El moco nacional
Un hombre declara en una comisar¨ªa de Barcelona. Se le acusa de des¨®rdenes p¨²blicos durante una disputa entre manifestantes a favor y en contra de la independencia.Un relato de Juan Mars¨¦
Le hemos salvado la vida, no s¨¦ de qu¨¦ se queja, coment¨® el inspector Ros con voz cansina. Le estaban dando una buena manta de hostias. Si no lo sacamos de all¨ª, lo despellejan.
Dej¨® el informe que acababa de redactar sobre la mesa del comisario y a?adi¨®: El vaina se son¨® las narices con las banderas de los manifestantes, y claro, le zurraron a base de bien. Hay testigos de uno y otro bando, y todos coinciden en que el desmadre lo provoc¨® ¨¦l.
El detenido estaba de pie ante el comisario con las manos en la espalda.
Yo no he hecho nada malo, se?or comisario. Yo¡
Si¨¦ntese.
Con su permiso.
Se sent¨® cautelosamente, tante¨¢ndose la enrojecida nariz con el dedo. Su rostro caballuno y trist¨®n mostraba algunos hematomas. Era un hombre bajito, canijo, con la espalda doblada y una expresi¨®n de permanente perplejidad.
Vamos a ver, expl¨ªquese.
Ver¨¢ usted, se?or comisario, yo no iba en la manifestaci¨®n. Se me ech¨® encima en V¨ªa Laietana. Todo ha sido por culpa del viento, creo yo, y de este pu?etero catarro que no se me va¡
El comisario consultaba el informe. Sin levantar la vista le cort¨®, enfurru?ado:
Justino Bofill y Bonfill, para servirle. Mis padres eran catalanes, pero yo nac¨ª en la provincia de Almer¨ªa. Soy hijo adoptivo
?Le parece bonito sonarse las narices con la ense?a nacional, dejando los mocos colgando en la tela para que todo el mundo lo viera? Y encima exhib¨ªa usted una gran pancarta que dec¨ªa Torra est¨¢ torrat, otra que dec¨ªa Torracollons y otra Movistar me la chupa. ?Qu¨¦ co?o significa esto ¨²ltimo? ?Qu¨¦ especie de provocaci¨®n buscaba usted?
A m¨ª que me registren¡
?Lo niega?
El detenido enarc¨® las cejas, apenado y confuso.
Yo soy barrendero municipal, se?or comisario, yo estaba all¨ª por un casual y no llevaba ninguna pancarta. A m¨ª no se me ha perdido nada en estas manifestaciones. Yo lo que hice fue recoger del suelo algunas pancartas que estaban rotas y pisoteadas, porque, ya le digo, yo soy barrendero, yo limpio la mierda de las calles, mayormente papeles y pl¨¢sticos, latas vac¨ªas de refrescos y cacas de perro.
Pues le vieron sonarse en la ense?a nacional.
Mentira, se?or comisario.
Negarlo no le servir¨¢ de nada. A ver, cabece¨® el comisario pacientemente. Lo que usted hizo fue pasarse la bandera por el forro de los cojones, porque le dio por ah¨ª, y con ello provoc¨® graves altercados. ?Sabe usted que podr¨ªa caerle un buen paquete por des¨®rdenes en la v¨ªa p¨²blica y resistencia a la autoridad?
El detenido estornud¨® dos veces. El comisario le acerc¨® una caja de cl¨ªnex que ten¨ªa sobre la mesa, y, de pronto, ¨¦l se levant¨® encogi¨¦ndose a¨²n m¨¢s y con mirada implorante.
Perdone, se?or comisario, pero tengo que ir¡
Usted no ir¨¢ a ninguna parte. Si¨¦ntese.
Es que tengo que ir¡
?Le digo que se siente!
¡ de vientre. No puedo aguantar m¨¢s.
El comisario lo mir¨® muy serio durante unos segundos. ?Estar¨¢ pitorre¨¢ndose de m¨ª este sujeto? Despu¨¦s, con expresi¨®n enfurru?ada y un leve movimiento de la cabeza, indic¨® al inspector Ros que acompa?ara al detenido al lavabo.
Mientras esperaba examin¨® el informe presentado por el inspector. Se salt¨® los pre¨¢mbulos y pas¨® a los hechos: ¡°El detenido niega que participara y mucho menos encabezara ninguna manifestaci¨®n callejera por el derecho a decidir o por la libertad de presos pol¨ªticos o por la Constituci¨®n o lo que sea; declara que desde las ocho horas de la ma?ana de hoy se encontraba barriendo la acera en el cruce de la calle Manresa con V¨ªa Laietana, como suele hacer cada d¨ªa, y que de pronto se vio rodeado por una riada de gente que sub¨ªa por dicha V¨ªa Laietana con c¨¢nticos y gritos; que exhib¨ªan banderas esteladas y grandes lazos amarillos y pancartas que dec¨ªan Llibertat presos pol¨ªtics, Espanya ens roba, Fem Rep¨²blica, Volem votar, Catalunya no t¨¦ Rei, y cosas as¨ª; y que de pronto, de manera tambi¨¦n imprevista y sorpresiva, cuando ¨¦l se encontraba encerrado en la cabecera de la manifestaci¨®n, otro grupo les sali¨® al paso en el cruce con la calle Manresa portando banderas espa?olas en la espalda a modo de capa y otras cosidas a la senyera catalana, de manera que con las dos banderas hac¨ªan una; y que gritaban Som catalans/somos espa?oles, Visca la Constituci¨° del 78, Puigdemont, pentina¡¯t y cosas as¨ª, y que ambos bandos empezaron a discutir y a insultarse y entonces se produjo una tangana de mucho cuidado, arroj¨¢ndose unos a otros las papeleras de las farolas y su contenido; y que la ense?a nacional objeto del mocoso agravio, o sea, presuntamente portadora de sus mocos, y por lo que se le acusa injustamente, el detenido insiste en que ni siquiera la vio ni la toc¨®. Al parecer, la susodicha bandera nacional se perdi¨® en medio del tumulto y no pudo ser recuperada, y la otra bandera tampoco, ley¨® el comisario, porque hay testigos que afirman que el detenido se son¨® las narices dos veces, una con la nacional y otra con la estelada separatista, ya que detectaron claramente mucosidades verdosas colgando en ambas susodichas ense?as¡".
El comisario interrumpi¨® la lectura al ver al detenido nuevamente de pie ante ¨¦l, encorvado, compungido y con las manos a la espalda. Le orden¨® sentarse y con un gesto de la cabeza sugiri¨® al inspector Ros que les dejara solos. Sali¨® del despacho el inspector y el comisario encendi¨® un escu¨¢lido purito mientras rumiaba si la aparente urgencia de ir de vientre por parte del detenido pod¨ªa haber sido fingida, una treta para suscitar l¨¢stima y propiciar un dictamen exculpatorio, as¨ª que decidi¨® rebajarle los humos repitiendo el interrogatorio desde el principio en un tono autoritario y poco amistoso:
Al parecer, la susodicha bandera nacional se perdi¨® en medio del tumulto y no pudo ser recuperada, y la otra bandera tampoco, ley¨® el comisario
Veamos. Nombre y apellidos, venga.
Justino Bofill y Bonfill, para servirle.
?Ah s¨ª? Muy gracioso. ?Pretende tomarme el pelo?
?De ning¨²n modo, se?or comisario! Mis padres eran catalanes, pero yo nac¨ª en Hu¨¦rcal-Overa, provincia de Almer¨ªa. Soy hijo adoptivo. Esboz¨® una t¨ªmida sonrisa de complicidad. Ver¨¢, soy catal¨¢n, pero un poco charnego, ?sabe usted?, para qu¨¦ voy a negarlo¡
Ya, muy bien. Pero no se confunda usted conmigo. Porque nosotros aqu¨ª no somos los Mossos d¡¯Esquadra, somos la Polic¨ªa Nacional, as¨ª que no espere ning¨²n trato de favor. ?Entendido?
Claro, claro.
?Hab¨ªa sido arrestado anteriormente por alguna causa?
No, no se?or.
?Perteneci¨® usted a alguna agrupaci¨®n o entidad de car¨¢cter pol¨ªtico durante la dictadura?
No, yo he sido barrendero toda mi vida.
El comisario, que ten¨ªa una mirada algo estr¨¢bica, guard¨® silencio durante un rato. Finalmente dijo:
Bien, vamos a lo que importa. ?En qu¨¦ bandera tuvo usted la pu?etera idea de sonarse las narices? ?En la nacional o en la estelada? ?O en las dos, como afirman algunos testigos?
El detenido volvi¨® a estornudar ruidosamente.
No lo s¨¦, de verdad, se?or comisario, estaba rodeado de pancartas y de gritos y consignas y me ca¨ªan palos de todas partes. Estaba en medio de una batalla campal. No ve¨ªa nada.
Volvi¨® a estornudar, se llev¨® la mano a la espalda y tante¨® el bolsillo trasero del pantal¨®n. Sonri¨® y dijo:
?Lo ve? Todav¨ªa creo que el pa?uelo sigue ah¨ª, tonto de m¨ª. Porque yo pensaba que me estaba sonando con mi pa?uelo¡
?Qu¨¦ pa?uelo? Se le ha registrado y usted no lleva ning¨²n pa?uelo, ni limpio ni mocoso.
Es que se me debi¨® caer de las manos, porque ya me estaban zurrando. Y lo perd¨ª. Con su permiso, dijo arrancando un cl¨ªnex de la caja. Se son¨® aparatosamente y se qued¨® un rato pensativo mirando el cl¨ªnex entre sus manos. El comisario le escrutaba receloso. Creo que ya s¨¦ lo que ha pasado, a?adi¨® el detenido. Cabece¨® tristemente. ?Permite usted que se lo cuente?
El comisario amag¨® una sonrisa ir¨®nica.
Adelante, mascull¨® con aire aburrido.
El comisario fumaba su purito con parsimonia, sin quitarle ojo al detenido. ?ste se hizo con otro cl¨ªnex y se son¨®
Pues ver¨¢ usted, ahora recuerdo que, en medio de aquel merd¨¦ de banderas, cuando me encontraba all¨ª sin poder salir, todo el rato anduvo bailoteando a mi alrededor un chaval que gritaba consignas con una bandera colgada a la espalda, y pienso ahora que cuando yo empec¨¦ a estornudar y llev¨¦ la mano a la trasera del pantal¨®n para coger el pa?uelo, donde suelo llevarlo con la punta fuera para sacarlo enseguida, el maldito pa?uelo ya no estaba all¨ª, de modo que, tal vez con la ayudita de un golpe de viento, qui¨¦n sabe, lo que se me vino a la mano ser¨ªa la bandera del chico y me son¨¦ la nariz con ella, con los ojos cerrados y sin darme cuenta. Ahora que lo pienso, me parece recordar que era una tela muy fina¡ Total, saqu¨¦ una cantidad de mocos que para qu¨¦ le digo¡ Pero no me pregunte usted si la bandera que pill¨¦ a mi espalda sin querer era la estelada o la ense?a nacional, que eso a m¨ª, aunque las respeto todas, que conste, pues qu¨¦ quiere usted que le diga, la verdad, me la trae bastante floja, y perdone la expresi¨®n¡ Me doy cuenta de que est¨¢ mal lo que he hecho, pero le juro por mi madre que s¨®lo me son¨¦ una vez. Lo que seguramente pas¨® fue que esa bandera, fuera la que fuese, debi¨® chocar o rozar otra bandera que andaba cerca y le peg¨® parte de la mucosidad, vaya, que se engancharon y se repartieron los mocos, digamos. Y por eso de pronto me cayeron insultos y palos de todos lados, unos y otros me culparon por creer que me estaba pitorreando de su bandera¡ Digo yo que debi¨® pasar eso, se?or comisario. Debe usted creerme. Es la verdad verdadera¡
El comisario fumaba su purito con parsimonia, sin quitarle ojo al detenido. ?ste se hizo con otro cl¨ªnex y se son¨®. Dej¨® otra vez la caja sobre la mesa, el comisario la cogi¨® y durante unos segundos la mir¨® en sus manos como si descifrara un enigma. El fulano no es un jeta ni parece un alborotador, pens¨® vagamente, es un cateto, un pobre diablo. Levant¨® la cabeza y dijo:
Aclaremos algo que usted parece no haber entendido bien. A usted le han tra¨ªdo aqu¨ª, no por ultrajar la bandera nacional, o la que sea, usted est¨¢ aqu¨ª por provocar des¨®rdenes p¨²blicos al no controlar, dig¨¢moslo as¨ª, sus mucosidades. Esa es la cuesti¨®n¡ Su comportamiento irresponsable propici¨® un choque violento entre dos manifestaciones de signo distinto, pero ambas legales, resultando varias personas contusionadas¡ En fin, a?adi¨® en un tono m¨¢s resignado que disgustado, de todos modos parece que hoy en d¨ªa, eso de ultrajar banderas, quemarlas o mearse en ellas, ya no constituye delito. Si de m¨ª dependiera¡ Pero acabemos.
Dio un fuerte golpe sobre la mesa con la mano.
Venga, coja sus cosas y v¨¢yase a casa. Y espero no volver a verle por aqu¨ª. ?Andando! ?L¨¢rguese!
El detenido se levant¨® presto y el comisario a?adi¨®:
Y ll¨¦vese los cl¨ªnex, hombre. Por si acaso.
Justino Bofill y Bonfill dio las gracias, cogi¨® la caja de cl¨ªnex y sali¨® del despacho. En la puerta de la Jefatura le entregaron sus utensilios de trabajo, la escoba, el capacho y el carrito de la basura con el lema Barcelona posa¡¯t neta pintado en los costados. Iba despacio V¨ªa Laietana abajo cuando, al llegar al cruce con la calle Manresa, donde hab¨ªan ocurrido los hechos, vio sobre la acera dos cacas de perro resecas y separadas por un par de metros, una en forma de peque?a salchicha de color rojizo y la otra amarillenta y en forma de pirul¨ª. Dedujo por experiencia profesional que all¨ª se hab¨ªan cagado dos perros, cada uno a su gusto y manera. Recogi¨® la mierda con la escoba y el capacho, la deposit¨® en el carrito de la basura y sigui¨® su camino.
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