La voz de Joaqu¨ªn Sabina y la justicia po¨¦tica
El s¨¢bado Joaqu¨ªn Sabina volvi¨® a sentirse vinculado con la verdad, algo que lo ha convertido en el maravilloso autor de canciones que es
La mirada po¨¦tica cumple su tarea cuando comprende las distintas dimensiones de la realidad. Las apariencias, los hechos, las imaginaciones, los sue?os, el cuerpo y los sentimientos forman parte de la realidad, una materia flexible y llena de matices que consigue barajar las verdades personales y los acontecimientos colectivos. Por eso el mundo est¨¢ lleno de canciones, poemas, novelas, pel¨ªculas, historias de amor y discusiones de f¨²tbol. Las diferencias entre lo que cada uno ve y lo que ocurre no s¨®lo alertan sobre los peligros del sectarismo y la manipulaci¨®n, sino tambi¨¦n sobre las dimensiones de una realidad abierta, sus matices y sus perspectivas.
Joaqu¨ªn Sabina se retir¨® el pasado s¨¢bado del escenario durante su concierto en el Palacio de los Deportes de Madrid. Pancho Varona, unos de los m¨²sicos que lo ha acompa?ado alrededor del mundo durante a?os, discos y aventuras, le comunic¨® al p¨²blico que Joaqu¨ªn ten¨ªa que suspender el concierto por culpa de una afon¨ªa severa. La gente, que durante hora y media hab¨ªa coreado y celebrado la actuaci¨®n del cantante, abandon¨® entristecida el recinto. Los medios de comunicaci¨®n extendieron inmediatamente la noticia para hablar de lo sucedido.
?Pero qu¨¦ hab¨ªa sucedido? Desde luego los titulares no mienten al informar de la suspensi¨®n del concierto y de la quiebra de una noche que se esperaba memorable. Eso sucedi¨®, entristeciendo al p¨²blico y provoc¨¢ndole a Joaqu¨ªn un malestar ¨ªntimo que arrastr¨® a las soledades de su casa. Pero la realidad no se encierra s¨®lo en esta noticia. Tambi¨¦n pasaron otras muchas cosas en ese concierto y en esa noche. Bueno es recordarlo para comprender la complicidad que se da entre un poeta y un lector o entre un cantante y su p¨²blico.
Pas¨®, por ejemplo, que Joaqu¨ªn habl¨® mucho de la edad entre canci¨®n y canci¨®n. Es mentira que envejecer no sea una putada, dijo. Pas¨® tambi¨¦n que al cantar De pur¨ªsima y oro se produjo entre miles de personas una emoci¨®n que condensaba el amor a Madrid, la memoria de una ciudad resistente y el abrazo verdadero entre esa ciudad, su cantante y su p¨²blico. Pas¨® adem¨¢s otra cosa: cuando Joaqu¨ªn empez¨® a notarse mal y coment¨® que hay momentos dif¨ªciles en los que el sentimiento se cruza con las cuerdas vocales, sugiriendo un estado de debilidad peligroso, sus seguidores se pusieron de pie y le dedicaron una ovaci¨®n interminable y coreada, una de esas ovaciones que se producen s¨®lo cuando el capit¨¢n de un equipo levanta la copa del mundo.
Gotas de Gardel y Jos¨¦ Alfredo
Todo eso tambi¨¦n ocurri¨® all¨ª, una noche m¨¢s, junto a su 14 de abril, su Cibeles rapada, su Atl¨¦tico de Madrid y sus historias de hombres y mujeres que se dedican a sobrevivir en las ma?anas con resaca y en las noches tentadoras de la ciudad. Joaqu¨ªn confes¨® que despu¨¦s de su estancia en Londres hab¨ªa descubierto que pod¨ªa ganarse la vida con una guitarra y se puso a trabajar con un pie en la canci¨®n de autor y otro en el rock. Esas dos tradiciones, con gotas de Gardel y de Jos¨¦ Alfredo, formaron un mundo con el que se ha sentido identificada la educaci¨®n sentimental de varias generaciones en Espa?a e Hispanoam¨¦rica.
Al cantar De pur¨ªsima y oro se produjo entre miles de personas una emoci¨®n que condensaba el amor a Madrid, la memoria de una ciudad resistente y el abrazo verdadero entre esa ciudad, su cantante y su p¨²blico.
Ganarse la vida es un expresi¨®n que se carga de sentido en arte, no s¨®lo porque recuerda la dedicaci¨®n laboral de un artista, la necesidad de pagar las facturas a final de mes, sino tambi¨¦n porque habla del deseo humano de hacerse con la vida, de llegar a la verdad de la existencia, al lugar en el que la realidad flexible nos sit¨²a a cada uno en el coraz¨®n de lo que sucede. Los sue?os y los desencantos, la alegr¨ªas y las p¨¦rdidas, conforman en las canciones de Joaqu¨ªn un sedimento de justicia po¨¦tica. Las sombras del coraz¨®n siempre ofrecen otra oportunidad, una raz¨®n para sentir que la vida merece la pena. S¨ª, frente a lo ef¨ªmero y al desamparo, el arte es una apuesta por ganarse a la vida, a la verdad de la vida.
Por eso el s¨¢bado pasado ocurri¨® tambi¨¦n otra cosa. Joaqu¨ªn Sabina volvi¨® a sentirse vinculado con la verdad, algo que lo ha convertido en el maravilloso autor de canciones que es. Debido a esa honestidad, cuando hace bromas y dice con la voz rota que canta peor que todos sus m¨²sicos, levanta la ovaci¨®n sostenida de un p¨²blico de todas las edades. Joaqu¨ªn Sabina tiene muchas tablas, pod¨ªa haber hecho una faena de ali?o al sentirse mal y torear de forma tramposa la situaci¨®n con la complicidad de su grupo y una canci¨®n de despedida para cerrar as¨ª un concierto de hora y media.
Joaqu¨ªn Sabina volvi¨® a sentirse vinculado con la verdad, algo que lo ha convertido en el maravilloso autor de canciones que es.
Pero abandon¨® el escenario. Estaba en Madrid y no le fue posible perderle el respeto a la verdad de sus canciones. Prefiri¨® el pinchazo a la estrategia de torear sin arrimarse al toro. Como a ¨¦l le gusta el lenguaje taurino, le dir¨¦ desde aqu¨ª que alguno de los muletazos que vivimos en el Palacio de los Deportes valieron m¨¢s que muchas otras faenas de tres horas y media. Como a m¨ª me gusta el lenguaje po¨¦tico, le dir¨¦ desde aqu¨ª que admiro mucho m¨¢s al autor que se arriesga a conmovernos que a la mediocridad perfecta de los que se limitan a contar s¨ªlabas con los dedos para escribir endecas¨ªlabos.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.