Pippo Delbono: ¡°Es hora de acabar con el teatro burgu¨¦s¡±
El creador italiano presenta en el festival de Ribadavia su ¨²ltima obra
Basta una ruidosa charla telef¨®nica a mil kil¨®metros de distancia para darse cuenta de que Pippo Delbono (Italia, 1959) es uno de esos artistas que solo encajan en la etiqueta de ¡°genio loco¡±. Esta conversaci¨®n se produjo el martes, entre Madrid y Avi?¨®n, con el bullicio de fondo de un bar, en un espa?ol mel¨®dico interrumpido por comentarios en franc¨¦s dirigidos al camarero y cuchicheos en italiano con un actor de su peculiar compa?¨ªa de marginados: entre otros, un sordomudo, un mendigo, un joven con s¨ªndrome de Down y un seropositivo que es el propio Delbono. ¡°Es hora de acabar con el teatro burgu¨¦s, de hacer teatro para todos: para los locos, para los pobres, para los enfermos... Tambi¨¦n para los burgueses de siempre, no debe excluir a nadie, yo soy un burgu¨¦s con casa en la monta?a", dice.
Con esta extra?a troupe, pese a sus continuas diatribas contra lo que llama el ¡°teatro burgu¨¦s¡±, el creador italiano ha recorrido los escenarios m¨¢s sagrados del mundo. ?l concibe los espect¨¢culos, los dirige y se reserva un papel como actor. Y siempre impacta. Su estilo es ¨²nico, poderosamente visual, con una gran carga pol¨ªtica. Se atreve con todo: la Iglesia, el Estado, el poder en general, la homosexualidad, la televisi¨®n, el sida, los inmigrantes, la guerra.
Este a?o Delbono no tiene ning¨²n estreno programado en el festival de Avi?¨®n (s¨ª en anteriores ediciones), pero estaba all¨ª ¡°para asistir a reuniones y ver algunos amigos¡±, aprovechando que la crema del teatro europeo se da cita en la ciudad estos d¨ªas. Era una breve escala dentro de la gira que est¨¢ haciendo este verano con su espect¨¢culo La gioia, que presenta esta noche en la ciudad portuguesa de Almada y el domingo en Rivadavia (Ourense).
Gioia, en italiano, significa alegr¨ªa. Una palabra que el creador asocia con im¨¢genes de familias felices, ni?os felices, paisajes felices. ¡°Todo muerto, todo falso¡±, explica en el dosier de presentaci¨®n de este montaje. ?No ve posible la alegr¨ªa? ¡°No es posible sin el sufrimiento. Solo cuando hay dolor se puede vislumbrar la alegr¨ªa¡±, afirma.
Por eso en La gioia hay bufones chillones y payasos tristes, estallidos de rabia y estampas de calma. Y flores, muchas flores: una bell¨ªsima explosi¨®n floral creada por Thierry Boutemy, responsable de aquellas composiciones vegetales que adornaban la pel¨ªcula Mar¨ªa Antonieta, de Sofia Coppola. ?Por qu¨¦ tantas flores? ¡°Las flores evocan la vida, pero tambi¨¦n la muerte. Son bellas, pero se marchitan pronto. Mont¨¦ este espect¨¢culo en un momento delicado, un tiempo sufrimiento del que a¨²n estoy saliendo, de ah¨ª esa b¨²squeda de la alegr¨ªa¡±, explica.
Una excepci¨®n en el verano de los festivales
Pippo Delbono no se ha prodigado ¨²ltimamente por los escenarios espa?oles. En la d¨¦cada pasada visit¨® varias veces Madrid y visit¨® por ciudades como M¨¢laga, Barcelona y Bilbao, pero en los ¨²ltimos a?os solo se le ha visto en Zaragoza, el pasado oto?o, donde present¨® Vangelo. Ahora es la Mostra de Ribadavia, uno de los festivales m¨¢s destacados del verano espa?ol y de los pocos que no se consagra al teatro cl¨¢sico, la que lo trae de nuevo a Espa?a. Adem¨¢s del creador italiano, en esta nueva edici¨®n (del 14 al 22 de julio) visitar¨¢n la ciudad gallega la uruguaya Marianella Morena y los mexicanos Los Colochos, ambos figuras emergentes del teatro latinoamericano, adem¨¢s de nombres destacados de la escena espa?ola como Laila Ripoll o Natalia Men¨¦ndez y la compa?¨ªa brit¨¢nica de marionetas Blind Summit Theatre.
Lo que no hay casi en esta obra son palabras. Y en general, en ninguno de sus trabajos. ?Acaso no le gusta el teatro de texto? ¡°No me interesa. La palabra es una categor¨ªa social. Es la base del teatro burgu¨¦s, es complaciente, lo da todo masticado¡±, responde Delbono. Entonces, ?para acabar con el teatro burgu¨¦s debe desaparecer la palabra? ¡°No digo eso. Digo que la palabra no es suficiente. Tiene que haber m¨¢s cosas: el cuerpo, la danza, la m¨²sica¡ No es la palabra en s¨ª lo malo, sino c¨®mo se utilice. Hay quien hace teatro burgu¨¦s con obras de Pasolini¡±, matiza.
En este punto de la conversaci¨®n Delbono pasa inesperadamente al italiano. Habla de un medicamento, necesita tomar una medicina y se la pide al actor que le acompa?a. No la encuentra. Se irrita. Se disculpa: ¡°Perdon¨¦me, estoy saliendo de un momento delicado. Mi mente es buena para el arte, pero no tanto para la vida. Intento separarlo, pero no es f¨¢cil¡±.
Lo cierto es que su trayectoria art¨ªstica es inseparable de su experiencia vital. A Bob¨®, su actor sordomudo, lo conoci¨® en un psiqui¨¢trico en 1996 cuando atravesaba una profunda depresi¨®n por haber contra¨ªdo el sida. Fue entonces cuando empez¨® a integrar a personajes marginales en su compa?¨ªa. La enfermedad, la locura, sus viajes por el mundo¡ todo est¨¢ presente en sus espect¨¢culos desde entonces.
Tambi¨¦n en su cine: lleva a?os grabando im¨¢genes en sus giras por el mundo y con ellas construye pel¨ªculas documentales tambi¨¦n inclasificables. La m¨¢s conocida quiz¨¢ sea la ¨²ltima, Vangelo, estrenada en 2016, nacida de un espect¨¢culo del mismo t¨ªtulo. El pr¨®ximo octubre el centro Pompidou de Par¨ªs le dedicar¨¢ una exposici¨®n retrospectiva que repasar¨¢ su producci¨®n f¨ªlmica, acompa?ada de lecturas de obras, performances, grabaciones, dibujos e instalaciones visuales. El t¨ªtulo elegido por Delbono para esta muestra ofrece una pista m¨¢s sobre el impulso primigenio de sus obras: La mente que miente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.