Elisabeth Mulder, un exquisito secreto literario
Una antolog¨ªa recupera a la escritora espa?ola cuya obra Aza?a se llev¨® al exilio
Poco antes de cruzar la frontera, el presidente de la Rep¨²blica, Manuel Aza?a, env¨ªa a un motorista a por un libro que quiere llevarse al exilio; su ejemplar tuvo que dejarlo en Madrid. Va a buscarse a la casa de la propia autora, en una torre de Pedralbes, esos d¨ªas bajo bandera holandesa. Se trata de La historia de Java, que en 1935 public¨® Elisabeth Mulder, contrariamente a sus apellidos, escritora espa?ola, nacida en Barcelona en 1904 y, contrariamente a hoy, entonces muy reconocida y celebrada. Se trata de una nouvelle protagonizada por una gata que reh¨²ye el trato con los humanos, que desea ser independiente, par¨¢bola sobre la libertad y retrato-met¨¢fora de la propia autora, rebelde para con la vida dom¨¦stica. Una postura que explica en buena parte un olvido inversamente proporcional a su calidad literaria y que la Fundaci¨®n Banco Santander quiere revocar con la publicaci¨®n de Sinfon¨ªa en rojo, prosa y poes¨ªa selecta de la escritora, recopilada ahora por Juan Manuel de Prada.
Todo tiene un punto singular, casi fant¨¢stico, en la vida y la obra de Mulder
Todo tiene un punto singular, casi fant¨¢stico, en la vida y la obra de Mulder, hija de Enrique Mulder, m¨¦dico holand¨¦s de madre espa?ola, marqu¨¦s y pintor, y de Zoraida Pierluisi, puertorrique?a de ascendencia italiana, lo que explicar¨¢ que pase media infancia entre Barcelona y Puerto Rico, donde la familia pose¨ªa una finca azucarera. Eso explica tambi¨¦n que casi nunca fuera al colegio, estudiara piano con Enric Granados y fuera educada por institutrices particulares, que facilitaron que hablara ingl¨¦s, franc¨¦s, italiano y ruso.
Las en alg¨²n momento preocupantes dificultades a los siete a?os para leer ¨C"no he conocido jam¨¢s a una criatura m¨¢s torpe, m¨¢s densa para las letras ni m¨¢s temerosa de ellas que yo (...). Quiz¨¢ era una intuici¨®n premonitoria de las inquietudes que m¨¢s tarde iban a causarme", reflexionar¨ªa a?os despu¨¦s¨C tornaron en facilidad para escribir: a los mismos siete, un cuento de reminiscencias familiares, y a los 15, poemas, premiados en unos Jocs Florals y que en 1927 dar¨ªan ya para un primer libro, Embrujamiento, cinco composiciones del cual se recogen en la edici¨®n de De Prada. Aquello va unido a colaboraciones de cr¨ªtica literaria, y algunas incluso de pol¨ªtica internacional, en el diario vespertino barcelon¨¦s La Noche.
Cuando empez¨® a escribir no cre¨ªan que fuera una mujer. "La riqueza verbal, la profundidad de pensamiento y la fuerza de expresi¨®n son de un hombre", arg¨¹¨ªan los entendidos
No puede ser una mujer, se especula en los mentideros period¨ªsticos y literarios. "La riqueza verbal, la profundidad de pensamiento y la fuerza de expresi¨®n", dicen, son los de un hombre: "No habla de p¨¢jaros ni de flores", arguyen. Pero ella, sin exposici¨®n p¨²blica, va casi a poemario por a?o, que alcanzan su cenit en Sinfon¨ªa en rojo (1929, tambi¨¦n en la selecci¨®n), el m¨¢s desgarrado y confesional, de un simbolismo vehemente. La edici¨®n, con pr¨®logo de la periodista y escritora y futura primera mujer en la direcci¨®n de un gran diario espa?ol (La Vanguardia), Mari Luz Morales, la retirar¨¢ ella misma del mercado, al parecer obligada por su marido, Ezequiel Dauner, con el que en 1921 se hab¨ªa casado prematuramente, a sus 17 a?os. El marido lee entre l¨ªneas en la voz atormentada de la poetisa ("Una noche so?¨¦ que un pulpo me quer¨ªa. ?Oh, la indecible angustia de aquella aberraci¨®n!...) reminiscencias dom¨¦sticas.
Injusto silencio
Con una biblioteca familiar deslumbrante para la ¨¦poca que hab¨ªa vaciado a fondo, y tras traducir a Baudelaire, Shelley, Puskin y Keats, decide dejar de auscultarse, "salir de m¨ª misma" y salta a la narrativa, que ya hab¨ªa ido afilando en los relatos breves que iba publicando en las revistas El Hogar y la Moda y luego en Lecturas, a principios de los a?os 30, ¨¦poca que coincide con la muerte de su marido... Salta a la m¨¢s literaria Brisas (con Lloren? Villalonga al frente) y se acerca al estrellato, junto a nombres como Wenceslao Fern¨¢ndez Fl¨®rez, mientras a cada relato suelta lastre de sentimentalismo para abrazar narrativas m¨¢s renovadoras y personajes cada vez m¨¢s cosmopolitas y mujeres con m¨¢s claroscuros, retratos sutiles y valientes, un punto, pues, feministas. "Su poes¨ªa va rezagada en relaci¨®n a las vanguardia de la Generaci¨®n del 27: ella es m¨¢s simbolista, m¨¢s modernista... si con los versos se mostrar¨¢ vehemente, como novelista ser¨¢ m¨¢s aquietada, sutil y el¨ªptica, se esconder¨¢ m¨¢s inteligentemente tras los personajes", resume De Prada.
A La historia de Java, "su obra maestra", a decir del ant¨®logo, que la ha incluido, la cr¨ªtica de la ¨¦poca le parecer¨¢ ver reminiscencias de la Emily Bront? de Cumbres borrascosas en la un punto melodram¨¢tica Crep¨²sculo de una ninfa (1942), mientras que en la exploraci¨®n psicol¨®gica (bastante autobiogr¨¢fica) que ba?a todo El hombre que acab¨® en las islas (1944) aflora un regusto de Katherine Mansfield. Otra de sus mejores novelas ser¨¢ Alba Grey (1947), quiz¨¢ porque vuelve a abordar el vac¨ªo existencial, con di¨¢logos que recuerdan, se apunta, a Somerset Maugham. A este escritor dedicar¨¢ uno de los m¨²ltiples art¨ªculos, mayormente de ensayo literario, que, con los a?os, ir¨¢ publicando en La Vanguardia, ABC, Destino o ?nsula, "en un conocimiento de la literatura extranjera ins¨®lito en la Espa?a de la ¨¦poca", apunta De Prada, que ha recogido 19 de esos textos.
Mulder era un esp¨ªritu libre, inclasificable, que no se atuvo a convencionalismos y llev¨® a su obra sus principios de vida con una coherencia inauditaFrancisco Javier Exp¨®sito
Pero ya tras Alba Grey se habla de un injusto silencio sobre su figura que alg¨²n cr¨ªtico de la capital espa?ola quiere atribuir "a la lejan¨ªa de los mundos literarios madrile?o y barcelon¨¦s". No era eso. Coet¨¢nea de Maria Teresa Vernet, Merc¨¨ Rodoreda o Anna Muri¨¤, Mulder quedar¨¢ sepultada en el olvido. "Su caso me parece excesivamente duro, sangrante porque es de las m¨¢s validas de su generaci¨®n, por g¨¦neros y tem¨¢ticas", dice el compilador. Tres explicaciones tiene: "Nunca se adscribi¨® a bandera ideol¨®gica alguna, por lo que no fue reclamada ni por unos ni por otros cuando la Guerra Civil, que pas¨® en su casa de Barcelona bajo protecci¨®n del consulado holand¨¦s, ni cuando el franquismo, y tambi¨¦n porque se mantuvo al margen de toda camarilla literaria; luego se a?adi¨® su progresiva ceguera, que ayud¨® a que pasara sus ¨²ltimos 30 a?os sin publicar". Tampoco es ajeno el hecho que "Mulder era un esp¨ªritu libre, inclasificable, que no se atuvo a convencionalismos y llev¨® a su obra sus principios de vida con una coherencia inaudita", asegura Francisco Javier Exp¨®sito, responsable literario de Fundaci¨®n Banco Santander. "Cuando Cela est¨¢ escribiendo La colmena o Jos¨¦ Mar¨ªa Gironella?Los cipreses creen en Dios, ella est¨¢ con Alba Grey o con sus relatos de Una china en la casa y otras historias, recogidos en la antolog¨ªa, o El hombre que acab¨® en las islas, donde consolida su estilo al margen de modas, repudia el tremendismo de los a?os 40 o la novela social de los 50", apuntilla De Prada, que tambi¨¦n ha incorporado al volumen El vendedor de vidas (1953), su ¨²ltima gran obra, no muy bien recibida y nunca reeditada hasta ahora.
Mulder falleci¨® en 1987, con poco eco de la prensa. Fue, demasiados a?os, un silencioso secreto, una exquisita soledad. Pero no pareci¨® que hubiera nunca reproche alguno; como dijo en uno de sus versos, Solitud, recogido en la antolog¨ªa: "Quiero estar sola. No me importa nada / estar en el mundo ausente. / No me importa vivir tan alejada de la gente. (...) Y no es cansancio, no es indiferencia, / despecho ni rencor: / es que me basta s¨®lo la conciencia / de esta vida interior".?
El d¨ªa que ech¨® a Cela de casa
No, no practic¨® el realismo social, lo que se le lleg¨® a echar en cara. "Los personajes son la verdad de mi verdad", dijo en una ocasi¨®n quien se defini¨® como "una cerebral rom¨¢ntica", que vivi¨® con total discreci¨®n su homosexualidad que culmin¨® con Dolly Latz, jud¨ªa berlinesa que fue su discreta compa?era durante muchos a?os. "Era una mujer de armas tomar: cenando en casa con Cela, como ¨¦ste empez¨® a decir tacos y ella no lo soportaba, llam¨® a la asistenta y estando a¨²n en el primer plato, le dijo: 'Acompa?e al se?or Cela, que se marcha ya'; luego, algo debi¨® pasarle con Thomas Edward Lawrence, de quien tradujo Los siete pilares de la sabidur¨ªa y a quien debi¨® tratar porque fuimos al cine a ver juntos Lawrence de Arabia y dijo: 'S¨ª, s¨ª, se le parece mucho, pero era un hombre...", recuerda hoy su nieto, Enrique Dauner.
Babelia
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