Esos hombres que se creen Dios
Jonas Bendiksen presenta en los Encuentros de Arl¨¦s, festival fotogr¨¢fico de referencia en Europa, su trabajo sobre individuos convencidos de ser la reencarnaci¨®n de Jesucristo
Los cristianos llevan casi dos mil a?os esperando el regreso de Jesucristo. ¡°S¨ª, volver¨¦ pronto¡±, rezaba el antepen¨²ltimo vers¨ªculo del Nuevo Testamento, que dejaba la puerta abierta a una resurrecci¨®n inminente y daba una coartada posible a todos cuantos aseguran que son mes¨ªas renacidos. No son precisamente pocos, como expone el noruego Jonas Bendiksen, miembro de la agencia Magnum, en su ¨²ltimo proyecto, El ¨²ltimo testamento, presentado en los Encuentros de Arl¨¦s, festival fotogr¨¢fico de referencia en Europa, que re¨²ne 35 exposiciones en la ciudad francesa hasta el 23 de septiembre.
¡°Crec¨ª en un hogar no religioso. Por eso siempre me ha fascinado la religi¨®n y la fe. Desde hace alg¨²n tiempo, sent¨ªa una necesidad creciente de intentar experimentar ese sentimiento. Quer¨ªa saber qu¨¦ se siente al creer¡±, explica Bendiksen, de ra¨ªces jud¨ªas pero agn¨®stico. Este fot¨®grafo de 40 a?os, conocido por sus reportajes sobre el chabolismo en el mundo o sobre los vestigios del comunismo en la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica, llevaba desde 2015 indagando en estos nuevos profetas, hasta que logr¨® reducir su selecci¨®n a siete individuos de distintos puntos del planeta. Para empezar, descart¨® a quienes ten¨ªan una salud mental dudosa. ¡°En cualquier establecimiento psiqui¨¢trico hay personas que dicen ser Jes¨²s¡±, dice Bendiksen, que escogi¨® a l¨ªderes con un discurso estructurado, una comunidad de creyentes considerable y una clara misi¨®n de evangelizaci¨®n.
Entre ellos se encuentra Vissarion, que cre¨® una iglesia alternativa en los bosques de Siberia, donde vive con 5.000 personas m¨¢s en una comunidad id¨ªlica. En ese lugar, la Navidad se celebra el 14 de enero, d¨ªa del cumplea?os de ese mes¨ªas ap¨®crifo. Lo mismo sucede con Inri Cristo, que se rebautiz¨® con las iniciales que Poncio Pilatos escribi¨® en la cruz donde muri¨® Jes¨²s, que reside en un punto impreciso de Brasil, junto a una congregaci¨®n abundante y formada mayoritariamente por mujeres. Pero nadie supera Apollo Quiboloy, que fund¨® una megachurch en Filipinas que ya cuenta con seis millones de fieles, adem¨¢s de una flota de helic¨®pteros, una universidad propia y hasta un canal de televisi¨®n.
El resultado se expone en una iglesia g¨®tica del centro de la ciudad. En su ¨¢bside y absidiolos, se erigen peque?os altares dedicados a estos l¨ªderes resurrectos. Entre ellos tambi¨¦n est¨¢ el japon¨¦s Jesus Matayoshi, que pronuncia sus sermones desde una camioneta electoral. El objetivo de este caballero de sienes plateadas es convertirse en primer ministro japon¨¦s y, m¨¢s tarde, en secretario general de las Naciones Unidas, cargo desde el que cree que podr¨¢ transformar el planeta instituyendo la ley de Dios. En las ¨²ltimas elecciones, m¨¢s de 6.000 personas votaron por ¨¦l.
Mientras tanto, en Zambia, Bupete Chibwe Chisimba se gana la vida conduciendo un taxi sin licencia, un oficio tan modesto como la carpinter¨ªa lo fue para Jes¨²s. Los fines de semana las pasa junto a sus dos ap¨®stoles haciendo proselitismo en sus mercados. Son los ¨²ltimos dos seguidores de su doctrina. Ni siquiera su mujer conf¨ªa demasiado en su dogma: cuando le confes¨® que era Jes¨²s reaparecido, ella le oblig¨® a ir a ver a un psiquiatra. Tampoco tiene excesivos fieles David Shayler, un antiguo agente del contraespionaje brit¨¢nico, que tambi¨¦n est¨¢ convencido de ser Dios. A veces pronuncia sus arengas travestido de mujer ¨Cen ese caso, se hace llamar Dolores¨C frente a una parroquia formada por media docena de personas en medio de la campi?a. Aunque tampoco Jes¨²s ten¨ªa ¡°m¨¢s de una docena de adeptos cuando empez¨® a predicar¡±, como apunta Bendiksen.
?Por qu¨¦ van a estar chiflados?
En su trabajo no hay iron¨ªa ni burla, sino m¨¢s bien respeto y empat¨ªa, pese a que algunas fotograf¨ªas despierten algunas sonrisa. ¡°El fot¨®grafo entr¨® en cada comunidad con la intenci¨®n de creer. A cambio de eso, le dieron acceso a cosas sorprendentes. Refleja un periodo hist¨®rico en que ha regresado la b¨²squeda de espiritualidad. Algunos la buscan en la tecnolog¨ªa y otros en una actualizaci¨®n de formas m¨¢s tradicionales¡±, se?ala el director art¨ªstico del festival, Sam Stourdz¨¦. En el fondo, los relatos y las creencias que refleja el proyecto de Bendiksen son tan plausibles como las de religiones mayoritarias. ¡°Es una de las cosas que he tenido en la cabeza desde que empec¨¦ a trabajar en este proyecto. ?Por qu¨¦ pensamos que estas personas est¨¢n chifladas, cuando sus historias son igual de extra?as y de cre¨ªbles como las que se predican en la iglesia de la esquina? ?Por qu¨¦ una cosa es rid¨ªcula y la otra est¨¢ aceptada socialmente?¡±, se pregunta Bendiksen.
Al final de este proceso, el fot¨®grafo no encontr¨® la fe, pero s¨ª lleg¨® a atisbar ¡°la magia y la belleza¡± de creer en algo o en alguien. Aunque ese alguien sea Moses Hlongwane, un surafricano que se hace llamar Se?or de Se?ores. Dios se le manifest¨® durante un sue?o en 1992, cuando trabajaba como dependiente en una peque?a joyer¨ªa. Ese d¨ªa decidi¨® dejarlo todo y cambiar de vida. Ahora se dedica a predicar a las multitudes en Johannesburgo y otras ciudades, convencido de que el d¨ªa del Juicio Final est¨¢ a la vuelta de la esquina. Para intentar acelerarlo, se cas¨® con una de sus disc¨ªpulas en 2016, que en su dogma religioso ten¨ªa que marcar el comienzo del Apocalipsis. Nadie sabe c¨®mo se lo tom¨® su esposa.
Cristina de Middel hace vud¨²
Otra exposici¨®n en los Encuentros de Arl¨¦s explora la importancia de mitos y creencias en la sociedad contempor¨¢nea: Medianoche en la encrucijada, la nueva serie de la fot¨®grafa Cristina de Middel, en este caso en t¨¢ndem con el brasile?o Bruno Morais. Se trata de un viaje al universo de ?s¨´, la fuerza que gobierna todos los movimientos de la vida en la cultura vud¨², que toma distintos aspectos en funci¨®n del punto geogr¨¢fico. Los autores recorren Ben¨ªn, Cuba, Brasil y Hait¨ª representando visualmente las ra¨ªces de la espiritualidad de la di¨¢spora africana. Como en Los afronautas, la serie que revel¨® a la fot¨®grafa alicantina, la dimensi¨®n de ficci¨®n es pronunciada. "Pero en este caso no me la invent¨® yo, sino que ya estaba escrita", se?ala. "Pese a todo, no es un trabajo documental ni antropol¨®gico. Surge como una voluntad de preservar esa tradici¨®n frente a la acci¨®n de las religiones evangelistas, que est¨¢n arrasando con el patrimonio intangible de esas culturas en ?frica y Am¨¦rica", advierte la fot¨®grafa.
Una vez m¨¢s, De Middel se aleja de los c¨®digos del fotoperiodismo tradicional para usar otros lenguajes de la imagen. ¡°Estamos en una ¨¦poca de oscurantismo, donde lo emocional prima sobre lo racional. Todo el mundo juega con nuestras emociones, del pol¨ªtico a quien te intenta vender un yogur¡±, afirma la fot¨®grafa. ¡°La labor de los artistas es contrarrestar eso. Pero ya no podemos hacerlo a partir de lo estrictamente documental, porque ya no es tan eficaz como hace 40 a?os. Hay que adaptar nuestro lenguaje a lo m¨ªstico. La l¨®gica cartesiana sirve, en este momento, de muy poco. La fotograf¨ªa se est¨¢ renovando en la misma direcci¨®n. ?Es una casualidad? No lo creo¡±, concluye.
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