Esa felicidad geom¨¦trica
La abstracci¨®n ¨®ptica invade el Museo Thyssen con una amplia exposici¨®n de Victor Vasarely
En el peor de los casos fue un competente dise?ador de salvapantallas para el ordenador avant la lettre; un pulqu¨¦rrimo artesano del macram¨¦ tecnol¨®gico; un creador de azulejos para cuartos de ba?o. Aunque pens¨¢ndolo bien, ?qu¨¦ tienen de malo los azulejos bonitos? ?Acaso toda la l¨ªrica constelada de Mir¨® no se plasm¨® como en ning¨²n otro sitio en la estrella del logotipo de un banco?
Es curioso: ya hace semanas que se inaugur¨® la exposici¨®n en el Museo Thyssen, muy completa, muy bien dispuesta¡, pero nadie me telefonea y dice: ¡°?Guau, Vasarely en el ?Thyssen! ?Corramos a verla!¡±. Tampoco los medios de comunicaci¨®n difunden un entusiasmo indescriptible. Parece que esas composiciones sin centro que representan n¨®dulos en una trama potencialmente infinita, en una continuidad combinatoria de figuras geom¨¦tricas sencillas y colores puros, incomodan o dejan fr¨ªo.
Efectivamente, los efectos ¨®pticos de las obras cin¨¦ticas tienen una cualidad perturbadora y mareante que hace que, a pesar de su sensacional irrupci¨®n en el escenario art¨ªstico a mediados de los a?os sesenta ¡ªla exposici¨®n fundacional Le mouvement en la galer¨ªa parisiense de la abnegada y encantadora Denise Ren¨¦ se celebr¨® en 1955¡ª, no se consolidasen en el gusto de la clientela particular: la provocaci¨®n retiniana no descansa, no se integra bien en el contexto dom¨¦stico.
La era del algoritmo actual es la era del arte geom¨¦trico de Vasarely, un programador art¨ªstico de formas infinitas
Claro que ese contexto a Victor Vasarely (1908-1997) le importaba bien poco, pues s¨®lo ten¨ªa en consideraci¨®n al coleccionista particular como una forma de financiar su trabajo para la sociedad. El prop¨®sito declarado de aquel ex grafista publicitario formado en la sucursal de la Bauhaus en Budapest y emigrado a Par¨ªs a principios de los a?os sesenta para trabajar en varias agencias de publicidad, gran jugador de ajedrez, pero mal perdedor, y experto manipulador del cubo de Rubik, que se sent¨ªa un arquitecto frustrado y se apasionaba por la geometr¨ªa en la arquitectura isl¨¢mica ¡°porque no son cuadros geom¨¦tricos colgados en las paredes, sino decoraciones geom¨¦tricas perfectamente integradas en la arquitectura¡±, no era embellecer la vivienda de uno o de 100.000 clientes, sino transformar el paisaje humano, el paisaje urbano, con sus intervenciones pl¨¢sticas, a favor de la dicha colectiva. ¡°El porvenir nos tiene reservada la felicidad en la nueva belleza pl¨¢stica, m¨®vil y conmovedora¡±, sostiene en el Manifiesto amarillo publicado en el cat¨¢logo de la mencionada exposici¨®n.
Quiz¨¢ esto contribuya a explicar, dicho sea de paso, el misterio de que fuese tan bien acogido en su pa¨ªs, que le tribut¨® su primera gran retrospectiva en 1969, en plena dictadura comunista de K¨¢d¨¢r, donde el dogma era el realismo socialista, y la abstracci¨®n, una forma de la clandestinidad. Consecuente con esa ambici¨®n redentora, esparci¨® sus obras por espacios colectivos de Europa y Am¨¦rica, centros deportivos, nudos de comunicaciones, campos universitarios, factor¨ªas, teatros, hoteles. Y como centros de irradiaci¨®n de tanta felicidad geom¨¦trica y cin¨¦tica, en 1970 se abri¨® el Mus¨¦e Didactique Vasarely en el Ch?teau de Gordes, una fortaleza en un parque natural de la regi¨®n de Provence-Alpes-C?te d¡¯Azur, que funcionar¨ªa hasta 1996. En 1976, la Fondation Vasarely en Aix-en-Provence y el Museo Vasarely en P¨¦cs, su ciudad natal, con una colecci¨®n de obras que don¨® el artista. En 1978, un Centro Vasarely en Nueva York. En 1987, el Museo Vasarely en un palacio de ?buda, al norte de Budapest.
Hablaba de ¡°salvapantallas¡±. Despu¨¦s de unas d¨¦cadas de cierto postergamiento, las propuestas pl¨¢sticas de Vasarely est¨¢n de renovada actualidad y de brillante porvenir precisamente gracias a la revoluci¨®n digital y los cambios en la idea de autor¨ªa (lo m¨¢s simp¨¢tico del op art es su impersonalidad) y en los gustos est¨¦ticos asociados a la inform¨¢tica. La era del algoritmo es la era del arte geom¨¦trico de Vasarely, que podr¨ªa definirse como un programador art¨ªstico de combinaciones de unidades de colores y formas elementales ¡ªcuadrados, rombos, c¨ªrculos, ¨®valos¡ª que se prestan a infinitas variaciones. De ah¨ª que sea tan oportuna la exposici¨®n en el Thyssen, a la que da suntuosa conversaci¨®n la de Eusebio Sempere en el Museo Reina Sof¨ªa.
La joven conservadora del Museo Vasarely de Budapest, Ma?lys Facchi, est¨¢ en lo cierto, ¡°la obra s¨®lo es visible y alcanza todo su inter¨¦s cuando el espectador la observa movi¨¦ndose. Bienvenidos al mundo fant¨¢stico e infernal de la ilusi¨®n ¨®ptica. Las l¨ªneas se deshacen, aparecen tramas, los rombos se confunden y refunden, surgen las estructuras y vuelven a cruzarse¡¡±.
Victor Vasarely. El nacimiento del Op Art. Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid. Hasta el 9 de septiembre.
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