Heroico y admirado pirata Padilla, una forma diferente de estar en el mundo
El diestro es un ejemplo para todos los que quieran vivir la vida con la intensidad que merece
A pesar de los muchos a?os de vida que tiene la tauromaquia, a¨²n no est¨¢ claro qu¨¦ es un torero. No se sabe si es un loco, un tipo inteligente capaz de enga?ar a un animal salvaje para ganar gloria y dinero, un ser atrapado en una pasi¨®n, un amante del riesgo, un gladiador, un artista¡
El viernes se despidi¨® Juan Jos¨¦ Padilla de la plaza de Pamplona, donde es un ¨ªdolo; y all¨ª se present¨® seis d¨ªas despu¨¦s de que un toro le levantara el cuero cabelludo y le dejara al aire las ideas en una imagen pavorosa. ¡°No hay motivo para no torear en Pamplona¡±, respondi¨® cuando le preguntaron por sus intenciones horas despu¨¦s del percance.
La actitud de este hombre resulta inexplicable desde la l¨®gica del habitante de un pa¨ªs desarrollado del siglo XXI. No es normal. Es un extraterrestre o un pirado. Es m¨¢s, si se escudri?a la cara de Juan Jos¨¦ Padilla se podr¨ªa concluir que es un ¡®t¨ªo raro¡¯, alguien que no pertenece a esta especie nuestra tan quejica, hedonista y autocompasiva que parece haber desterrado valores tan supuestamente humanos como la superaci¨®n, el esfuerzo, la excelencia, el sacrificio¡
Quiz¨¢, la respuesta sea sencilla: Padilla es solo un torero, alguien anacr¨®nico, que no goza del favor y la simpat¨ªa del establishment por su dedicaci¨®n a una actividad denostada hoy por corrientes imperantes; y un personaje incorrecto y sorprendente para los que formamos parte del reba?o de una sociedad cuadriculada, limitada y dirigida. Quiz¨¢ por eso, por su extraordinaria actitud, es objeto de la admiraci¨®n popular, y muchos lo consideran un ¨ªdolo porque ven en Padilla al protagonista de una pel¨ªcula que la mayor¨ªa no ser¨¢ nunca capaz de rodar.
La tauromaquia es una vieja y sabia escuela de valores, una filosof¨ªa de vida
Porque ser torero es un modo de estar en la vida. Y porque la tauromaquia es una vieja y sabia escuela de valores, una filosof¨ªa de vida, que oferta lecciones para enfrentarse a las dificultades.
Lo cuenta de diferentes formas el profesor y aficionado Javier L¨®pez Galiacho en su interesante libro ¡®De frente, en corto y por derecho¡¯.
Cita, por ejemplo, al escritor Michael Ende, autor de ¡®La historia interminable¡¯, quien afirma en el pr¨®logo de su obra que ¡°las pasiones humanas son un misterio, y los que se dejan llevar por ellas no pueden explic¨¢rselas, y los que no las han vivido no pueden comprenderlas¡±.
Un torero es alguien atrapado en una pasi¨®n, portador de un veneno extra?o y desconocido que produce un efecto incomprensible: vencer el p¨¢nico a la muerte. Ser torero es un abierto desaf¨ªo al instinto de conservaci¨®n, un desprecio a la seguridad, ese valor tan extendido y deseado socialmente. Ser torero es una locura que, adem¨¢s, persigue la excelencia. No se trata, pues, solo de un juego sobre la vida y la muerte, sino de la b¨²squeda constante de la superaci¨®n del miedo, del conocimiento, del dominio, de la belleza, del arte¡
Ser torero es un desaf¨ªo al destino, una ruptura de la norma, so?ar la gloria por medio del riesgo. Ser torero es una demencia, basada en el enfrentamiento con un animal salvaje con el objeto de alcanzar la perfecci¨®n mediante la astucia, la prudencia, el arrojo y otros tantos valores que parecen perdidos.
Y algo peor: ser torero es una misi¨®n casi imposible. Muchos son los que creen tener el veneno en las entra?as, pero muy pocos son los que lo poseen en la dosis necesaria para alcanzar la gloria.
Un torero es alguien atrapado por una pasi¨®n
Padilla es puro veneno. De otra manera no se entiende su trayectoria vital. Padilla muri¨® y resucit¨® en Zaragoza el 7 de octubre de 2011 cuando un toro le sac¨® un ojo con aviesas intenciones de espantarlo definitivamente del camino de la vida. No se trataba, quiz¨¢, de una muerte f¨ªsica, pero s¨ª el final de una vocaci¨®n arrebatadora.
Pero el veneno hizo su efecto, se rebel¨® contra la adversidad, super¨® el dolor, aguant¨® con estoicismo las inclemencias de no se sabe cu¨¢ntas intervenciones, le cambi¨® la cara a una dolorosa rehabilitaci¨®n, le gan¨® la partida al toro de la muerte y su lucha se erigi¨® en un grandioso canto a la vida.
Es verdaderamente admirable la evoluci¨®n de este hombre, seas o no taurino, te guste o no su toreo. Es sorprendente su capacidad para sobreponerse a las duras vicisitudes que le ha presentado la vida.
Dice ser consciente de que el riesgo es inherente a su profesi¨®n, pero tambi¨¦n su recompensa. ¡°El sufrimiento es parte de la gloria¡±, ha repetido en distintas ocasiones.
Por todo ello, muchos lo consideran un h¨¦roe, una persona famosa por sus haza?as; admirada y ejemplar, un referente en el seno de una sociedad profundamente ambigua.
Cuenta con la admiraci¨®n ajena, pero pocos premios recibir¨¢ m¨¢s all¨¢ de los taurinos. No se olvide que es un torero, un apestado para la correcci¨®n pol¨ªtica, un torturador, un tipo despreciable¡ No se olvide, tambi¨¦n, que es, nada m¨¢s y nada menos, un hombre que ha dicho no al oscuro destino que aquel toro de la Feria del Pilar le ten¨ªa reservado.
Desde entonces, lleva un parche en el ojo perdido, y en Pamplona le llaman ¡®el Pirata¡¯; al fin y al cabo, un torero ejemplar para todos los quieran vivir la vida con la intensidad que merece, para todos los que apuesten por una forma diferente de estar en el mundo, apasionada y ¨²nica.
El profesor L¨®pez-Galiacho cita al siquiatra Viktor Frankl en su obra magna ¡®El hombre en busca de sentido¡±, un impresionante testimonio de supervivencia en Auschwitz. ¡°Al hombre se le puede arrebatar todo menos una cosa, -escribe-, la ¨²ltima de las libertades humanas, como es la elecci¨®n de la actitud personal que debe afrontar frente al destino, para decidir su propio camino¡±.
Y, a veces, como en el caso de Padilla, el destino puede ser un regalo¡
?P.D. El torero jerezano no es m¨¢s que un ejemplo conocido. Toreros como ¨¦l, aut¨¦nticos h¨¦roes que se sacrifican durante a?os, se esfuerzan cada d¨ªa y consiguen, o no, sus objetivos los hay a manojos. Por algo son diferentes.
Y seguro, adem¨¢s, que hay otros muchos raros, sin discriminaci¨®n de sexo, an¨®nimos, gente de toda condici¨®n y quehacer, que se ha levantado mil veces de una ca¨ªda que parec¨ªa definitiva, y que triunfa, aunque solo sea desde lo m¨¢s ¨ªntimo de su ser, en una lucha tit¨¢nica por ganar la batalla a la adversidad.
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