¢quina de ox¨ªgeno, su obra deja de respirar. Su pulso art¨ªstico sigue vivo.
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