?Bares patrimonio de la humanidad?
Una propuesta pide la protecci¨®n de la Unesco para los tradicionales bistr¨®s parisinos
Una asociaci¨®n de taberneros ha pedido al Ministerio de Cultura franc¨¦s un favor: que, a su vez, le pida a la Unesco la declaraci¨®n de Patrimonio de la Humanidad para los bistr¨®s de Par¨ªs. Los bistr¨®s, para entendernos, son esos bares y caf¨¦s de aire entre antiguo y bohemio ¡ªencantadores, todo hay que decirlo, en algunos dan ganas de quedarse a vivir¡ª que sirven platos m¨¢s o menos tradicionales de la cocina francesa y bebidas m¨¢s o menos alcoh¨®licas sobre mostradores de zinc y mesas de madera o m¨¢rmol en un ambiente de desenfado y buen vivir. Veamos c¨®mo se come esto, valga la expresi¨®n. Porque tiene miga, y valga otra vez la expresi¨®n.
Alain Fontaine, que es el promotor de la iniciativa y a su vez propietario del Mesturet, un bistrot cercano al edificio de la Bolsa de Par¨ªs, alega que estas tabernas y sus terrazas forman parte indisoluble del patrimonio cultural de la ciudad. Y que ese patrimonio se est¨¢ deshaciendo poco a poco. Y tiene raz¨®n. Hoy hay en Par¨ªs unos 1.000 bistr¨®s, sobre un total de cerca de 14.000 locales de restauraci¨®n. Hace 20 a?os hab¨ªa unos 3.000. Y a primeros de siglo XX, casi 30.000.
Que nadie se sorprenda demasiado. La mayor¨ªa de ellos cerraron por razones parecidas a aquellas que est¨¢n mandando al garete al peque?o comercio en general y en casi todo el globalizado y uniformizado mundo, ya sean tiendas de libros, de quesos y vinos (esto en Par¨ªs a¨²n resiste), de bragas o de discos. Claro que sigue habiendo en Par¨ªs muchos peque?os restaurantes que incluso llevan la palabra bistr¨® en su toldo. Pero pertenecen a grandes grupos hosteleros. Y dan de comer y de beber bien, pero a unos precios ¡ª60 o 70 euros¡ª que nada tienen que ver con el viejo esp¨ªritu bohemio y proleta del aut¨¦ntico bistr¨® que inmortalizaron en fotos Robert Doisneau y Henri?Cartier-Bresson. El Ministerio de Cultura tendr¨¢ que decidir si acepta esa candidatura y la presenta en marzo de 2019 a la Unesco. La decisi¨®n se tomar¨¢ en diciembre o en enero de 2020.
Como se ha dicho, muchos bistr¨®s resultan encantadores. La Palette. Le Troquet. Au Bascou. Polidor (donde arrancaba la novela de Julio Cort¨¢zar? 62, modelo para armar). Muchos de ellos fueron refugio de pintores impresionistas, escritores malditos y putas baratas esperando al cliente ante vasos de absenta. Zola escribi¨® una novela ambientada en sus barras y en sus mesas, La taberna. Todos ellos y muchos m¨¢s del barrio de la Bastilla, y de Od¨¦on, y de Montmartre (como el Caf¨¦ des Deux Moulins, donde se rod¨® la pel¨ªcula El fabuloso destino de Am¨¦lie Poulain) simbolizan esa idea del arte de vivir a la parisiense que los terroristas yihadistas trataron de asesinar el 13 de noviembre de 2015.
Bien. Dicho todo esto, y por muchas razones culturales y emocionales que puedan desplegarse, ?tiene sentido que la Unesco declare patrimonio de la humanidad lo que no deja de ser un conjunto de bares? ?Bares que, adem¨¢s, son negocios privados? Pero vamos m¨¢s lejos: ?tiene sentido que la Unesco declare cada a?o que tales o cuales lugares o tales o cuales cosas o tales o cuales manifestaciones folcl¨®ricas ¡ªcomo el silbo gomero, seguro que maravilloso pero no es seguro que tan universal¡ª sean declarados "patrimonio de la humanidad"?
Francia es experta en elevar ideas as¨ª. Ya lo hizo hace unos a?os ¡ªy la Unesco lo aprob¨®¡ª con "el almuerzo gastron¨®mico franc¨¦s". Y este a?o, el Consejo de la Ciudad de Par¨ªs presentar¨¢ otra candidatura: los bouquinistes (vendedores de libros de segunda mano) de las orillas del Sena. Una idea que tiene bastante enjundia, por otra parte. Una humilde propuesta desde aqu¨ª: si la Unesco aprueba alguna de las dos candidaturas, ?podr¨ªa incluir una cl¨¢usula que exigiera que tanto los camareros como los vendedores de libros se comporten con los clientes como personas en vez de como demonios de Tasmania? Hay una misteriosa afici¨®n de los parisienses por ser maltratados en los bares, caf¨¦s y bistr¨®s, donde camareros y vendedores reciben al cliente como si le estuvieran haciendo el favor de su vida. Ellos sabr¨¢n por qu¨¦. Pero ya que de "la humanidad" se trata...
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.