Puerta grande para Octavio Chac¨®n

(Lo primero es lo primero: hoy 9 de julio se cumplen dos a?os de la muerte del torero V¨ªctor Barrio en la plaza de Teruel. Quede aqu¨ª el recuerdo a su memoria que ayer no tuvo la feria de San Ferm¨ªn).

Octavio Chac¨®n ¡ªcatorce a?os de alternativa¡ª ha dicho en Pamplona que ha venido para quedarse. Un poco tarde, pero para quedarse. No ha sido el suyo un camino f¨¢cil, pero su triunfo sanferminero hace justicia a toda una vida dedicada al toro, a un torero largamente olvidado por todos, curtido en las corridas duras y, por encima de todo, cimentado en una fe inquebrantable en sus posibilidades.

No cort¨® las orejas por faenas modernas y art¨ªsticas; no permite ese toreo el toro de Cebada, soso y noble, perseguido de mala fama y con pitones como agujas, sino por su disposici¨®n, seguridad, entrega, t¨¦cnica, oficio y buen gusto. Chac¨®n es un torero heroico y cl¨¢sico, y con eso basta.

Ante sus dos toros, deslucido el primero, y muy noble, pero lesionado en la pata izquierda el otro, demostr¨® un preclaro conocimiento de los terrenos y en el manejo de los enga?os. Recibi¨® al que abri¨® plaza con una larga cambiada de rodillas, un par de chicuelinas ajustadas y una media de buen corte; lance¨® a la ver¨®nica al cuarto, y en ambos alcanz¨® aislados momentos de alta torer¨ªa. Se desplant¨® rodilla en tierra ante el primero en la faena de muleta, acerc¨® la cara hasta el mismo hocico del toro, que hizo por ¨¦l, lanz¨® por los aires al torero y lo esper¨® con la intenci¨®n de clavarle el pit¨®n en el vientre. Esa impresi¨®n qued¨® en la plaza, pero un pliegue de la taleguilla detuvo el astifino alfiler y, milagrosamente, todo qued¨® en un susto.

Chac¨®n entendi¨® al p¨²blico navarro, y se hinc¨® de rodillas, primero, y se adorn¨® por manoletinas, despu¨¦s, conocedor de los gustos de las pe?as de sol; y sus compa?eros de terna siguieron su ejemplo: manoletinas y muletazos de rodillas prodigaron Bol¨ªvar y Juan del ?lamo, sabedores de que el temple y la mano baja no es lo que marida con la merienda y el calimocho.

Del ?lamo cort¨® una oreja al tercero de la tarde por una gran estocada en el hoyo de las agujas, y una actuaci¨®n decorosa y aceptable, pero carente de enjundia. Se manch¨® las rodillas para muletear por alto, redondos, molinetes y en un desplante final, pero mat¨® mal al sexto y se frustr¨® la puerta grande.

Bol¨ªvar lo intent¨® de verdad y estuvo por encima de la poca clase de su primero, aunque la limpieza de los muletazos no produjera tensi¨®n alguna; y tampoco interes¨® ante el quinto, ¡ªotro toro que se movi¨® con soser¨ªa¡ª a pesar de que de hinojos iniciara y finalizara su labor.