Modernidad formal, conservadurismo discursivo
La propuesta posee el m¨¦rito de rellenar 90 minutos con la disecci¨®n de una ¨²nica secuencia, pero el camino est¨¢ tan sembrado de aciertos como de imprudencias
78/52. LA ESCENA QUE CAMBI? EL CINE
Direcci¨®n: Alexandre O. Philippe.
G¨¦nero: documental. Estados Unidos, 2017.
Duraci¨®n: 91 minutos.
En la c¨¦lebre secuencia de la ducha de Psicosis (1960), Alfred Hitchcock ofreci¨® una iluminadora lecci¨®n pr¨¢ctica sobre la inconveniencia de dejarse llevar por la fidelidad a la hora de trasladar un texto a la gran pantalla. Seis escuetos p¨¢rrafos escritos con el funcional estilo de Robert Bloch, que se remataban con dos secas frases ¨C¡°Un cuchillo que cort¨® su grito. Y su cuello¡±-, se transformaron en un recital de pura forma, que, reducido a t¨¦rminos num¨¦ricos, se sintetiza en esas 78 posiciones de c¨¢mara y esos 52 cortes de montaje que definen la ecuaci¨®n que da t¨ªtulo a este documental de Alexandre O. Philippe, cineasta que, a lo largo de su carrera, se ha interesado, entre otras cosas, por el fen¨®meno trekkie ¨CEarthlings: Ugly Bags of Mostly Water (2004)-, la beligerante relaci¨®n entre el fandom y George Lucas ¨CThe People vs. George Lucas (2010)- y la progresiva importancia del arquetipo del zombi en la cultura popular ¨CDoc of the Dead (2014)-. 78/52. La escena que cambi¨® el cine se suma, con su t¨ªtulo un tanto rimbombante y maximalista, a una corriente de recientes documentales que tantean diversas estrategias para fagocitar las claves del an¨¢lisis f¨ªlmico y la memoria sentimental cin¨¦fila: ?Lumi¨¨re! Comienza la aventura (2016), de Thierry Fr¨¦maux, Las pel¨ªculas de mi vida (2016), de Bertrand Tavernier, y Hitchcock/Truffaut (2015), de Kent Jones, todas ellas pel¨ªculas cuyo sentido ¨²ltimo es, como el propio ejercicio de la cr¨ªtica, pensar otras pel¨ªculas.
La propuesta posee el m¨¦rito de rellenar hora y media de metraje a partir de la disecci¨®n de una ¨²nica secuencia, pero el camino para llegar hasta ah¨ª est¨¢ tan sembrado de aciertos como de alguna que otra imprudencia. Resultan bienvenidos, por ejemplo, tanto un testimonio inesperado como el de la doble de cuerpo de Janet Leigh como la demostraci¨®n de que Hitchcock no sigui¨® al pie de la letra el story board dise?ado por Saul Bass, pero que algunos cineastas convocados no sepan ir m¨¢s all¨¢ del sobreactuado entusiasmo de un hooligan cin¨¦filo y que el discurso acabe ninguneando las aportaciones colectivas a la secuencia para celebrar la autocracia del genio demi¨²rgico resulta algo desolador a estas alturas. Quiz¨¢ la gran aportaci¨®n del discurso de Philippe sea la de dejar en evidencia que la secuencia de la ducha sigue siendo m¨¢s moderna que la concepci¨®n de la cr¨ªtica de cine que delata su por otro lado adictivo documental.
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